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Pensamiento central de Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7041-7
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LA NUEVA JERUSALÉN ES
UNA ENTIDAD VIVIENTE COMPUESTA
DE PERSONAS VIVAS

Veamos ahora lo que es la Nueva Jerusalén, el edificio divino, la ciudad santa. En primer lugar, la ciudad santa es una entidad viviente compuesta de personas vivas. Ella es edificada con personas vivas como su material, esto es, con los santos de la era antiguotestamentaria así como también con los santos de la era neotestamentaria. Sabemos que la Nueva Jerusalén es una entidad compuesta de personas vivas porque el relato divino nos dice que en las doce puertas de la ciudad están inscritos los nombres de las doce tribus de Israel (21:12) y que sobre los doce cimientos de esta ciudad están los nombres de los doce apóstoles del Cordero (v. 14). Las doce tribus de Israel representan a los santos del Antiguo Testamento, y los doce apóstoles representan a los santos del Nuevo Testamento. Es por ello que decimos que la Nueva Jerusalén es una entidad compuesta de todos los santos de la era antiguotestamentaria así como de la era neotestamentaria. De ahora en adelante no deben seguir creyendo que en este universo Dios esté edificando un lugar físico con cosas materiales. Después de haber creado los cielos, la tierra y todas las cosas, Dios aún no tiene un lugar donde descansar. Dios no estará satisfecho con un lugar de reposo que sea físico. Isaías 66:1 nos dice que incluso el cielo, donde está el trono de Dios, no es el lugar de reposo de Dios. ¿Cuál es el lugar de reposo de Dios? Según el siguiente versículo, éste es el espíritu contrito del hombre. Dios desea una morada viviente, esto es, una morada edificada con personas vivas.

De joven, me senté a los pies de algunos santos de mayor edad que enseñaban la Biblia conforme a la letra. Un día escuché un mensaje que decía: “La mansión celestial que el Señor está preparando para nosotros debe de ser un lugar estupendo. El Señor nos dijo que tan pronto como termine de edificarlo, vendrá para llevarnos allí. Puesto que Él lleva ya casi dos mil años fuera y no ha regresado, seguramente la mansión celestial aún no ha sido terminada. Ya que después de tanto tiempo el Señor aún no ha terminado el edificio, ¡imagínense cuán maravillosa será esa mansión!”. En ese entonces yo era tan niño que creí lo que escuché, e incluso me sentí emocionado, pensando que a cada uno de nosotros nos sería dada una mansión, como cantábamos en ciertos himnos. Este concepto acerca de la Nueva Jerusalén es completamente equivocado. El Señor desea obtener una morada viviente compuesta de personas vivas que son el material vivo.

En el cristianismo hoy los cristianos tienen un concepto muy errado acerca de la iglesia. Ellos piensan que la iglesia es un edificio físico. Esto es absolutamente un grave error. La iglesia no es un edificio físico, sino un edificio de personas vivas. Es una entidad viviente compuesta de los creyentes vivientes, quienes son los miembros vivientes. La iglesia no es una casa física; la iglesia es una casa viviente. El mismo principio se aplica a la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén no es un edificio físico, sino un edificio viviente compuesto de miembros vivos, de personas vivas. El Señor no desea una mansión física como Su morada; antes bien, Él desea obtener una entidad viviente compuesta de un grupo viviente de personas vivas que han sido redimidas, salvas, regeneradas, transformadas y cambiadas en todo aspecto, y conjuntamente formadas y edificadas como una morada viviente para Sí mismo. Éste es el lugar de reposo del Señor. Éste es el pensamiento más elevado, el pensamiento del plano más alto, en cuanto a la morada de Dios.

En ciertos lugares algunos amigos me han preguntado: “Hermano Lee, ¿podría por favor decirnos dónde estaremos los cristianos después de morir?”. Mi respuesta ha sido: “Hermanos, no es necesario que se preocupen por eso. No hay duda de que ustedes y yo somos preciosos a los ojos del Señor. Él nos guardará en el mejor lugar”. Hermanos y hermanas, no es necesario que nos preocupemos pensando dónde vamos a estar en el futuro; en vez de ello, lo que al Señor le preocupa mucho hoy es Su morada espiritual y viviente. Él procura obtener una habitación viviente conformada por todos los que han sido redimidos, regenerados y transformados, los cuales son también el material con el cual ésta será edificada.

La Nueva Jerusalén es la novia de Cristo y también la esposa de Cristo (Ap. 21:2, 9). ¿Cómo podría una mansión física ser una novia o una esposa? Cuando usted se case, ¿se casará con una casa o con una mansión? No, usted se casará con una persona viviente, con una persona que es una entidad viviente compuesta de miembros vivos. ¿Cómo podría una mansión física, que no tiene ni sentimientos ni pensamientos, ser su complemento? De la misma manera, ¿cómo podría una mansión física que no tiene corazón, mente, pensamientos ni deseos ser la pareja que complementa al Cristo vivo? Eso es absurdo. El Señor no se va a casar con una mansión física, sino con Sus redimidos, quienes juntos conforman Su novia, Su esposa.

El apóstol Juan nos dice que todos los que Dios el Padre ha dado al Señor, el Hijo, son la novia como aumento del Señor (Jn. 3:29-30). El apóstol Pablo también dice que él nos desposó como vírgenes puras a Cristo, nuestro Marido (2 Co. 11:2). Luego en Efesios 5 se nos dice que los maridos deben amar a sus esposas así como el Señor ama a la iglesia (v. 25). Estos pasajes de la Palabra nos muestran claramente que la novia de Cristo no es una casa física, sino la entidad viviente de los que han sido redimidos.

LA NUEVA JERUSALÉN:
EL TABERNÁCULO DE DIOS CON EL TEMPLO

Apocalipsis también nos dice que la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, es el tabernáculo de Dios (21:3). Para Cristo, ella es una novia; y para Dios, ella es un tabernáculo. La intención de Dios no es tener un tabernáculo edificado con madera y oro, ni un templo edificado con madera y piedras. La intención de Dios es tener un templo edificado con Sus hijos vivientes. Las Escrituras nos dicen que nosotros somos la familia y la casa de Dios (Ef. 2:19; 1 Ti. 3:15) y que somos el templo viviente de Dios (1 Co. 3:16; Ef. 2:21-22). Por un lado, somos la novia viviente que complementa a Cristo y, por otro, somos la casa viviente, el templo viviente, el tabernáculo viviente, la morada viviente, que satisface la necesidad de Dios. Nosotros somos la novia que satisface a Cristo, y somos el tabernáculo que le proporciona reposo a Dios.

Como hemos visto, el Antiguo Testamento es un relato de la historia del tabernáculo y el templo. Esto mismo se aplica al Nuevo Testamento. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él era el tabernáculo de Dios (Jn. 1:14) y Su cuerpo era el templo de Dios, que los judíos destruyeron en la cruz, pero que después el Señor levantó en Su resurrección en una escala mayor (2:19-21). Por lo tanto, la iglesia es el Cuerpo agrandado de Cristo, el templo agrandado de Dios. Finalmente, cuando llegamos a la conclusión final de todas las Escrituras, vemos un cuadro del tabernáculo y el templo. Esta ciudad es el tabernáculo máximo y final, y Dios mismo en Cristo es el templo. Por consiguiente, este cuadro es la conclusión de la historia del tabernáculo y el templo. ¿Cuál será la máxima expresión, la máxima consumación, del tabernáculo y el templo? Es la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, la cual es una entidad viviente compuesta de todos los santos de las eras del Antiguo y Nuevo Testamentos, de todos los escogidos, todos los redimidos. Todos aquellos que Dios salvó en Cristo por medio del Espíritu son los miembros que son edificados como Cuerpo, como una entidad corporativa y viviente, una ciudad corporativa y viviente, un vaso corporativo y viviente, que contiene a Dios en Cristo por medio del Espíritu, a fin de expresar al Dios Triuno.

Creo que ahora entendemos qué es lo que Dios desea hoy. Él desea obtener un grupo de personas que están mezcladas con Cristo, y que han sido transformadas a la imagen de Cristo y conjuntamente edificadas como una entidad corporativa, el Cuerpo, para contener a Cristo y expresarle. Como vimos anteriormente, al comienzo del libro de Apocalipsis se mencionan siete candeleros, los cuales son las expresiones locales de este Cuerpo, y al final tenemos la Nueva Jerusalén, la cual es un candelero grande y universal. Ésta es la consumación universal y máxima de la iglesia y su compleción, en la cual Dios es la luz, Cristo es la lámpara y la ciudad es el candelero que ha de expresar a Dios en Cristo. Éste es el pensamiento central de Dios, y ésta es la meta, el objetivo, de la obra de Dios hoy y la dirección hacia la cual ésta se encamina.


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