Información del libro

Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6926-8
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LA COMPLEJIDAD DE LA VIDA

La vida es extremadamente compleja. ¿Cómo la definiría usted? Hay muchas clases de vida: la vida vegetal, la vida animal, la vida humana, la vida angelical y la vida divina. Cuando Juan dijo: “En Él estaba la vida” (Jn. 1:4), ¿de qué clase de vida hablaba? ¿Y cuál es la diferencia entre la vida divina y la vida humana? Cuando una persona muere, ¿cuál es la vida que muere, y cuál es la que sigue existiendo?

TRES VIDAS

¿Cuántas vidas nosotros tenemos como cristianos? El Nuevo Testamento usa tres palabras griegas diferentes que se traducen “vida”. La primera de ellas es bíos, de donde proviene la palabra biología, el estudio de la vida. La palabra bíos se refiere a la vida de nuestro cuerpo que los médicos tratan. Otra palabra es psujé y se traduce “alma”; esta vida es diferente de la vida física. Cuando un hombre muere, su vida bíos muere pero su vida psujé sigue existiendo. La tercera palabra es zoé, que denota una especie de vida superior. Ésta es la palabra que Juan usó cuando dijo: “En Él estaba la vida”. No recibimos la vida zoé mediante nuestro nacimiento natural. Nosotros únicamente teníamos la vida bíos y la vida psujé. Pero Juan 3:16 nos dice que cuando creemos en el Hijo (es decir, cuando lo recibimos), recibimos la vida zoé.

Quizás algunos ejemplos nos ayuden a entender bien la diferencia entre estas vidas. Cuando usted no desayuna, siente hambre a media mañana. ¿Cuál vida en usted siente hambre? La vida bíos. Si ha comido bien, pero todavía siente hambre de poder disfrutar un poco de música o de pasarlo bien, ¿cuál vida siente hambre? En este caso es su vida psujé. Luego, supongamos que usted viene a la reunión de la iglesia y pasa un buen rato cantando y disfrutando. Después de esto, su vida psujé se siente satisfecha, pero en lo profundo de su ser sigue sintiendo un vacío, es decir, siente hambre. Ésta es su vida zoé que reclama a gritos ser satisfecha. ¿Por qué usted únicamente se preocupa por su vida bíos y su vida psujé, pero descuida la vida zoé?

Ciertamente nuestra experiencia nos confirma que tenemos estas tres vidas en nosotros.

CRISTO EN EL EVANGELIO DE JUAN

No solamente la vida estaba en esta persona que era tanto la Palabra como Dios (Jn. 1:1), sino que además “la vida era la luz de los hombres” (v. 4). En Juan 10:10 Él también dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Él se llamó a Sí mismo “el pan de vida” (6:48) y “el pan vivo que descendió del cielo” (v. 51). ¡Él es tantas cosas: la Palabra, Dios, la vida, la luz y el pan de vida!

Él es más que eso. En Juan 15 Él les dijo a Sus discípulos que Él era una vid; no un árbol muy alto que toca los cielos, sino una vid muy baja, que se extiende, incluso hasta los confines de la tierra. Él no es tan alto que nosotros no podamos alcanzarlo; no, Él es bajo y se extiende continuamente. Esta vida crece horizontalmente para llegar a toda la tierra habitada.

NO ES UNA PARÁBOLA

Hay quienes dicen que el cuadro descrito en Juan 15 es una parábola de nuestra relación con Cristo. Pero es más acertado decir que esta vid con sus ramas es un hecho espiritual y divino. Dios el Padre es un labrador que cuida de esta gran vid, la cual crece y se extiende por toda la tierra. Nosotros, los pámpanos, estamos aquí para ramificar a Cristo. Espero que ustedes vengan a las reuniones de la iglesia no para pasarlo bien; ése sería un motivo muy bajo. No estamos aquí para pasarlo bien, sino más bien para ramificar a Cristo.

Es mi anhelo que todos podamos estar en la realidad de esta visión. Es nuestro pasado lo que nos impide ver esta visión. Debido a nuestros antecedentes cristianos, naturales y nacionales, tenemos la impresión de que tenemos que hacer esto y aquello para Dios. Es por ello que pensamos, planeamos, programamos cosas y hasta nos mudamos de un extremo a otro del país. Sin embargo, las ramas simplemente permanecen donde están y viven la vid.

ES INVISIBLE PERO AL MISMO
TIEMPO ES MUY REAL

Cristo vive en nosotros, pero nosotros no lo vemos. ¿Cómo podemos comprobar que esto es real? En los primeros días de mi ministerio, prediqué el evangelio muchas veces. Una vez un profesor universitario se me acercó y dijo: “Señor Lee, su predicación es buena, y su doctrina es bastante filosófica. Lo que usted dice es lógico, pero ¿cómo puede usted demostrar que el Cristo que predica es real?”. Yo le contesté: “¿No tiene usted una vida interiormente?”. “Sí”, me contestó. Entonces proseguí preguntándole: “¿No es esa vida real? Si es real, entonces muéstremela. De lo contrario, no diga nada más”. Él no podía mostrarme su vida. Así que le dije: “Señor fulano, usted no es tan filosófico como cree. Tal vez tenga un doctorado en el área de ciencias, pero definitivamente no es un doctor de su propia persona. Dígame, ¿cuántos corazones tiene?”. Me contestó: “Señor Lee, ¿de qué está hablando? Todos sabemos que solamente tenemos un corazón”. Le dije: “Pues siento tener que decirle que está equivocado. Usted tiene dos corazones. Además del corazón físico que bombea su sangre, usted tiene un corazón con el que puede amar. ¿No es eso cierto?”. Esto lo convenció. Él tenía una vida, pero no podía mostrármela; y yo tengo a un Cristo muy real y viviente, pero no podría mostrárselo tampoco.

Como persona, Él puede ser invisible, pero Él también es la Palabra. Este libro llamado la Biblia difiere de todos los demás libros. Cuando lo leemos con un corazón abierto, encontramos que algo se mueve en nuestro interior. Esto se debe a que la Biblia es la Palabra de Dios. En ella el Cristo misterioso e invisible está corporificado. Cuando recibimos esta Palabra en nosotros, ella llega a ser el Espíritu. Luego, cuando el Espíritu fluye por medio de nuestro hablar, llega a ser nuevamente la Palabra. La Palabra y el Espíritu, los dos dones que Dios nos ha dado, son uno: Cristo mismo. Aunque no podemos tocar a Cristo, sí podemos tener contacto con la Palabra; aunque no podemos sentir a Cristo, sí podemos sentir al Espíritu. El Espíritu y la Palabra son los dos medios por los cuales podemos permanecer en Cristo.


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