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Lecciones básicas acerca de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1467-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 20 Sección 2 de 3

III. NUESTRO ESPÍRITU REGENERADO
ES NUESTRO HOMBRE INTERIOR

Debemos ayudar a los santos a comprender que el espíritu humano es lámpara de Dios y que sirve a Dios con un propósito. Además, a los ojos de Dios este espíritu es un hombre hermoso y escondido. También, cuando nuestro espíritu es regenerado, llega a ser el hombre interior (Ef. 3:16). El sentido de la palabra interior es más significativo que el de la palabra escondido. El hombre escondido no se manifiesta, pero el hombre interior puede ser activo y dinámico. Según Efesios 3, el hombre interior debe ser muy activo y dinámico para poder expresar al Señor en su vivir. Cuando el hombre interior es fortalecido, Cristo puede hacer Su hogar en nuestros corazones. Esto indica que el hombre interior no sólo está escondido, no sólo es manso y sosegado, sino que está vivo y es activo y dinámico, por lo que Cristo puede usarlo para Sí mismo y hacer Su hogar en nuestros corazones.

Según la Biblia, creo que los tres puntos que acabamos de mencionar son la descripción básica de lo que es el espíritu. Nuestro espíritu es lámpara del Señor; es un hombre hermoso y escondido a los ojos de Dios; y es el hombre interior, el cual está vivo, activo y es dinámico, de modo que el Señor pueda cumplir Su propósito. Estos tres puntos nos enseñan lo que es nuestro espíritu.

IV. NUESTRO ESPÍRITU NECESITA SER DESPERTADO

Partiendo de este punto, veamos lo que debe hacer nuestro espíritu. Esdras 1:1 dice que el Señor despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia. Luego, el versículo 5 dice que Dios despertó el espíritu de un remanente de israelitas para que fueran a edificar Su casa en Jerusalén. Nuestro espíritu necesita ser despertado para que se ocupe de los intereses de Dios (cfr. Éx. 35:21). No debemos esperar que otros despierten nuestro espíritu, sino que debemos despertar nuestro espíritu al ejercitarlo (cfr. 2 Ti. 1:6-7). Por un lado, el Señor es Aquel que despierta nuestro espíritu, pero nosotros no debemos quedarnos pasivos. Nosotros, por nuestra propia cuenta, tenemos que cooperar con el Señor con miras a despertar nuestro espíritu.

V. NUESTRO ESPÍRITU DEBE SER FERVIENTE

Nuestro espíritu debe ser ferviente. Romanos 12:11 nos exhorta a ser fervientes en espíritu, y Hechos 18:25 dice que Apolos era ardiente, ferviente, en espíritu.

VI. NUESTRO ESPÍRITU, DONDE MORA
EL ESPÍRITU SANTO,
DEBE SER LA FACULTAD DE NUESTRA ORACIÓN

Orar es la manera de ejercitar nuestro espíritu, pero muchos cristianos oran sin hacer uso de su espíritu; oran usando solamente la boca, la mente y sus emociones. No se valen de su espíritu cuando oran. Si una persona le pide a otra que le haga un favor, sólo debe expresar su deseo con la boca, según se lo dicta su mente y sus emociones, y no necesita ejercitar su espíritu. Muchos cristianos hoy en día oran al Señor exactamente de la misma manera; no usan su espíritu.

En el pasado orábamos mucho, mas sin ejercitar nuestro espíritu, pero Efesios 6:18 dice que debemos orar en todo tiempo en nuestro espíritu. Debemos usar nuestro espíritu como la facultad de oración. No podemos oír sonidos usando los ojos, ni percibir olores con los oídos. Debemos usar la facultad apropiada para oír y para oler respectivamente. De la misma manera, debemos orar ejercitando nuestro espíritu, pues éste es la facultad apropiada para hacerlo. La facultad con la que oramos no es la mente ni la parte emotiva, sino nuestro espíritu. Cuanto más recalquemos esto, mejor. Muchos santos y muchos jóvenes entre nosotros deben aprender a usar su espíritu en oración.

Un buen ejemplo de cómo usar el espíritu es el caso de una persona que pierde la paciencia. Cuando se enoja y grita, no está usando su mente. En ese momento aflora su verdadera persona, o sea, su espíritu. Si no gritamos desde nuestro espíritu, esa acción es una falsedad. Un verdadero grito, proviene de nuestro espíritu. Usamos este ejemplo por el lado negativo, porque cuando uno se enoja, su espíritu brota con crueldad y aspereza. Pero, como principio general, debemos aprender a usar así nuestro espíritu en oración. Cuando oremos, debemos orar en el espíritu, usando nuestro espíritu para decir algo al Señor. Nuestro espíritu, donde mora el Espíritu Santo, debe ser la facultad de nuestra oración.


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