Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7932-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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No obstante, así como el primer hombre le falló a Dios, este nuevo hombre también le falló a Dios. El primer hombre fue un fracaso; el segundo hombre fue un éxito, pero el nuevo hombre nuevamente vino a ser un fracaso. El último libro de la Biblia, Apocalipsis, fue escrito después del fracaso del nuevo hombre, esto es, después del fracaso y degradación de la iglesia. Este libro fue escrito con el propósito de llamar a los vencedores. Como Aquel que cuida de las iglesias, Cristo habla como Espíritu a los muchos santos que se han degradado con el fin de llamar a los vencedores a que venzan la degradación de la iglesia. Estos vencedores a la postre llegan a ser una entidad corporativa, que es llamada el hijo varón (12:5).
Ahora tenemos cuatro títulos: el primer hombre, el segundo hombre, el nuevo hombre y el hijo varón. Por favor, no digan que esto es una enseñanza mía. Antes bien, debemos decir: “Ésta es la enseñanza de la Biblia”. En 1 Corintios 15:45a se habla del primer hombre, diciendo: “Así también está escrito: ‘Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente’”. El versículo 47 menciona el segundo hombre: “El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es del cielo”. Luego Efesios 2:15 y 4:24 y Colosenses 3:10-11 hablan del nuevo hombre, que es la iglesia. Finalmente, Apocalipsis 12:5 habla del hijo varón.
Tal vez hayamos estado en el cristianismo por muchos años, pero nunca oímos acerca del primer hombre, del segundo hombre, del nuevo hombre y del hijo varón. Esto nos muestra la pobreza característica del cristianismo actual. Estas cosas se hallan claramente reveladas y descubiertas en la Biblia, pero puede ser que nunca las hayamos oído en el cristianismo. Ésta es la sutileza del enemigo, Satanás, porque éstos son los puntos estratégicos de la Biblia. El cristianismo ha pasado por alto estos puntos estratégicos y ha vuelto su atención a los asuntos menores y secundarios. Sí, la Biblia nos dice que las esposas deben sujetarse a sus propios esposos, y que los esposos deben amar a sus esposas. Sin embargo, la Biblia no es un libro sobre las esposas que se someten ni sobre los esposos que aman. No hagan de la Biblia un libro así. Ésa será su Biblia; no es la Biblia de Dios. La Biblia habla del propósito eterno de Dios.
Algunos podrían discutir conmigo y decir: “¿No hay un versículo en la Biblia que dice que las esposas deben sujetarse a sus esposos y que los esposos deben amarlas?”. Sí, lo hay, pero también hay un versículo que dice: “Ahora bien, la serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho” (Gn. 3:1). Por consiguiente, ¿creen que la Biblia es una Biblia acerca de la serpiente? No debemos hacer de la Biblia una Biblia de la sutil serpiente. La Biblia también dice que un asna habló en una lengua humana (Nm. 22:28-30). Mientras Balaam, el profeta de los gentiles, viajaba en su asna, de repente ésta habló en lenguaje humano. Sin embargo, no debemos hacer de la Biblia una Biblia de una asna que hablaba. La Biblia contiene muchas cosas. La Biblia tiene a la serpiente, la Biblia tiene escorpiones y la Biblia tiene al lago de fuego, pero la Biblia no es un libro sobre estas cosas. ¿Es la Biblia un libro del lago de fuego? ¿Es la Biblia un libro de escorpiones? Esto es insensato, aunque es de esta manera que el cristianismo ha errado.
El cristianismo hace de la Biblia un libro de muchas cosas menores y secundarias. No obstante, la Biblia es un libro del propósito eterno de Dios. El propósito eterno de Dios no consiste en obtener una esposa que esté sujeta a su esposo ni un esposo que ame a su mujer. El Señor Jesús nos dice que en la resurrección no habrá más esposo y esposa (Mt. 22:30). De nuevo, no es necesario discutir conmigo. Ésta no es mi enseñanza; ésta es la enseñanza de la Biblia. Por tanto, no sigamos la enseñanza tradicional del cristianismo. Volvamos a la Palabra pura y removamos todos nuestros velos.
Muchas enseñanzas que recibimos del cristianismo, así sean buenas o malas, correctas o incorrectas, sanas o malsanas, son velos que cubren nuestros ojos. Me tomó más de quince años poder quitarme todos esos velos. Una vez que estuve en Manila, una querida persona vino a mí y me preguntó: “Hermano Lee, ¿por qué usted puede ver tantas cosas maravillosas en la Biblia y nosotros no?”. Le dije que era porque él tenía demasiadas capas de velos. Día a día tenemos la Biblia, pero también tenemos no sólo una capa, sino muchas capas de velos sobre nuestros ojos. Hemos asimilado muchas doctrinas y enseñanzas desde nuestra juventud hasta el día de hoy. Algunas son buenas, y otras son malas, pero todas pueden convertirse en velos.
Cuando el Señor Jesús vino a la tierra por primera vez, muchos publicanos, pecadores y gentiles venían a Él, y cuando lo hacían, ellos veían algo. Sin embargo, los fariseos y sacerdotes no veían nada acerca del Señor, porque se hallaban velados por sus enseñanzas. Las enseñanzas y doctrinas que adquirieron del Antiguo Testamento vinieron a ser velos para ellos. Hoy ocurre lo mismo. Si yo fuese a Mongolia, sería muy fácil hablar las cosas del Señor al pueblo de ahí. No obstante, lamentablemente no es así de fácil hablar en los Estados Unidos. Los cristianos aquí están velados, cubiertos con toda clase de enseñanzas. Si les hablamos a los mongoles acerca del segundo hombre, ellos lo aprenderían y estarían contentos de saber que este asunto figura en la Biblia. Pero en este país, si yo hablo del segundo hombre o del hijo varón, algunos podrían acusarme de que vengo de la China con una filosofía oriental. Esto se debe a los velos de enseñanzas.
La Biblia no es un libro acerca de muchos asuntos diferentes. La Biblia es un libro sobre el propósito eterno de Dios, que consiste en que Dios obtenga un hombre corporativo que lo exprese a Él con Su imagen y le represente con Su autoridad, por medio de que el hombre le reciba a Él como vida. El primer hombre fracasó en cumplir el propósito de Dios, pero el Señor Jesús vino como el segundo hombre y tuvo éxito. Él murió y resucitó, y en Su resurrección Él fue multiplicado. Ahora somos los muchos granos juntamente compenetrados para ser el nuevo hombre. No obstante, la mayoría de los miembros de este nuevo hombre nuevamente le falló a Dios, pero el Señor intervino para pronunciar un llamado, no el primer llamamiento sino el segundo. El primer llamamiento fue para nuestra salvación, pero ahora el segundo llamamiento se hace para que venzamos. Esto no indica vencer meramente nuestro mal genio, nuestros pecados insignificantes ni nuestros pobres malos hábitos; esto implica vencer el cristianismo degradado. Los que vencen son el hijo varón, quienes a la postre cumplen el propósito eterno de Dios. Este hijo varón expresa a Dios y representa a Dios con la vida de Dios. Esta corta palabra es muy sencilla, pero abarca toda la Biblia. La Biblia en su totalidad se halla bajo el período de estos cuatro hombres: el primer hombre, el segundo hombre, el nuevo hombre y el hijo varón.
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