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Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7011-0
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LA CONCLUSIÓN
DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE OCHENTA Y CUATRO

EL ESPÍRITU: SU VENIDA

(1)

A partir de este mensaje consideraremos la venida del Espíritu. Este asunto es un misterio. El Nuevo Testamento describe la venida del Espíritu a Juan el Bautista, a María, madre de Jesús, a Jesucristo, a los santos durante el período de transición entre la encarnación de Cristo y Su resurrección, y a los creyentes del Nuevo Testamento.

A. A JUAN EL BAUTISTA:
LO LLENA EN EL ASPECTO ECONÓMICO
PARA DARLE PODER

La venida del Espíritu Santo a Juan el Bautista fue la primera instancia en la que el Espíritu vino al pueblo de Dios en el Nuevo Testamento. Refiriéndose a Juan el Bautista, Lucas 1:15 dice: “Será grande ante el Señor. No beberá jamás ni vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre”. Lo dicho aquí que no bebería vino ni licor indica que Juan sería un nazareo (Nm. 6:1-4). En lugar de ser alguien que beba vino, él sería lleno del Espíritu Santo. El Espíritu Santo reemplaza al vino (Ef. 5:18).

El Espíritu vino a Juan el Bautista llenándolo en el aspecto económico. La palabra griega para “lleno” en Lucas 1:15 es plétho, que significa llenar exteriormente. Esto indica que Juan fue lleno del Espíritu exteriormente como poder para ejercer el ministerio. Debido a que Juan el Bautista fue lleno del Espíritu Santo en el aspecto económico para recibir poder, él pudo ministrar de tal modo que separase al pueblo para Dios y lo llevase de regreso a Dios mismo. La preparación del camino para la venida de Cristo requería que Juan el Bautista, Su precursor, fuese lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre, con el fin de que pudiese separar al pueblo para Dios de todo lo que no fuese Dios mismo, haciéndolos santos para Él con miras a Su propósito.

Juan el Bautista fue la primera persona en el Nuevo Testamento que fue llena del Espíritu Santo. Debido a que fue lleno del Espíritu Santo en el aspecto económico para recibir poder, él pudo cumplir lo dicho acerca de él en Lucas 1:16 y 17: “Hará que muchos de los hijos de Israel se vuelvan al Señor Dios de ellos. E irá delante de Él en el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y los desobedientes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. Esto daba cumplimiento a Malaquías 4:5, el cual profetizaba que Elías vendría. Se dijo de Juan el Bautista que iría delante del Señor en el espíritu y el poder de Elías. Por tanto, en cierto sentido, Juan puede ser considerado como “Elías, el que había de venir” (Mt. 11:14).

B. A MARÍA, MADRE DE JESÚS:
PARA CUBRIRLA CON SU SOMBRA
A FIN DE QUE JESÚS FUESE CONCEBIDO

Después que el Espíritu Santo vino a Juan el Bautista, el Espíritu vino a María, madre de Jesús, cubriéndola con Su sombra para que Jesús fuese concebido. Lucas 1:35 dice: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso también lo santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios”. El Espíritu vino a María con el único propósito de cubrirla con Su sombra a fin de que Jesús fuese concebido.

Como la sombra de la nube cubrió el monte de la transfiguración (Mt. 17:5) y el tabernáculo (Éx. 40:34, 38), el poder del Altísimo cubrió con su sombra a María. Según Lucas 1:35, podría parecer que el Espíritu Santo cubrió a María únicamente como poder para que ella concibiera al niño santo. Sin embargo, como veremos al considerar la venida del Espíritu a la persona de Jesucristo, se halló que María “estaba encinta por obra del Espíritu Santo”, de modo que lo engendrado en ella era del Espíritu Santo (Mt. 1:18, 20). Por tanto, el Espíritu vino a María y la cubrió con Su sombra de modo que algo del Espíritu Santo fue engendrado en ella.

C. A JESUCRISTO

1. Como esencia divina para
la concepción y el nacimiento de Jesús

La tercera instancia de la venida del Espíritu en el Nuevo Testamento es la venida del Espíritu de Jesucristo como esencia divina y como poder divino. Primero, el Espíritu vino como esencia divina a fin de que Jesús fuese concebido y naciera (Lc. 1:35; Mt. 1:18, 20). Ésta fue la venida del Espíritu en el aspecto esencial para la existencia y el ser mismo de Cristo en calidad de Dios-hombre. El Señor Jesús fue concebido de la esencia divina, y esta esencia constituyó Su ser.

En calidad de Dios-hombre, Cristo fue concebido del Espíritu Santo con la esencia divina. El Espíritu Santo es Dios mismo que llega al hombre. En la concepción del Dios-hombre, el Espíritu Santo entró en la humanidad. El Dios-hombre fue concebido del Espíritu Santo no solamente con la naturaleza divina, sino también con la esencia divina. Debido a que Jesucristo fue concebido del Espíritu Santo, Él posee la esencia divina, la esencia de Dios.

Refiriéndose a la concepción del Dios-hombre, Lucas 1:35 dice que el Espíritu Santo vino sobre María y que el poder del Altísimo la cubrió con su sombra. Según este versículo, podría parecer que el Espíritu Santo vino sobre María únicamente como poder para que ella concibiera al Señor Jesús. Sin embargo, Mateo 1:18 y 20 dicen que María “estaba encinta por obra del Espíritu Santo” y que “lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”. Esto indica que la esencia divina que procedía del Espíritu Santo había sido engendrada en el vientre de María antes que ella diera a luz al Señor Jesús.

Debido a que el Dios-hombre fue concebido del Espíritu Santo con la esencia divina y nació de una virgen humana con la esencia humana, Él poseía dos esencias: la divina y la humana. Tal concepción del Espíritu Santo en la virgen humana, realizada tanto con la esencia divina como con la humana, constituye una mezcla de la naturaleza divina con la naturaleza humana, lo cual produjo un Dios-hombre, uno que es el Dios completo y el hombre perfecto, y que posee la naturaleza divina y la naturaleza humana de manera distinguible, sin haberse producido una tercera naturaleza.

La concepción de Juan el Bautista y la de Jesús el Salvador son notablemente diferentes en cuanto a su esencia. La concepción de Juan el Bautista fue un milagro que Dios realizó con la esencia humana envejecida, lo cual fue hecho meramente por el poder divino, sin la participación de la esencia divina; esto dio como resultado un simple hombre que únicamente estaba lleno del Espíritu de Dios en el aspecto económico para recibir poder, pero que no tenía la naturaleza de Dios. La concepción del Salvador fue la encarnación de Dios (Jn. 1:14), no solamente constituida por el poder divino, sino también de la esencia divina, agregada a la esencia humana, produciendo así al Dios-hombre de dos naturalezas: la divina y la humana. A través de esto Dios se unió con la humanidad para poder manifestarse en la carne (1 Ti. 3:16) y ser nuestro Salvador (Lc. 2:11).


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