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Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 68 Sección 2 de 4

II. COMO SACERDOTE

El versículo 13 nos dice que Cristo está “vestido de una ropa que llegaba hasta los pies”. Esta ropa es la túnica sacerdotal (Ex. 28:33-35), que representa la consumación de las virtudes divinas y los atributos humanos de Cristo (cfr. Is. 6:1, 3). Aunque la palabra sacerdote no se menciona aquí, sabemos por Su vestidura que Cristo es presentado aquí como Sumo Sacerdote. Hoy el Hijo del Hombre, Jesucristo, quien anda en medio de las iglesias, es el Sacerdote. Entre las tres funciones de sacerdote, profeta y rey, la más amada, íntima, preciosa y hermosa es la de sacerdote. El sacerdote es muy amado y apreciado porque él cuida a las personas. Cristo cuida a las iglesias al andar entre ellas.

III. NO LABORAR POR FUERZA,
SINO CUIDAR LAS IGLESIAS EN AMOR

El versículo 13 también dice que Cristo, el Hijo del Hombre, estaba “ceñido por el pecho con un cinto de oro”. ¿Ha visto usted alguna vez a alguien ceñido por el pecho con un cinto? Esto es muy significativo. Los sacerdotes del Antiguo Testamento se ceñían por los lomos para ministrar (Ex. 28:4). En Daniel 10:5 Cristo también se ciñe Sus lomos con oro fino. Pero aquí Cristo como nuestro Sumo Sacerdote está “ceñido por el pecho”. El pecho representa el amor. Estar ceñido por los lomos equivale a estar fortalecido para trabajar, mientras que estar “ceñido por el pecho” significa cuidar con amor. El trabajo de Cristo de producir las iglesias ya se cumplió. Ya no necesita ceñirse por los lomos para laborar. Lo que El hace ahora en medio de las iglesias es cuidarlas en amor. Esto requiere que El esté “ceñido por el pecho con un cinto de oro”. Este “cinto de oro” representa el poder divino. ¡Qué gran amor muestra El para con las iglesias al cuidarlas!

IV. EXISTE DESDE TIEMPOS INMEMORIALES

El versículo 14 dice que “Su cabeza y Sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve”. El cabello blanco indica edad avanzada (Job 15:10). El cabello negro con el cual el Señor es descrito en el Cantar de los Cantares 5:11 denota Su fortaleza inmarcesible y eterna; pero el cabello blanco con el cual se le describe aquí denota que El existe desde tiempos inmemoriales.

Aunque Cristo existe desde tiempos inmemoriales, El no es viejo. En este capítulo vemos que Su cabeza y Su cabello eran blancos como blanca lana y como nieve. La blanca lana es un producto natural de la vida, y la nieve desciende del cielo. La lana no es emblanquecida; es blanca desde que sale, y su blancura viene de su naturaleza. El blanco es el color de la naturaleza de Cristo. Su antigüedad procede de Su naturaleza. La nieve es blanca porque viene del cielo y no contiene suciedad ni mancha terrenal. Por consiguiente, la lana blanca, mencionada aquí y en Daniel 7:9, indica que la antigüedad de Cristo proviene de Su naturaleza, y no de Su vejez, mientras que la nieve indica que Su antigüedad es celestial, y no terrenal.

V. SUS OJOS MIRAN, OBSERVAN,
ESCUDRIÑAN, JUZGAN E INFUNDEN ALGO

En el versículo 14 vemos que Sus ojos son como llamas de fuego. En el Cantar de los Cantares 5:12 los ojos de Cristo son como palomas, es decir, expresan Su amor. Aquí “Sus ojos” son “como llama de fuego”, y con ellos observa y escudriña al juzgar con su luz. En este libro El no tiene dos ojos sino siete (5:6). El siete indica cumplimiento en el mover de Dios. Por consiguiente, Sus ojos en este libro tienen como fin la obra de Dios. Estos siete ojos Suyos son las “siete lámparas de fuego” que arden delante del trono, “las cuales son los siete Espíritus de Dios” (4:5; cfr. Dn. 10:6). El “fuego ardiente” equivale a la “llama de fuego” y su función es observar y escudriñar. Los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra también tienen como fin el mover de Dios en la tierra. Por lo tanto, los ojos de Cristo mencionados en este libro son los siete Espíritus de Dios que fomentan el mover y la obra de Dios en la tierra hoy.

Los ojos de Cristo miran, observan, escudriñan, juzgan al iluminar, e infunden algo. Tenemos que experimentar todos estos aspectos de Sus ojos, especialmente el aspecto de que nos infunden algo. Sus ojos nos infunden todo lo que El es. Estos ojos son una llama de fuego que arde continuamente. Esto lo podemos comprobar en nuestra propia experiencia. No ejercite su mente para entender esto; más bien compruébelo en su experiencia personal. Desde el día que fuimos salvos, los ojos de Cristo han sido como un fuego ardiente que nos alumbra y nos infunde lo que El es. Sus ojos también nos estimulan a ser fervientes. Después de que Cristo nos mira, jamás podemos volver a ser fríos como lo éramos antes. Al mirarnos nos encienden y nos estimulan en el Señor. Muchas veces el Señor viene a nosotros con Sus ojos penetrantes. Tal vez cuando tratamos de ocultar algo de nuestra esposa, el Señor viene con siete ojos brillantes que penetran nuestro ser y exponen nuestra verdadera condición. He tenido esta clase de experiencia centenares de veces. Cuando he estado discutiendo con otros, especialmente con los que me rodean, los ojos brillantes de Cristo han estado sobre mí, y no he podido seguir hablando. Su luz cerró mi boca.

El Apocalipsis es un libro que se caracteriza por el juicio. El fuego es usado en el juicio divino (1 Co. 3:13; He. 6:8; 10:27). “Nuestro Dios es fuego consumidor” (He. 12:29); Su trono es como llama de fuego y las ruedas del mismo son fuego ardiente, y un río de fuego procede de delante de El (Dn. 7:9-10). Todo esto tiene como fin el juicio. Los ojos del Señor son como llama de fuego y su fin primordial es juzgar (2:18-23; 19:11-12). Cuando El venga a tomar posesión de la tierra trayendo juicio sobre ella, hasta Sus pies serán como columnas de fuego (10:1).


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