Ley del avivamiento, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7399-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Si conocemos la ley del avivamiento, contactaremos al Señor tan pronto nos sintamos oprimidos. Cuando tengamos contacto con Él, nuestro ser interior se elevará y seremos avivados. Si caemos en la vejez, simplemente debemos tener contacto con el Señor otra vez. Una vez que tengamos contacto con Él, nos sentiremos refrescados y experimentaremos un avivamiento. Si tocáramos al Señor cuando nos sentimos hambrientos, cansados, agotados, en una condición de sequedad, de vejez o de muerte, siempre tendríamos un avivamiento. Tendríamos avivamientos grandes y avivamientos pequeños. Es más, experimentaríamos varios avivamientos en un solo día. Además, como resultado de experimentar estos avivamientos frecuentes, creceríamos rápidamente; avanzaríamos según la ley de vida.
En la esfera física hay cuatro estaciones en un año, las cuales forman un ciclo. Cada primavera representa un gran comienzo, un gran avivamiento. Un año tiene trescientos sesenta y cinco días, y cada día es un ciclo pequeño. Por esta razón, cada mañana es un pequeño comienzo, un pequeño avivamiento. Además, las tres comidas que ingerimos dentro de las veinticuatro horas de un día también denotan pequeños avivamientos. Además de estos avivamientos, dormir y descansar también representan pequeños avivamientos. Por medio de estos ciclos continuos de avivamientos pequeños y grandes, nuestra vida física puede subsistir, crecer y ser fortalecida.
Este mismo principio también se aplica a nuestra vida espiritual. También experimentamos avivamientos grandes y pequeños en nuestra vida espiritual. Por ejemplo, cuando fuimos salvos, fuimos resucitados de la muerte y recibimos la vida de Dios. Éste fue un gran avivamiento. Cuando renunciamos a nuestro pasado y nos entregamos al Señor, tuvimos otro gran avivamiento. A raíz de estos grandes avivamientos nos llenamos de gozo y sentimos que nos remontamos al cielo. Cuando después de cierto tiempo perdemos este sentir, es el momento de tener un avivamiento que nos liberará de llevar una vida según nuestros sentimientos para vivir por fe y que nos permitirá introducirnos más profundamente en el Señor. Éste es un gran avivamiento. Por consiguiente, un cristiano tiene al menos tres grandes avivamientos: la salvación, la consagración y la liberación de vivir según sus sentimientos para vivir por fe.
Además de los grandes avivamientos, también en nuestra vida diaria experimentamos muchos avivamientos pequeños. Por ejemplo, si una hermana recibe un telegrama acerca de que su madre está gravemente enferma, la hermana estará abatida. Pero si ella conoce la ley del avivamiento, se dará cuenta de que este sentir es una señal que le insta a contactar a Cristo, a contemplarlo, a experimentarlo y a ganar más de Él. Una vez que experimente a Cristo de esta manera, ella será animada. Éste es un pequeño avivamiento. Veamos otro ejemplo. Un hermano quizás se sienta herido debido a que un colega del trabajo le dijo algo sarcástico y se mofó de él. Este sentir es una señal que le dice que tenga contacto con Cristo, eche su carga sobre Él y le disfrute en medio de este incidente. Si el hermano experimenta así a Cristo, de inmediato tendrá un pequeño avivamiento. Podemos ser avivados al menos tres veces al día: en la mañana, en la tarde y en la noche.
Además de estas situaciones que se presentan en nuestro medio ambiente exterior, también hay situaciones que tienen que ver con nuestro corazón. Digamos que una hermana siempre tiene una dulce comunión con el Señor, pero una mañana algo bloquea la comunión, y su dulce sabor desaparece. Como resultado, ella se siente muy triste. Este sentir es una señal, que le dice que debe procurar un avivamiento. Este sentir también hará que ella vea una debilidad suya, la cual la llevará a conocer una virtud de Cristo. Nuestras debilidades dejan al descubierto lo que nos falta con respecto a Sus virtudes. Por esta razón, podemos disfrutar a Cristo según nuestras debilidades. Esto describe un avivamiento. Podemos experimentar tales avivamientos varias veces en un día.
En 2 Corintios 12:10 el apóstol Pablo dijo: “Me complazco en las debilidades [...] porque cuando soy débil, entonces soy poderoso”. Pablo, cuando era débil, sabía cómo vivir por el poder de Cristo y, cuando sufría, sabía cómo percibir el gozo de Cristo. Pablo también sabía aplicar la ley del avivamiento; por esta razón, siempre se estaba avivando. Debemos conocer y aplicar esta ley, a fin de que también nosotros podamos experimentar ser avivados con regularidad. Ésta es la manera de ser salvos de sentirnos agobiados por nuestros problemas.
Un hermano podría dejar de asistir a las reuniones debido a que los problemas de sus hijos, la mala salud de su esposa y la condición financiera en que él se encuentra son una carga tan pesada que no puede soportarla. Por un lado, sentimos compasión por su situación. Por otro, no podemos justificar su proceder, porque el Cristo que moraba en Pablo también mora en este hermano. Pablo dijo: “Cuando soy débil, entonces soy poderoso”; por esta razón, este hermano debería ser capaz de decir lo mismo. Si este hermano conociera la ley de la vida espiritual, también podría decir que él es poderoso, cuando es débil. El Señor ha permitido que tal entorno sirva como una señal que le indica que necesita otro avivamiento. No es necesario que él ruegue por un avivamiento. En vez de ello, necesita ver que el Señor que mora en él es la resurrección y está lleno de poder; el Señor es capaz de romper las ataduras de la muerte. Este hermano necesita ver, creer y aceptar este hecho. Entonces será capaz de decirle a Satanás: “Si tú creas más sufrimientos y levantas más problemas, yo podré disfrutar más de Cristo. Cuando soy agobiado, entonces soy liberado; cuando soy débil, entonces soy poderoso; cuando me hallo en la miseria, entonces soy lleno de gozo”. Este hermano será avivado cuando mire a Cristo. Aun si sus medios de ganarse la vida no son estables, tal entorno no impedirá que él esté en las reuniones. Al contrario, cuando venga a las reuniones, estará lleno de vitalidad, con un espíritu liberado, y todo su ser estará rebosante y jubiloso. Él podrá dar testimonio, aún con lágrimas, de la manera en que el Señor lo visita y está con él en medio de sus dificultades. Podemos decir que éste es el testimonio de una persona que ha hallado y disfrutado al Señor, pero en realidad es el testimonio de una persona que ha experimentado otro avivamiento.
Si conocemos la ley del avivamiento, el hecho de ser avivados será un asunto sencillo. No necesitamos sentirnos agobiados ni oprimidos hasta que, no pudiendo soportarlo más, oremos con desesperación y eventualmente toquemos al Señor antes de poder levantarnos. Todo lo que necesitamos es conocer esta ley y saber que el Señor mora en nosotros con todas Sus riquezas. Cuando nos sentimos en muerte, agobiados u oprimidos, o cuando sufrimos un ataque en medio de nuestro entorno, debemos hacer uso del gran poder del Señor, y seremos avivados inmediatamente. Siempre y cuando conozcamos la ley del avivamiento, no será difícil comer cuando estemos hambrientos ni beber cuando estemos sedientos.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.