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Reino, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4708-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 50 Sección 3 de 4

EL EVANGELIO DEL REINO

Cuando el Señor Jesús se aprestaba a dejar a Sus discípulos, profetizó que el evangelio del reino sería predicado en toda la tierra habitada y a todas las naciones (Mt. 24:14). Algunos maestros de la Biblia han enseñado que el reino es algo que corresponde a una determinada dispensación. Ellos enseñan que el Señor vino trayendo el reino al pueblo judío, pero cuando éste le rechazó, Él tomó el reino de nuevo y lo suspendió hasta que llegase otra era. Según tal enseñanza, ésta es la era de la iglesia y no la era del reino. El reino ha sido suspendido y un día vendrá nuevamente. Cuando el Señor regrese, entonces Él traerá consigo el reino que había sido suspendido. Esta clase de enseñanza no concuerda con la palabra pura de Dios. Según la Biblia, el reino de Dios jamás ha sido suspendido. En Mateo 21:43 el Señor Jesús dijo que el reino de Dios sería quitado a los judíos y sería dado a otro pueblo, es decir, a la iglesia. Esto indica que el reino no fue suspendido en ningún momento. Si hubiera sido suspendido, no sería necesario que el Señor, después de Su resurrección, hablara a Sus discípulos por cuarenta días sobre el reino (Hch. 1:3). En mi juventud yo acepté tal enseñanza considerándola maravillosa debido a que suponía que había aprendido algo de la Biblia; pero con el tiempo comprendí que me habían enseñado incorrectamente.

Mateo 24:14 habla del “evangelio del reino”, no del evangelio de la gracia ni del evangelio de la salvación. Aunque muchos de ustedes han leído varias veces el libro de Mateo, es probable que no se hayan percatado del término “el evangelio del reino”. No obstante el Señor Jesús dijo que este evangelio del reino sería predicado en toda la tierra habitada. La tierra habitada representa todo lugar habitado por el hombre. El evangelio del reino tiene que ser predicado en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones. No solamente será predicado a los judíos, sino a todas las naciones. En el griego, la palabra que se tradujo “naciones” en este versículo es la misma palabra que en otros versículos se tradujo como “gentiles”. Así pues, el evangelio del reino debe ser predicado a todos los gentiles. ¡Aleluya! La mayoría de nosotros somos gentiles. Todos tenemos el privilegio de oír el evangelio del reino. Este evangelio tiene que ser predicado en todos los rincones de la tierra habitada. El Señor nos ha presentado este asunto de tal modo que donde quiera que vayamos con el recobro de la iglesia, el evangelio del reino será predicado.

EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS

En Lucas 4:43 encontramos otro término: el evangelio del reino de Dios. Este versículo nos dice que el Señor Jesús y Sus discípulos predicaron el evangelio del reino de Dios. ¿Se habían dado cuenta de que predicar el reino de Dios no es otra cosa que predicar el evangelio? El reino es el evangelio del Nuevo Testamento. El evangelio del Nuevo Testamento es el reino.

Tal vez algunos querrán argüir que el Nuevo Testamento habla del evangelio de la vida, del evangelio de la gracia y del evangelio de la salvación. Sin embargo, todos ellos son diversos aspectos del reino. El reino es el centro, el núcleo, y todos los otros aspectos pueden ser considerados como los rayos o las ramificaciones de dicho núcleo. Todos los rayos están centrados en el núcleo. El evangelio de la vida tiene como finalidad el reino, el evangelio de la salvación también, y lo mismo sucede con el evangelio del perdón de pecados. Todos estos son diferentes aspectos del evangelio que tienen como finalidad el reino. El reino es el verdadero evangelio. Es necesario que cambie nuestro concepto. Tal vez antes pensábamos que el evangelio era una cosa y que el reino era otra muy distinta; quizás nos dimos cuenta de que necesitábamos el evangelio, pero probablemente relegábamos el reino al futuro. Esto es completamente erróneo. El reino es el evangelio. Si uno no conoce el reino, entonces no conoce el evangelio de forma completa. Si queremos conocer plenamente el evangelio, tenemos que comprender que el reino es el evangelio todo-inclusivo. El Señor Jesús y Sus discípulos predicaron el reino de Dios como evangelio.

NACER DE NUEVO PARA ENTRAR EN EL REINO

Puesto que, en muchos aspectos, Marcos es similar a Mateo y Lucas, en nuestro estudio podemos pasarlo por alto y proceder al Evangelio de Juan. Consideremos Juan 3:3 y 5. ¿Acaso el Señor Jesús dijo: “El que no nace de nuevo, no puede ver el cielo o no puede entrar en el cielo”? ¡No! La regeneración no tiene como propósito llevarnos al cielo, si bien esto fue lo que claramente se me enseñó en mi juventud. Se me enseñó que mi vida pecaminosa no era lo suficientemente buena para que yo pudiera ir al cielo y que para entrar en el cielo yo debía tener otra clase de vida, una vida mejor. Se me dijo que el cielo es un lugar resplandeciente, donde no hay nada oscuro; un lugar santo, donde no hay nada pecaminoso; un lugar bueno, donde no hay ningún mal. Pero se me dijo que yo era malo, oscuro y pecaminoso, por lo cual no era apto para ir al cielo. Se me dijo también que si quería ir al cielo, necesitaba otra vida; necesitaba nacer de nuevo. Éste sigue siendo el concepto común hoy en día. Pero estrictamente hablando, la regeneración no tiene como propósito permitirnos entrar en el cielo, sino permitirnos entrar en el reino.

Si queremos entrar en cierta clase de reino, será necesario que poseamos cierta clase de vida. Si no somos poseedores de la vida animal, por ejemplo, jamás podremos entrar en el reino animal. Si yo pudiera recibir la vida propia de un perro y convertirme en un perro, inmediatamente me encontraría en el reino canino, en el reino animal. Asimismo, si no poseemos la vida divina, la vida de Dios, nos será imposible entrar en el reino de Dios. Si hemos de entrar en el reino de Dios, debemos tener la vida de Dios. Por tanto, el objeto de la regeneración es que nosotros entremos a otro reino, el reino de Dios. Esto es mucho más real para nosotros que una mera dispensación. Esto es el reino de Dios en el cual entramos en virtud de haber nacido de nuevo.

En otras publicaciones ya hicimos notar que Juan no sólo es un libro sobre la vida divina, sino también sobre la edificación. Pero también debemos decir que es un libro sobre el reino. Tanto la vida como la edificación son para el reino. La vida tiene como propósito la edificación, y la edificación es para el reino.


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