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Presentación actual de la manera ordenada por Dios y las señales acerca de la venida de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6646-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 7 Sección 2 de 3

EL ANTICRISTO

Mateo 24:3 dice: “Estando Él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron en privado, diciendo: Dinos, ¿[...] qué señal habrá de Tu venida, y de la consumación del siglo?”. En Su respuesta, hallada en los versículos siguientes, el Señor primeramente habló del anticristo. En el versículo 15 dijo: “Por tanto, cuando veáis la abominación desoladora, anunciada por medio del profeta Daniel, erigida en el lugar santo (el que lee, entienda)”. Esto definitivamente se cumplirá en los últimos tres años y medio de la era presente, que será el período de la gran tribulación, la segunda mitad de la última semana. En aquel tiempo la imagen del anticristo será erigida como un ídolo en el templo de Dios.

En 2 Tesalonicenses 2:3-4 Pablo también dijo: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y sea revelado el hombre de iniquidad, el hijo de perdición, el cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios, proclamándose Dios”. Esto nos muestra que antes de la consumación del siglo, el anticristo primero debe manifestarse; él jugará un papel decisivo en la última semana.

Apocalipsis 13:1 señala que la bestia, que representa al anticristo, subirá del mar Mediterráneo. Esta bestia tiene siete cabezas y diez cuernos. Apocalipsis 17:8-11 nos habla del origen de esta bestia. Las siete cabezas de la bestia son siete césares del Imperio romano. Según la historia, el Imperio romano tuvo un total de doce césares, pero sólo seis de ellos se mencionan en Apocalipsis, porque estos seis “han caído” (Ap. 17:10 y la nota), es decir, murieron de manera anormal, ya sea porque cometieron suicidio o fueron asesinados, y su trono fue usurpado. El anticristo, que es el séptimo césar, procederá de una de las naciones gentiles de los alrededores del mar Mediterráneo. Él contará con el apoyo de diez reyes, y todos ellos se unirán para formar un gran imperio, que será el Imperio romano restaurado. Él hará un pacto con Israel por siete años y les permitirá adorar libremente a Dios. Al cabo de tres años y medio, el anticristo será muerto temporalmente, y entonces el espíritu del quinto césar (Nerón) del Imperio romano subirá del abismo y entrará en el cadáver del anticristo para que sea resucitado y se convierta en el octavo césar. El anticristo entonces quebrantará el pacto y empezará a perseguir a los israelitas y a los cristianos. También establecerá su imagen en el templo (Mt. 24:15; 2 Ts. 2:4), hasta que la destrucción completa que está determinada sea derramada sobre el desolador, esto es, sobre el anticristo (Dn. 9:27).

El anticristo será entonces césar del Imperio romano restaurado. Una vez que él haga el pacto de siete años con Israel, empezará la última semana. Hoy en día esta última semana aún no se ha manifestado porque el Imperio romano aún no ha sido restaurado; sin embargo, al observar la situación mundial, pareciera que la restauración del Imperio romano es inminente. En los dos años pasados todos hemos visto el gran cambio en la situación mundial, un cambio que supera nuestra imaginación. En primer lugar, la Unión Soviética inició una reforma y declaró su abjuración al comunismo. Luego un buen número de países satélites se ha levantado para imitar esta acción. Ahora Alemania Oriental y Alemania Occidental se han unificado. Así, toda la situación en Europa está avanzando en dirección de lo profetizado en la Biblia a fin de que el Imperio romano sea restaurado. Cuando llegue ese tiempo, el anticristo se manifestará.

LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL

En Mateo 24 el Señor dio una clara revelación en cuanto a la restauración de Israel. En el versículo 32 Él dijo: “Mas de la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca”. Para los santos la higuera es una señal de la consumación de la era. En Mateo 21:19, durante Su última visita a Jerusalén, el Señor Jesús maldijo una higuera porque no pudo hallar fruto en ella. La higuera es un símbolo de la nación de Israel (Jer. 24:2, 5, 8). Debido a que Israel era una nación obstinada y rebelde y no tenía fruto que pudiera satisfacer a Dios, fue rechazada por Dios. En el año 70 d. C., Tito, el príncipe romano, trajo consigo un gran ejército para destruir a Jerusalén y el templo, tal como el Señor lo profetizó cuando dijo: “No quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mt. 24:2). Desde ese tiempo, los hijos de Israel fueron esparcidos entre las naciones. No sólo cayó su nación, sino que incluso perdieron su tierra. Humanamente, no había esperanza alguna de que la nación de Israel fuera restaurada. Sin embargo, la Biblia contiene una profecía en la cual la higuera que en otro tiempo había sido maldecida y se había secado volvería a estar tierna y brotarían sus hojas.

Cuando recién fui salvo, poco después del fin de la primera Guerra Mundial, se publicaron muchos libros acerca de las profecías bíblicas. Después de estudiar estas profecías, tuve dudas en mi corazón, pues me preguntaba cómo sería posible que la nación de Israel fuese restaurada. La Tierra Santa pertenecía completamente a los árabes, y el sitio del templo había estado ocupado por siete siglos. Sin embargo, puesto que esta profecía era la palabra de la Biblia, no me atrevía a rehusar creerla. En 1948 estuve trabajando en Shanghái. Un día en las primeras planas del periódico apareció una noticia que decía que la nación de Israel había sido restaurada. Cuando escuché las noticias, casi di un salto de emoción. La higuera ciertamente se había vuelto “tierna”. Luego, diecinueve años después, en 1967, durante la guerra de los seis días, Israel tomó posesión de Jerusalén; lo cual significaba que a la higuera le habían “brota[do] las hojas”. En aquel tiempo me sentí aún más emocionado, pues sabía que el verano estaba cerca, a la puerta, y que no faltaría mucho más para que ocurriera la plena restauración de la nación de Israel.


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