Conocimiento de la vida, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-917-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto el sentir del espíritu y el asunto de conocer al espíritu; ahora vamos a ver la diferencia entre el espíritu y el alma.
Los llamados “psicólogos” analizan al hombre y lo dividen en dos partes: la metafísica y la física. La parte física se refiere al cuerpo y la metafísica se refiere a la psique, la cual es el alma mencionada en la Biblia. Ellos dicen que dentro del cuerpo del hombre se encuentra solamente la psique, el alma. Pero la Biblia nos dice que dentro del hombre, además del alma, existe el espíritu. En 1 Tesalonicenses 5:23 no dice solamente “alma” sino “espíritu y alma”. El espíritu y el alma son dos entidades y son diferentes. Así que Hebreos 4:12 habla de partir el alma y el espíritu.
Si deseamos tener el verdadero crecimiento espiritual en vida, debemos saber que el espíritu y el alma son dos cosas distintas, y debemos tener la habilidad de discernir el espíritu y el alma, lo espiritual y lo anímico. Si podemos discernir la diferencia entre el espíritu y el alma, entonces podemos negar el alma, ser librados del alma y vivir por el espíritu delante de Dios.
En 1 Corintios 2:14-15 se habla de dos clases de hombre: uno es el hombre anímico (el texto original traducido “hombre natural” [en Reina Valera 1960] es “hombre anímico”), y el otro es el hombre espiritual. Esto nos muestra que el hombre puede vivir por cualquiera de estas dos cosas diferentes, el alma o el espíritu, y pertenecer a cualquiera de ellas. El hombre puede vivir por el alma y pertenecer al alma, llegando a ser un hombre anímico, o puede vivir por el espíritu y pertenecer al espíritu, llegando a ser así un hombre espiritual. Si un hombre es espiritual, entonces puede discernir y recibir las cosas del Espíritu de Dios; sin embargo, si es anímico, no puede recibir tales cosas, ni siquiera puede conocerlas. Esto comprueba claramente que el alma está en contraste con el espíritu. El espíritu puede comunicarse con Dios y discernir las cosas del Espíritu de Dios. Para el alma las cosas del Espíritu de Dios son incongruentes e inapropiadas. El espíritu se deleita en apreciar y recibir las cosas de Dios, pero el alma no; no recibe tales cosas, y además considera que son tonterías.
En la Biblia no sólo tenemos Romanos 8, el cual nos muestra que la carne se opone al espíritu, sino también 1 Corintios 2, el cual nos muestra que el alma también se opone al espíritu. Cuando un hombre vive por la carne, él es de la carne y no del espíritu; de igual manera, cuando un hombre vive por el alma, él es del alma y no del espíritu. Romanos 8, al hablar de la carne, pone énfasis en su relación con el pecado; por lo tanto, todos los que pecan son carnales. Pero el alma no está necesariamente en relación directa con el pecado. A menudo el hombre quizás no peque ni sea carnal (a los ojos de los hombres), pero todavía es del alma y no es espiritual. (Hablando con propiedad, cuando un hombre es anímico, también es carnal, porque el alma del hombre ha caído hasta quedar bajo el poder de la carne. Pero cuando hablamos del alma misma, existe una diferencia entre ser del alma y ser de la carne). Por tanto, aun si no pecamos y hemos sido librados del pecado, de modo que a los ojos del hombre no somos carnales, esto no quiere decir necesariamente que somos espirituales y no anímicos; tampoco significa que podemos comprender las cosas del Espíritu de Dios o que podamos entender, apreciar y recibir las cosas de Dios. Muchas veces pensamos que si tan sólo pudiéramos estar libres del pecado y dejar de ser desenfrenados en la carne, entonces podríamos ser espirituales, comunicarnos con Dios y entender las cosas del Espíritu de Dios. Pero no es tan seguro. Aunque parezca que hemos sido librados del pecado y que ya no nos desenfrenamos en la carne, de todos modos es muy posible que vivamos por el alma y no por el espíritu.
La salvación del Señor nos libra no sólo del pecado y de la carne, sino también del alma. El propósito de la salvación del Señor no consiste sólo en que no debemos pecar ni estar en la carne, sino que tampoco debemos estar en el alma, sino en el espíritu. Su obra salvadora incluye no sólo salvación al nivel de moralidad para que lleguemos a ser hombres morales, sino, aun más, salvación al nivel de espiritualidad para que lleguemos a ser hombres espirituales. Un hombre de alta moralidad no es necesariamente un hombre espiritual; por el contrario, es muy posible que sea un hombre anímico, un hombre que viva por el alma. Por tanto, es posible que un hermano o una hermana tenga una moralidad alta y sea muy bueno; pero en cuanto a las cosas espirituales de Dios, puede ser que él o ella no haya sido iluminado, que no las desee ni las aprecie y que ni siquiera las reciba, porque él o ella está viviendo por el alma y es del alma.
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