Autoridad y la sumisión, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-3690-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-3690-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Este es un asunto muy solemne. Servir a Dios y ofrecer fuego extraño son asuntos similares y, al mismo tiempo, completamente diferentes. El servicio a Dios se origina en El. Esto significa que el hombre sirve a Dios sujeto a su autoridad y, como resultado, es acepto. Pero el fuego extraño se origina en el hombre, y no requiere que uno obedezca la voluntad de Dios ni que se someta a Su autoridad. Sólo se necesita el celo del hombre, y el resultado será la muerte. Frecuentemente producimos muerte cuando servimos y cuando laboramos. En tales circunstancias debemos pedirle a Dios que nos ilumine. ¿Estamos bajo el principio del servicio o bajo el principio del fuego extraño?
Cuando Nadab y Abiú trabajaron separados de Aarón, trabajaron separados de Dios, debido a que la obra de Dios debe realizarse en coordinación y bajo autoridad. En el Nuevo Testamento vemos a Bernabé y Pablo, a Pablo y Timoteo, y a Pedro y Marcos. En todos estos casos vemos a una persona que toma la iniciativa y a una que ayuda y se somete. En la obra de Dios, algunos son establecidos para que ejerzan autoridad, y otros, para que se sometan a la autoridad. Dios desea que seamos sacerdotes según el orden de Melquisedec. De la misma manera, debemos servir a Dios según el orden de la coordinación bajo la autoridad.
Cuando una persona que no debe dirigir toma el liderazgo, se encontrará en rebelión y muerte. Por lo tanto, todo el que sirve a Dios y desconoce lo que es la autoridad, ofrecerá fuego extraño. Cuando alguien dice: “Si tal persona puede hacerlo, yo también”, está en rebelión. Dios no sólo presta atención a la existencia o ausencia del fuego, sino también al carácter del fuego ofrecido. La rebelión puede cambiar el carácter mismo del fuego. Lo que no provenga de las instrucciones de Aarón, es decir, del mandato divino, es fuego extraño. A Dios le interesa preservar Su autoridad, y no se preocupa sólo por el sacrificio. Por esta razón, el hombre debe seguir las instrucciones y complementar a la otra persona. La autoridad delegada sigue a Dios. Y los seguidores se someten a la autoridad delegada. Ni en los asuntos espirituales ni en la obra espiritual existe un servicio individual sino un servicio corporativo llevado a cabo en coordinación. La unidad del servicio se encuentra en la coordinación y no en el individualismo. Cuando Nadab y Abiú estuvieron en desacuerdo con Aarón, en realidad lo estuvieron con Dios. Ellos no podían prestar servicio separados de Aarón. Toda persona que viola la autoridad será consumida por el fuego de Dios. Ni siquiera el mismo Aarón sabía cuán serio era este asunto, pero Moisés sí sabía cuán serio era rebelarse contra la autoridad de Dios. Hay muchas personas que piensan que sirven a Dios. Pero laboran independientemente sin sujetarse a ninguna autoridad. Muchas personas han pecado sin darse cuenta de que están rebelándose contra la autoridad de Dios. Por esta razón, muchos evangelistas independientes que laboraron con cierta eficiencia en China, ocasionaron una gran pérdida a la iglesia.
Aarón y María eran los hermanos mayores de Moisés. En la familia, Moisés estaba bajo la autoridad de Aarón y de María. Pero en el llamado y en la obra de Dios, éstos estaban bajo la autoridad de aquél. Ellos no estaban de acuerdo con que Moisés se casara con una mujer cusita o etíope y, a raíz de eso, murmuraron contra Moisés, diciendo: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” (Nm. 12:2). Los cusitas o etíopes eran un pueblo africano; eran descendientes de Cam, y no estaba bien que Moisés se casara con una mujer de ese linaje. María era mayor que Moisés; estaba bien que ella corrigiera a su hermano basada en su relación familiar. Pero al hablar, ella tocó la obra de Dios y menospreció la posición de Moisés. En la obra Dios había puesto a Moisés como autoridad delegada. Fue un gran error que María y Aarón hablaran en contra de Moisés por motivos familiares.
Dios escogió a Moisés para que sacara de Egipto a los israelitas. Pero María menospreció a Moisés. Por lo tanto, Dios no se agradó de esto. Está bien que quisiera reprender a su hermano, pero no que hablara contra la autoridad de Dios. Ni Aarón ni María conocían la autoridad de Dios. Ellos desarrollaron un corazón rebelde al mantener una relación natural. Moisés no respondió nada, ya que sabía que si él era la autoridad delegada de Dios, no había necesidad alguna de defenderse. Cualquiera que hablara contra él, tocaría la muerte; así que no necesitó decir palabra. Mientras Dios le hubiera delegado Su autoridad, él no tenía que hablar. Un león no necesita protección porque es la autoridad. Moisés primero se sometió a la autoridad de Dios, y entonces pudo representar a Dios como autoridad. El era más manso que todos los hombres que había sobre la tierra (v. 3). La autoridad que Moisés representaba era la autoridad de Dios. Todas las autoridades son delegadas por Dios y nadie puede quitarlas.
Las palabras de rebelión subieron y fueron oídas por Dios (v. 2b). Cuando Aarón y María ofendieron a Moisés, ellos ofendieron a Dios, quien estaba en Moisés. Por eso, Dios se airó contra ellos. Cuando el hombre toca la autoridad delegada, toca a Dios en esa persona, y cuando ofende la autoridad delegada, ofende a Dios mismo.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.