Llevar fruto que permanece, tomo 2por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6315-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-6315-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Como sabemos, a todos les gustan los placeres pero no el sufrimiento. Sin embargo, hoy en día no podemos servir a Cristo sentados en un palanquín. No existe tal cosa, ni existe tal asiento para nosotros. Pablo en el Nuevo Testamento era alguien que luchaba, como los que competían en las competencias atléticas (1 Co. 9:26-27). Él luchaba en el pugilato, no como quien golpea el aire, sino que corría la carrera buscando aventajar a los demás, a fin de ganar. Si su lucha consistiera en levantar pesas, entonces su meta sería levantar las pesas bien alto y de manera clara y definida. Era así como él luchaba. Judas 3 exhorta a los creyentes a contender ardientemente por la fe que había sido trasmitida a los santos una vez para siempre. Esto nos muestra que no sólo necesitamos luchar por la fe, sino también contender por la fe. La palabra luchando incluye todas estas connotaciones.
En Mateo 25 el Señor Jesús contó una parábola acerca del reino de los cielos. El reino es como un hombre que al irse al extranjero, llamó a sus esclavos y les entregó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno. Más tarde el señor regresó, y el que había recibido un solo talento, el que obró precavidamente, se acercó a él y dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste; por lo cual tuve miedo” (vs. 24-25a). Es como si hubiese dicho: “Señor, mira, el talento que tú me diste está intacto; lo guardé para ti y no perdí nada”. El amo pareció responder: “Tienes toda la razón. Puesto que sabías que siego donde no sembré y recojo donde no aventé, ¿por qué entonces no usaste ese talento para que ganara intereses? ¿Por qué lo escondiste?”. Para ese esclavo, ganar intereses era psicológicamente una labor agotadora. Él consideraba que lo mejor era no hacer nada ni ir a ningún lugar. Esta persona había perdido completamente la moral. El amo le dijo: “Debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recobrado lo que es mío con los intereses” (v. 27). Si somos personas que están dispuestas a luchar por el Señor, el Señor podrá ganar mucho y a la vez recuperar lo que es Suyo con intereses.
Hoy la tierra se encuentra en un estado de desolación. Aunque se predica el evangelio de modo general, no se presenta el evangelio en cuanto al misterio que estaba oculto ni el evangelio elevado que nos habla de Cristo en nosotros. No es una tarea fácil empezar a laborar en un erial, pero es un hecho indiscutible que hay millones de personas dispersas en los grandes continentes del mundo, esperando que vengan personas a salvar sus almas. Es glorioso que nosotros vayamos por el Señor adonde están ellos. Por un lado, recogemos una cosecha adondequiera que vamos. Aunque nosotros no sembramos —pues el Señor ya ha sembrado por medio de otros—, a nosotros sólo nos toca recoger la cosecha. Por otro lado, nosotros mismos tenemos que salir a sembrar la semilla. Luego, después de sembrar la semilla, ciertamente obtendremos una cosecha.
Ésa fue nuestra experiencia cuando empezamos a laborar en los Estados Unidos. Viajamos de la costa este a la costa oeste, y luego del oeste regresamos al este. También viajamos de sur a norte y de norte a sur. En cuestión de pocos años, los viajes que hicimos abarcaron casi todos los Estados Unidos, y recogimos una cosecha prácticamente en todo lugar. Había de tres a cinco personas en un estado, cinco o seis en otro estado, y otros números de personas en diferentes lugares. En menos de dos años, cosechamos a muchas personas aquí y allá en cada estado. Cuando la iglesia en Los Ángeles se levantó, las cifras aumentaron rápidamente de algunas decenas de personas a cien personas, luego de cien a ciento cincuenta, y de ciento cincuenta a doscientos. Estas personas fueron traídas en los años de 1963, 1964 y 1965, a más tardar, cuando la obra en los Estados Unidos recién empezó. Finalmente en 1970 en la Conferencia Internacional que celebramos en Los Ángeles, experimentamos un avivamiento como resultado de nuestras reuniones.
El fuego de nuestra propagación empezó en el verano de 1964. Algunos querían mudarse a Alaska, otros a Nebraska, y otros a diferentes lugares. En ese entonces la ola de emigración era tan prevaleciente que muchos no sabían cómo responder. Sin embargo, el Señor claramente nos mostró que aún no era el tiempo apropiado para propagarnos, por lo cual nos dio la gracia para quedarnos donde estábamos por tres años más. Esos tres años fueron de verdad un período maravilloso en el cual todos llegamos a estar mejor equipados.
En 1970 el número de personas que asistieron a la Conferencia internacional fue de más de mil. En ese año todos querían propagarse por medio de la emigración. Muchos de los santos alababan y saltaban de gozo, aunque también derramaban lágrimas, pues no querían abandonar Los Ángeles. El día en que ellos partieron de Los Ángeles, algunos después de salir de sus casas decidieron pasar por el salón de reuniones en la calle Elden para verlo por última vez, y no pudieron contener las lágrimas. Ellos habían sido bendecidos y edificados allí ricamente, y Elden había dejado en ellos una impresión eterna. Aquella ola de emigración resultó en la propagación a veinte o treinta localidades, como Chicago y otras ciudades. Esta emigración se llevó a cabo rápidamente y produjo un gran impacto. En menos de dos años, el recobro del Señor había alcanzado las dos mil o tres mil personas. En una conferencia en el Centro de Convenciones de Los Ángeles en 1973, el número de asistentes sobrepasó los tres mil. Grandes multitudes se aglomeraron tanto dentro como fuera del lugar de reunión. A partir de ese día, nuestro concepto cambió, pues nos dimos cuenta de que ya no podíamos seguir sosteniendo grandes conferencias y que debíamos empezar a conducir entrenamientos. Las grandes conferencias por naturaleza son abiertas, y cualquiera puede asistir, pero los entrenamientos requieren un proceso de aprobación. Por este motivo, desde 1974 hemos conducido entrenamientos dos veces por año. Las personas tenían que registrarse y ser aprobadas por las diferentes localidades. Aquello fue el inicio del entrenamiento de los estudios-vida. Alabamos al Señor porque estos entrenamientos han venido realizándose ya por trece años sin interrupción.
La historia nos muestra que lo que tenemos hoy es muy precioso. Por consiguiente, debemos salir a todas partes con denuedo. Cuando llegamos por primera vez a los Estados Unidos a empezar la obra aquí, no pudimos decir que no experimentamos ninguna oposición en una nación cristiana tan grande como ésta. Sin embargo, hemos mantenido una actitud positiva hasta el día de hoy. No es que no hayamos tenido ninguna oposición; al contrario, hemos experimentado todo tipo de oposición. Sin embargo, cada vez que entablamos una conversación con un opositor, nuestra actitud siempre es que no importa lo que nos digan, nosotros tenemos un tesoro que ellos no tienen. Así que mientras hablamos con ellos, les presentamos la verdad que el Señor nos ha revelado. Podemos mostrarles el tesoro en cualquier momento. Sin embargo, cuando los opositores intentan exhibir su tesoro, no tienen nada que exhibir. Ésa es la verdadera situación.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.