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Mensajes dados a los santos que trabajanpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7200-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 8 Sección 2 de 4

DIOS NOS IMPONE SUS REQUISITOS,
PERO MÁS QUE ESO, NOS PROVEE EL SUMINISTRO

En la Biblia hay muchos pasajes que hablan de los requisitos de Dios. Por ejemplo, tenemos los requisitos de las leyes del Antiguo Testamento. Sin embargo, debido a que el hombre es incapaz de guardar las leyes por su propio esfuerzo, tenemos a Cristo quien, como gracia, es nuestro suministro en el Nuevo Testamento. Además, el primer libro de los Evangelios, el Evangelio de Mateo, no es un libro que nos habla del suministro, sino de los requisitos. Más aún, sus requisitos son más elevados que los requisitos de la ley; se trata de los requisitos del reino. Mateo 5, 6 y 7 nos muestran que los requisitos del reino superan los requisitos de la ley. Los requisitos de la ley pertenecen a la letra, mientras que los requisitos del reino pertenecen a la vida. Si una persona no tiene la vida de Dios, definitivamente no podrá guardarlos. Sería como pedirle a un perro que viva como una persona, lo cual no es posible. A fin de que un perro trabaje y viva como un hombre, debe poseer la vida de un hombre. No sólo necesita tener la vida de un hombre, sino también recibir el suministro de vida del hombre. Es por ello que después de Mateo, cuando llegamos a Juan, ya no se mencionan más requisitos, sino que más bien se nos habla del suministro. Esto nos muestra que la ley nos impone exigencias, mientras que la gracia nos imparte el suministro; el reino nos exige hacer cosas, pero la vida nos da el suministro necesario. El Señor vino para ser este suministro de vida a fin de que podamos cumplir los requisitos del reino, llevar la vida del reino, ser el pueblo del reino y cumplir el propósito eterno de Dios en la tierra.

La Biblia nos presenta muy ampliamente estos dos asuntos de los requisitos y el suministro. No hay duda de que Dios desea que cumplamos ciertos requisitos, pero Él no espera que los cumplamos por nuestro propio esfuerzo. En primer lugar, Él nos hace exigencias a fin de mostrarnos que nosotros no podemos cumplirlas. Entonces Él entra en nosotros como nuestra vida a fin de darnos el suministro para que podamos cumplir Sus requisitos y llevar a cabo Su propósito eterno. Éste es un principio inviolable en la Biblia. Con respecto a nuestra situación externa, la vida de iglesia nos impone exigencias, pues nos exige pagar un precio; no obstante, en realidad estamos disfrutando, y recibimos a Cristo como nuestro suministro.

Además de los cuatro Evangelios y el libro de Hechos, los otros veintidós libros del Nuevo Testamento nos hablan acerca del suministro que disfrutamos en la vida de iglesia, el cual nos hace capaz de cumplir los requisitos de Dios. Lo que disfrutamos es a Cristo mismo; y este Cristo es la corporificación del Dios Triuno. Todas las riquezas y la plenitud del Dios Triuno moran en Cristo. Hoy en día este Cristo es el Espíritu vivificante que está en nosotros para ser nuestra vida a fin de abastecernos. Es sólo por medio de esta vida que podemos llevar a cabo nuestra comisión delante de Dios a fin de cumplir los requisitos de Dios.

Hay un pasaje de la Palabra en 2 Pedro 1 que es el más apropiado para la necesidad de los que disfrutan al Señor en la vida de iglesia hoy. Dice que el divino poder de Dios nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Además, a fin de que podamos disfrutar de esta vida y manifestar esta piedad, Él también nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas. No sólo nos da la vida y la piedad interiormente, sino que también nos ha concedido exteriormente un Nuevo Testamento. En este testamento tenemos a Dios y también las preciosas y grandísimas promesas. Estas promesas nos dicen que aunque los requisitos de nuestro Dios son muy elevados, Él quiere cumplirlos cabalmente en nosotros tanto interior como exteriormente. Por lo tanto, no tenemos que llevar una pesada carga ni estar preocupados por llevar la vida de iglesia. Lo único que tenemos que hacer es disfrutar al Señor de una manera sencilla. Entonces, independientemente de cómo nos dirija el Señor interiormente, simplemente lo haremos. Simplemente disfrutamos y laboramos sin ningún esfuerzo, sin llevar pesadas cargas y sin tener ninguna preocupación. El suministro de Dios siempre acompaña los requisitos de Dios. Si Dios nos impone un requisito, Él también nos dará el suministro. Éste es un principio inviolable y es lo que la Biblia enseña claramente.

DIOS NOS HA CONCEDIDO TODAS LAS COSAS
QUE PERTENECEN A LA VIDA Y A LA PIEDAD

Todos los que están aquí reunidos son santos que tienen un empleo. Cuando yo era joven, también tenía mi trabajo. Puesto que provenía de una familia pobre, tuve que trabajar desde que era adolescente. Después, fui salvo y, debido a que el Señor me llamó y me atrajo, me sentía muy contento de ser cristiano. Siempre que leía la Biblia, oraba o predicaba el evangelio, lo disfrutaba muchísimo. Pero a veces leía algunas palabras en la Biblia que me hacían sentir triste. Por ejemplo, la Biblia dice: “Sed santos, porque Yo soy santo” (1 P. 1:16). Asimismo dice: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt. 5:48). En otro pasaje dice: “El que no lleva su cruz y viene en pos de Mí, no puede ser Mi discípulo” (Lc. 14:27). Así que pensaba en mi corazón: “¿Cómo puedo ser santo? ¿Cómo puedo ser perfecto como mi Padre celestial? Además, que me pidan llevar la cruz para seguir al Señor me parece una tarea imposible. Sin embargo, no puedo simplemente olvidarme de ello e ignorarlo; no fui yo quien decidió ser cristiano”. Por esta razón, me sentía muy triste y preocupado.

Mi vida cristiana fue así año tras año. Cada vez más descubría que no era bueno. Si todavía tenemos alguna esperanza en nosotros mismos, eso prueba que todavía nos consideramos buenos. Finalmente, llegué al punto donde sentía que me conocía cabalmente y me di cuenta de que no tenía ninguna esperanza. No podía ser santo, no podía seguir al Señor, no podía vencer, no podía ser espiritual ni podía ser perfecto como Dios es perfecto. No podía lograrlo de ninguna manera.

Fue en ese momento que la luz de la Biblia me alumbró para que viera que Dios nunca dijo que somos buenos. Al contrario, estamos corrompidos hasta la médula. Es imposible que seamos santos y perfectos. Cuando me convencí de esto, entonces vino el suministro de vida. Vi que debido a que no era bueno, necesitaba a Jesús como mi vida. Después de esto, cuando leía la Biblia, la situación era diferente. Lo que anteriormente habían sido requisitos en la Biblia cambió en mi lectura y vinieron a ser palabras llenas de suministro. Recuerdo que en una ocasión hace unos treinta años, cuando trabajaba en Manila, estaba leyendo 2 Pedro 1, y mis ojos fueron abiertos para ver que el divino poder de Dios ya nos concedió todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. La vida y la piedad incluyen la santificación, la perfección, la espiritualidad, la vida vencedora y todos los requisitos de la Biblia. Por lo tanto, no tenemos que preocuparnos, pues todas estas cosas ya nos han sido concedidas.


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