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Visión del edificio de Dios, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6775-2
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CAPÍTULO DIECINUEVE

ASPECTOS DE LA VIDA DE IGLESIA
SEGÚN SE VEN EN LA NUEVA JERUSALÉN

(3)

En los dos capítulos anteriores vimos veintiocho puntos acerca de la Nueva Jerusalén; sin embargo, todavía quedan muchos otros puntos por abarcar.

LA CIUDAD ES CUADRADA

El punto número veintinueve es que la ciudad es un enorme cuadrado. Apocalipsis 21:16 dice: “La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la anchura y la altura de ella son iguales”. La ciudad tiene las mismas medidas en sus tres dimensiones; cada dimensión mide un estadio multiplicado por doce. El hecho de que la ciudad sea un cuadrado perfecto debe enseñarnos el principio de que en la vida de iglesia nada debe ser oblicuo, sino que todo debe ser recto y cuadrado.

Con respecto a la serpiente, el verdadero símbolo de Satanás, nada es recto o cuadrado, sino que en todo aspecto es astuta y torcida. Muchas veces algunos hermanos en el Señor han venido a nosotros y a otros obreros cristianos para intentar enseñarnos a actuar como serpientes. A ellos les parece que no debemos ser tan rectos, tan abiertos ni tan francos, sino más bien un poco “sabios”. Les hemos respondido: “Ustedes no nos están enseñando a ser sabios, sino más bien a ser astutos como los políticos”. En la vida de iglesia no debemos actuar como un abogado en los tribunales ni como un diplomático de las Naciones Unidas. Somos preciosos hermanos cristianos; por lo tanto, debemos ser lo más rectos posibles.

Durante Su última semana en la tierra, el Señor Jesús fue confrontado por los ancianos y fariseos, los líderes del pueblo judío. Ellos le preguntaron al Señor quién le había dado autoridad para actuar como lo hacía. El Señor no les respondió inmediatamente a estos hombres, sino que les dijo: “Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?” (Mt. 21:24-25). Estos hombres razonaron entre sí mismos, diciendo: “Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, tememos a la multitud; porque todos tienen a Juan por profeta” (vs. 25-26). Ellos tuvieron una conferencia política entre sí, y decidieron decirle al Señor Jesús: “No sabemos”. Sin embargo, el Señor sabía que ellos sí sabían pero que se negaban a decir la verdad, así que les respondió: “Tampoco Yo os digo” (v. 27). Estos hombres mintieron, pero el Señor Jesús no mentiría. Ellos eran torcidos, mientras que el Señor Jesús era recto.

LA CIUDAD ES TRANSPARENTE

El punto número treinta es que la Nueva Jerusalén es completamente transparente (Ap. 21:18, 21). Esto significa que no hay nada opaco ni escondido allí. En la vida de iglesia hoy no sólo todo debe ser puro y limpio, sino también transparente como el cristal. No debe haber nada encubierto ni escondido. En cuanto a esto hay algunas verdaderas lecciones que debemos aprender. Es necesario que seamos examinados y corregidos, purificados y hechos transparentes, mediante la obra de la cruz. Cualquier cosa en nosotros que contenga astucia o permanezca oculta proviene del enemigo, de la serpiente, de las tinieblas. Es posible que escondamos algún “pequeño” asunto por un día o dos, o incluso por veinte días; podemos incluso esconder algo por veinte meses o posiblemente por diez años. Pero el primer día del año once lo escondido saldrá a la superficie. No podemos esconder algo por la eternidad. En la iglesia todo debe ser diáfano y transparente.

LA CIUDAD ESTÁ LLENA DE LA GLORIA DE DIOS

El punto número treinta y uno es que la ciudad está llena de la gloria de Dios porque es muy recta y transparente (vs. 11, 23). Hablando con propiedad, la gloria de Dios es el contenido mismo de la ciudad, puesto que está completamente llena de Su gloria. Esto significa que la ciudad es un recipiente que contiene y expresa a Dios. Para ejemplificar este punto, tomemos como ejemplo una lámpara de mesa común y corriente: una lámpara por lo general tiene una cubierta externa, la pantalla, y dentro de la lámpara tenemos la plenitud de la luz. La lámpara expresa la luz, y la luz es el contenido mismo de la lámpara y la pantalla. La gloria de Dios es simplemente Dios mismo manifestado. La Nueva Jerusalén está llena de la gloria de Dios; por lo tanto, Dios se manifiesta en esta ciudad. Sucede lo mismo con respecto a la vida de iglesia normal hoy: ella está llena de la gloria de Dios, por lo que manifiesta y expresa a Dios.


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