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Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 021-033)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6780-6
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LA CONCLUSIÓN
DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE VEINTICUATRO

CRISTO: SU PERSONA

(4)

Habiendo considerado la persona de Cristo en la Deidad, avanzaremos en este mensaje para ver la persona de Cristo en la economía divina. Los aspectos en cuanto a la persona de Cristo en la Deidad son profundos, pero los aspectos en cuanto a la persona de Cristo en la economía divina son todavía más profundos.

B. EN LA ECONOMÍA DIVINA

¿Qué es economía divina? La economía divina es la administración familiar ejercida por Dios, el arreglo administrativo doméstico efectuado por Dios, la dispensación divina. En 1 Timoteo 1:4 vemos la administración familiar ejercida por Dios, la cual consiste en impartirse Él mismo en Sus hijos a fin de que Él pueda tener una familia, la iglesia, que lo exprese.

La palabra economía es la forma españolizada de la palabra griega oikonomía, la cual está compuesta por dos palabras: óikos, que significa casa, y nómos, que significa ley. Por tanto, oikonomía se refiere al arreglo doméstico, a la administración o mayordomía de la familia. La palabra denota la administración y distribución de las riquezas en una familia rica. Por ejemplo, José, en el Antiguo Testamento, era el administrador de la casa de Faraón, la cual era tan rica que podía proveer el suministro a otras naciones. Ciertamente era necesaria cierta administración y mayordomía a fin de distribuir las riquezas de la casa de Faraón. Esta ilustración nos ayuda a ver que la oikonomía es una administración familiar ejercida con la finalidad de distribuir e impartir las riquezas de la casa.

Nuestra Padre tiene una gran casa con una inmensa bodega que contiene las inescrutables riquezas de Cristo. Esta gran casa requiere de cierta administración, cierta mayordomía, a fin de impartir todas estas riquezas en el pueblo de Dios con miras a producir la iglesia como expresión corporativa del Dios Triuno. La economía de Dios, por tanto, es Su administración familiar para que Dios, en Cristo, se imparta en Su pueblo escogido a fin de que Dios pueda obtener una casa, una familia, que lo exprese; esta familia es la iglesia, el Cuerpo de Cristo. En este mensaje debemos ver a Cristo en esta economía divina.

1. El Ungido de Dios

En la economía divina, Cristo es el Ungido de Dios, el Mesías. Al respecto, Juan 1:41 dice: “Él halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo)”. Mesías es una palabra hebrea, y Cristo es una palabra griega. Ambas palabras significan “el ungido”. Cristo es el Ungido de Dios, Aquel que Dios designó para llevar a cabo Su propósito, Su plan eterno.

En Juan 20:31 vemos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios: “Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre”. Cristo es el título del Señor según Su oficio, Su misión. El Hijo de Dios es Su título según Su persona. Él es el Hijo de Dios para ser el Cristo de Dios.

En Mateo 16 Pedro recibió una revelación procedente del Padre con respecto al hecho de que Jesús es el Cristo. Antes de este capítulo, el Señor había estado con Sus discípulos por cierto período de tiempo. Durante este tiempo, ellos llegaron a conocerle bastante bien. No obstante, un día Él llevó a estos discípulos a un lugar lejano de la ciudad santa y del templo santo, a Cesarea de Filipo, y allí les hizo una pregunta: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mt. 16:13). Ellos le respondieron: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o uno de los profetas” (v. 14). Todas estas respuestas se conformaban a la mentalidad religiosa y natural. Entonces el Señor dirigió la pregunta a ellos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” (v. 15). Entonces Pedro declaró: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). La presencia del artículo definido antes de la palabra Cristo reviste aquí gran importancia. La importancia que esto tiene se explica de la siguiente manera. Cristo es la forma españolizada de la palabra griega Cristós, equivalente al término hebreo Mesías. Como hemos indicado, tanto Mesías en hebreo como Cristós en griego significan el Ungido. El término Mesías, el Ungido, es usado en Daniel 9:26 que dice: “Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías”. Esto se refiere a Jesucristo, quien es el Ungido.

Según el principio establecido en el Antiguo Testamento, toda persona usada por Dios para ejercer Su administración tenía que ser ungida. Por tanto, los reyes, los sacerdotes y los profetas eran todos ungidos cuando empezaban a ejercer su función correspondiente. Esto indica que la unción tiene por finalidad llevar a cabo la administración de Dios. Para llevar a cabo la administración de Dios, Su economía, Cristo es el Ungido de Dios.

El título Cristo se refiere a la comisión del Señor. Su comisión consiste en cumplir el propósito eterno de Dios por medio de Su crucifixión, resurrección, ascensión y segunda venida. Cuando este Ungido fue crucificado, Él estaba desempeñando Su función en calidad de Cristo. No solamente Su muerte, sino también Su resurrección y ascensión formaban parte del desempeño de Su función. Por tanto, Cristo, el Ungido de Dios, cumplió Su función por medio de Su crucifixión, Su resurrección y Su ascensión, para que Dios pudiera impartirse en nosotros a fin de producir la iglesia. Con base en esto podemos ver que el Señor es el Ungido para realizar el propósito de Dios de impartirse en nosotros. Mediante la función desempeñada por Cristo, el Ungido de Dios, el Dios Triuno se imparte en nosotros para que la iglesia sea producida.

Cristo, como Aquel que Dios ungió, es el Designado. Su designación se relaciona con Su comisión. Cristo ha sido designado para llevar a cabo la intención de Dios, Aquel que designa. Por tanto, como Ungido de Dios, el Mesías, Cristo ha recibido la comisión de parte de Dios de llevar a cabo el deseo del corazón de Dios.


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