Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7391-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Tenemos que entender claramente la edificación mencionada en Efesios 4. El versículo 13 claramente dice que la finalidad de la edificación es que nosotros lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios de modo que tengamos la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Por consiguiente, mientras perfeccionamos a los santos, nosotros los ayudamos a conocer al Hijo de Dios y a crecer hasta alcanzar la estatura de Cristo. Perfeccionamos a los santos con el árbol de la vida, el Dios vivo, y con el Cristo resucitado, el Hijo de Dios.
Por consiguiente, no debemos tener carencias en nuestro conocimiento y experiencia del árbol de la vida. Si no experimentamos el árbol de la vida, si no inhalamos al Dios vivo y si no conocemos las riquezas de Cristo, el Hijo de Dios, ni nos apropiamos de dichas riquezas, no podremos edificar a otros con estas cosas. El número de mensajes que podamos dar no tiene ninguna importancia. Lo que realmente importa es cuánto podamos impartir las riquezas de Cristo a los santos, cuánto podamos darles a comer del árbol de la vida y cuánto podamos ayudarlos a inhalar al Dios vivo. Ello requiere que primero nosotros mismos experimentemos estas cosas; de lo contrario, ¿cómo podremos ayudar a otros a que conozcan y disfruten estas cosas?
El versículo 15 dice que debemos conducir a todos los santos, incluyéndonos a nosotros mismos, a asirnos a la verdad en amor y a crecer “en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo”. En otras palabras, perfeccionar no es solamente un asunto relacionado con la vida, sino también con la autoridad. “Crezcamos [...] en Aquel” indica el aspecto de la vida, mientras que “crezcamos en [...] la Cabeza, Cristo” indica el aspecto de la autoridad. La frase en todo significa que en cada aspecto de nuestra vida diaria vivimos en Cristo, inhalamos a Dios, comemos del árbol de la vida y disfrutamos al Hijo de Dios. Anteriormente estábamos fuera de Cristo. Después de nuestra salvación quizás estamos en Cristo en ciertas cosas, pero en otras todavía nos encontramos fuera de Él. Ahora necesitamos crecer en Cristo en todas las cosas. En esto consiste el crecimiento. En todas las cosas debemos inhalar, comer, beber y disfrutar a Cristo. Finalmente, debemos someternos a la autoridad de Cristo en todo aquello en que hayamos crecido en Él. Esto se debe a que Aquel en quien crecemos es la Cabeza de la iglesia y también nuestra Cabeza.
Nuestra obra debe corresponder a nuestra experiencia. Debemos aprender a disfrutar y absorber continuamente a Dios, a vivir en Su vida y a disfrutar Sus riquezas. A medida que crecemos en Él en un aspecto tras otro, nos sometemos a Su autoridad como cabeza. Debido a que sometemos todo bajo el gobierno, la autoridad, de la Cabeza, cuando laboremos para perfeccionar y guiar a los santos, espontáneamente los conduciremos a crecer en Dios, esto es, a disfrutar y a absorber a Dios en todas las cosas. A medida que los santos estén unidos a Dios en todas las cosas, ellos espontáneamente someterán cada asunto a la autoridad de la Cabeza y se someterán ellos mismos a la autoridad de la Cabeza. Ésta es la clase de obra que debemos realizar.
Nuestra obra consiste en perfeccionar a los santos para que ellos puedan edificar, ejercer su función y llevar alguna responsabilidad. No obstante, el contenido y el elemento de nuestra obra deben ser Dios, la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, quien es el Hijo de Dios, y la vida y autoridad de la Cabeza. El resultado de tal obra hará que la iglesia sea el Cuerpo de Cristo y logrará que la iglesia se edifique a sí misma en amor.
Los hermanos y hermanas que sirven en las localidades deben saber que en nuestro servicio y labor deben estar presentes los elementos de Dios y la estatura de la plenitud de Cristo. Estos elementos harán que nuestra obra sea sólida. Nunca debemos estar satisfechos ni sentirnos orgullosos porque conducimos a muchas personas a la salvación. No debemos contentarnos porque podemos dar mensajes buenos e interesantes que brindan un suministro a los santos. Tampoco debemos contentarnos porque conducimos a los santos a estar en unanimidad, a amarse unos a otros, a buscar fervorosamente al Señor y a servir en unidad. Estas cosas no son suficientes. Si bien son cosas buenas según el concepto del cristianismo, no debemos contentarnos con ellas.
Nuestra obra consiste en ayudar a los santos a disfrutar a Dios, a conocer al Hijo de Dios y a crecer hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. En todas las cosas debemos guiar a los santos a la vida y a la autoridad de la Cabeza, Cristo. Esto debe impresionarnos. Al mismo tiempo, debemos perfeccionar y edificar a los santos. Entonces los santos en la localidad donde laboremos no sólo aprenderán a absorber y disfrutar a Dios, a crecer en Cristo, a contactar la vida divina en todo y a someterse a la autoridad de Dios, sino que además serán perfeccionados y edificados para ser la iglesia. Ellos serán un suministro para que el Cuerpo de Cristo pueda ser edificado en amor.
Independientemente de si permanecemos en una localidad o nos marchamos, habrá una entidad corporativa que está llena de Dios, posee una medida de la estatura de la plenitud de Cristo y está llena de la vida y la autoridad de la Cabeza. Asimismo habrá una buena coordinación, y muchos serán perfeccionados y edificados para ejercer su función y llevar a cabo la obra del ministerio para la edificación del Cuerpo de Cristo. Ya sea que permanezcamos en esa localidad, seamos arrebatados o nos vayamos a otro lugar, la iglesia será edificada. Ésta es la clase de obra que debemos realizar.
Por consiguiente, debemos ser librados de nuestros viejos conceptos. Es posible que tengamos el concepto de que el lugar donde laboramos es nuestro campo, como si la iglesia fuese nuestra empresa personal. Debemos desechar este concepto. No tenemos ningún campo personal y ninguna iglesia es nuestra empresa. El contenido de nuestra obra debe siempre hacer que los santos ganen a Dios; en todo lo que hagamos debemos conducir a los santos a inhalar a Dios, a entrar en la vida de Cristo y a someterse a la autoridad de la Cabeza. Además de esto, nuestra obra debe perfeccionar a los santos y edificarlos.
Si laboramos de esta manera, no importará si permanecemos en una localidad o si nos marchamos a otro lugar, pues siempre habrá un grupo de creyentes que son edificados de manera sólida. Ésta es la clase de obra que estamos realizando. Si no laboramos de esta manera, nos convertiremos en un pastor o en un evangelista viajero; si laboramos en un solo lugar, nos convertiremos en pastores; y si viajamos a diferentes localidades, nos convertiremos en evangelistas viajeros.
Todos los días yo oro, diciendo: “Señor, no quiero ser un pastor ni un evangelista viajero”. Cuando las personas me pregunten cuál es mi ocupación, les diré que no soy ni un pastor ni un evangelista viajero; simplemente les diré que laboro conforme a mi porción. En palabras sencillas, mi porción consiste en impartir a Dios a los santos y en perfeccionarlos para que ellos sean edificados. Si todos podemos hacer esto, no importará si nos quedamos o si nos marchamos. Lo que importará es el contenido de nuestra obra y cómo laboremos. Ya sea que permanezcamos en un solo lugar o viajemos a muchos lugares, lo que en realidad cuenta es si forjamos a Dios en otros y si los perfeccionamos. En esto radican todos nuestros problemas.
El cristianismo se halla en una lamentable condición, pero nosotros hemos recibido la misericordia del Señor para ver la Nueva Jerusalén. Dios nos ha traído a un monte alto para que veamos la Nueva Jerusalén. Asimismo, Él nos ha llevado al desierto para que veamos la condición del cristianismo. El contraste entre la Nueva Jerusalén y el cristianismo me hace sentir una carga pesada. Además, la situación en nuestras reuniones y la condición de los servidores hacen que sienta una carga aún más pesada.
Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos muestre una clara visión que supere la condición del cristianismo y satisfaga Su necesidad. Entonces nuestra obra tendrá valor en esta era. De lo contrario, simplemente seremos pastores y evangelistas viajeros. Cuando realmente veamos una visión, nuestra obra sobresaldrá; no será una obra inferior. Además, tampoco seremos pastores ni evangelistas viajeros, sino ministros designados por Dios. Tendremos una porción y laboraremos conforme a ella.
Debemos ver estos dos puntos cruciales. En primer lugar, debemos ministrar a Dios y a Cristo. En segundo lugar, debemos perfeccionar y edificar a los santos. Si descuidamos estos dos puntos o uno de ellos, nuestro servicio no será conforme a la norma que se espera. En lugar de ser un obrero en la era presente, simplemente seremos un predicador del cristianismo tradicional. Estos dos puntos son muy serios: por un lado, ministramos a Dios, y por otro, todo lo que hacemos tiene por finalidad perfeccionar y edificar a los santos.
Si logramos captar estos dos puntos, las iglesias tendrán futuro y nuestra obra tendrá valor y superará la situación que impera en el cristianismo. En lugar de ser cristianos tradicionales del cristianismo, seremos obreros de la era presente que tienen una clara visión de lo que el Señor desea hacer en esta era. Debemos ser fuertes e impartir continuamente a Dios en los demás y conducirlos a disfrutar las riquezas de Cristo. Además de esto, debemos perfeccionarlos y edificarlos. De este modo, el lugar donde laboramos experimentará el crecimiento de Dios, no tendrá carencias en la edificación y continuamente se llevarán a cabo el perfeccionamiento y la edificación. Entonces un vaso será edificado, el cual podrá atraer y contener la bendición de Dios y distribuirla a otros. Esto es lo que debemos hacer hoy.
Debemos entender que el Señor no nos levantó para pelear con otros creyentes en cuanto a la interpretación de la verdad, ni siquiera en cuanto a los asuntos espirituales. El Señor nos ha levantado y nos ha bendecido por causa de la edificación de la iglesia. Debemos pelear la buena batalla y participar en la guerra espiritual por el bien de la edificación de la iglesia.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.