Estudio más profundo en cuanto a la impartición divina, Unpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7461-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Tercero, inhalar el nombre del Señor Jesús no sólo es inhalar al Señor como el aire que respiramos, sino también beber al Cristo pneumático, quien es el agua viva (4:10, 14; 7:37-39). Por lo tanto, Él no sólo es nuestra vida y nuestro aire, sino también nuestra agua viva.
Además de esto, podemos comer al Cristo que está en la palabra viva de vida como alimento espiritual. El Señor dijo en Juan 6:63: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Es este Espíritu y esta vida lo que nos capacita para obtener el suministro de la vida espiritual. En 2 Timoteo 3:16 también se nos dice que toda la Escritura es dada por el aliento de Dios. Lo que Él exhala, nosotros lo inhalamos. De esta manera, recibimos el suministro de vida.
Aunque la Biblia contiene muchas enseñanzas y exhortaciones, cuando las recibamos, debemos recibir primero su suministro y después recibir la enseñanza. La mayoría de la gente recibe primero la enseñanza; pero eso no es lo correcto. La Biblia es el aliento de Dios; contiene el propio elemento de Dios, y es para nuestro suministro. En Romanos 10:5-8 Pablo citó la palabra de la ley en Deuteronomio 30:12-14. Allí él aplicó la palabra de la ley a Cristo, porque aunque era la palabra de la ley, ésta procedía de la boca de Dios, y Cristo es Aquel que salió de Dios. Por consiguiente, tanto la palabra escrita de la Biblia como la palabra viva de Cristo son la palabra de Dios. Cuando el Señor Jesús fue tentado, Él citó tres veces la palabra de Deuteronomio para resistir a Satanás. Él le dijo al tentador que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4:4). La palabra de Dios puede nutrir al hombre, porque la palabra de Dios es simplemente Cristo mismo.
Por lo tanto, cuando leamos la Biblia, debemos primero ejercitar nuestro espíritu para invocar el nombre del Señor antes de leer. De este modo, nuestro espíritu recibirá el suministro de Cristo. Entonces cuando usted trate de entender el significado de la palabra del Señor, recibirá más, porque Cristo no sólo le impartirá un suministro a su espíritu, sino que también abrirá su entendimiento e iluminará su mente para que entienda el significado de la palabra de Dios. Al final, el suministro que usted recibirá no sólo estará en su espíritu, sino que también estará en su mente, en su parte emotiva y en su voluntad. En esto consiste comer a Cristo como alimento espiritual.
Además, Cristo es también la vid verdadera. Nosotros somos pámpanos de Él, el árbol. Si permanecemos en Él para disfrutar de todas Sus riquezas, creceremos en Su vida. Si le inhalamos, le comemos y le bebemos, Su impartición divina entrará en nosotros para ser nuestro aire, nuestra agua viva y nuestro alimento espiritual. De este modo, podremos permanecer en Él para disfrutar de la abundante suministración que proviene de Él como vid.
Esto nos permite ver que inhalarle, comerle y beberle a Él es cierta clase de impartición. Permanecer en Él para absorber Sus riquezas es también una especie de impartición. Durante el día, en cualquier momento, en tanto que nos volvamos a Él, Su impartición continuará ocurriendo en nuestro interior.
Por esa razón, de ahora en adelante, tenemos que cambiar nuestro concepto. No sólo podemos orar-leer dos versículos en la mañana, sino que durante el día siempre podemos invocar el nombre del Señor. En cuanto contactamos la palabra del Señor o invocamos Su nombre, el suministro viene. Esto es aún más necesario en la vida matrimonial. Cuando dos personas viven juntas es imposible evitar los problemas. Por lo tanto, debo decirles un principio espiritual: cada vez que la otra persona lo contraríe y lo haga enojar, dígase a sí mismo que primero debe invocar al Señor Jesús. Ésta es una dosis todo-inclusiva. En el momento en que usted invoque, diciendo: “Oh Señor Jesús”, todo el enojo se irá. Cada vez que tengamos un problema, la mejor manera de tratarlo es invocar al Señor.
Si ustedes me preguntan por qué soy tan saludable, les diré que es porque siempre hago cierto ejercicio, el cual consiste en caminar un poco después de comer. Dar unos cuantos pasos me es de gran ayuda. Lo mismo sucede con respecto a nuestra vida espiritual. En medio de las ocupaciones de nuestro trabajo, si nos detenemos por unos minutos e invocamos al Señor y pensamos en Él un poco, seremos fortalecidos. Un himno dice que si le decimos sólo unas cuantas palabras al Señor, todo estará bien. Cada vez que afrontemos tentaciones, sólo debemos decirle unas palabras al Señor, y todo estará bien. Ya sea que la esposa esté enojada con el esposo, o el esposo haya sido maltratado por la esposa, no es necesario que ellos se digan ni una sola palabra. Siempre y cuando hablen con el Señor, el enojo desaparecerá. Esto es real y práctico. No debemos dejarnos afectar por algunas enseñanzas que dicen que uno debe ayunar o abstenerse de dormir para que algo suceda. Lo único que necesitamos hacer es sencilla y habitualmente invocar al Señor. Así, espontáneamente recibiremos un suministro de la vida del Señor. Si invocamos el nombre del Señor continuamente, le inhalamos, le bebemos, le comemos usando las palabras de la Biblia y permanecemos en Él para recibir Su suministro, creceremos en la vida de Dios.
Cuando disfrutemos y apliquemos la impartición divina de esta manera, habrá cinco resultados. En primer lugar, de nosotros correrán ríos de agua viva (Jn. 7:38-39). Segundo, produciremos frutos de vida (15:5, 16a). Tercero, apacentaremos los corderos del rebaño (21:15; 10:16). Cuarto, llegaremos a ser la novia de Cristo, que es el Cuerpo de Cristo como Su aumento (3:6b, 29-30). Quinto, llegaremos a ser el organismo del Dios Triuno procesado y así expresaremos al Dios Triuno mismo (15:1, 5, 8). Ésta es nuestra vida cristiana y también nuestra vida de iglesia.
(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Kota Kinabalu, Malasia, el 25 de octubre de 1990)
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