Vida que vence, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-1-57593-909-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-1-57593-909-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Estoy juntamente crucificado con Cristo. Me rindo. Dios dice que soy absolutamente corrupto y yo también digo que soy absolutamente corrupto. Dios dice que soy absolutamente inútil, y yo también digo que lo soy. El dice que solamente merezco morir, y yo estoy de acuerdo con El. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Esto es un hecho. Es un hecho que ya no vivo yo, y también lo es que Cristo ahora vive en mí. ¿Por qué ya no soy yo quien vive? Dos menos uno es uno. Al sustraer a Adán lo que queda es obviamente Cristo solo. Antes vivíamos los dos juntos; ahora uno se ha ido y Cristo es el único que queda. Este es un hecho. ¿Pero cómo puede manifestarse este hecho? El único camino es la fe.
El evangelio de Dios nos muestra que Dios nos ha dado a Su Hijo. El Hijo de Dios ha llegado a ser nuestra justicia, nuestra redención y nuestra santidad. No tenemos que recibirlo como nuestra vida primero, y después esperar que El nos dé Su perfección, Su paciencia y Su mansedumbre. El ya es nuestra vida. La Biblia nos muestra que Cristo ya es nuestra Cabeza. Así como la cabeza se preocupa por el cuerpo, es responsable por él y lo gobierna, así mismo es Cristo para con nosotros. No necesitamos pedirle que sea nuestra Cabeza, y tampoco necesitamos pedirle que nosotros seamos Su Cuerpo. El ya es nuestra Cabeza, y nosotros ya somos Sus miembros. Esto requiere fe de nuestra parte. Por un lado, ya nos rendimos a El; pero, por otro, ¿creemos que Cristo es nuestra Cabeza y que tiene el lugar apropiado en nosotros siendo responsable por nosotros y rigiéndolo todo por nosotros? ¿Creemos que El es nuestra Cabeza como la Biblia lo dice, y que como tal El asume toda responsabilidad? La palabra de Dios dice que El es la Cabeza. ¿Creemos nosotros que El verdaderamente es nuestra Cabeza? ¿Creemos que ya no tenemos ninguna responsabilidad sobre nosotros y que de ahora en adelante El será responsable por todo, aun en este instante?
La palabra de Dios también nos muestra que El es la vid y nosotros los pámpanos. No dice que El será nuestra vid y nosotros seremos Sus pámpanos. No dice que nosotros llegaremos a ser Sus pámpanos y El llegará a ser nuestra vid en un futuro cercano o cuando nuestra condición espiritual mejore. Debemos llevar fruto de la misma manera en que El lleva fruto. Debemos estar llenos de virtudes de la misma forma en que El lo está. El nos da toda la savia, la vida y el poder para que llevemos fruto. El es la vid y nosotros ya somos los pámpanos. El nos suministra Su vida, Su santidad, Su perfección y todo lo que El es. Hermanos, ¿creemos esto? ¿Creemos que El es nuestra vid y nosotros Sus pámpanos? Al creer en El como nuestro Salvador fuimos completamente unidos a El. (Por supuesto, todavía había mezcla. Ahora, incluso la mezcla ha desaparecido). ¿Cree usted esto? Usted no tiene que tratar de hacer algo para unirse a El, porque Dios ya lo ha hecho una sola vid con el Señor. ¿Cree usted que El lo tratará de la misma forma que un árbol trata sus ramas? Usted no lleva fruto para El, sino que El lleva fruto por medio de usted.
Dios también nos ha mostrado que la unión entre el Señor Jesús y nosotros es como la relación entre la comida y nuestro cuerpo. El es la sangre que bebemos y la carne que comemos. El es quien sustenta nuestra vida. Así como el alimento suple todas nuestras necesidades interiores y así como morimos cuando somos cortados de este suministro, así mismo es el Señor Jesús para con nosotros.
Dios nos muestra en Su palabra que estamos unidos al Señor Jesús. El es nuestra Cabeza, nuestra vid y nuestro alimento. No tenemos que pedirle a Dios que nos dé poder para vivir como Jesús vivió. El ya nos dio a Su Hijo, quien es responsable por nosotros, vive por nosotros y es el poder de vida a nosotros. Dios nos lo dio a fin de que toda Su perfección, Su comunión, Su gozo y Sus riquezas, puedan expresarse en nuestro vivir. Antes no entendíamos esta verdad y tratamos de desarrollar nuestra propia santidad, negando así la santidad de Dios. Ahora por un lado, cesamos de nuestras propias obras. Pero esto no es suficiente. Dios dice que El nos dio Su vida. Debemos creer que El es nuestra vida. El puede expresar en nosotros todo lo que tiene. El nos dará todo lo que necesitemos. Necesitamos creer que El ya hizo esto.
La clave de la victoria es comprender que no es algo que viene gradualmente. Por fe sabemos que Cristo ha llegado a ser nuestra victoria. La victoria es simplemente Cristo, y la fe da sustantividad a todo lo que Cristo es en nosotros. La gracia de Dios nos ha dado al Señor Jesús. Lo único que nos queda por hacer es recibir por la fe lo que Dios nos dio. Cuando esto suceda, la vida, el poder, la libertad y la santidad de Cristo se manifestarán en nosotros.
Esta unión misteriosa ha sido lograda por Dios. El ha logrado que las riquezas inescrutables de Cristo, vengan a ser nuestras. ¿Creemos esto? ¿Creemos que todo lo que es de Cristo es nuestro ahora? ¿Creemos que Dios nos ha dado Su santidad, Su perfección, Su vida, Su poder y Sus riquezas? Dios nos ha unido a El y lo ha hecho nuestra Cabeza, nuestra vid y nuestro alimento. Ahora El es nuestra justicia, nuestra santidad y nuestra redención, y El vive por medio de nosotros. ¿Creemos esto? Dios nos invita a creer que nuestra unión con el Señor es la misma que Cristo tiene con El, y al mismo tiempo nos ordena que creamos. En tal unión, toda Su paciencia, Su mansedumbre, Su pureza y Su bondad vienen a ser nuestras. Así como creímos que El es nuestra justicia, ahora también debemos creer que El es nuestra santidad. Hermanos y hermanas, muchas personas han fracasado en este preciso asunto. A pesar de que conocen el camino que Dios nos da para ser victoriosos, no tienen fe. Saben que no tienen el poder, pero no conocen el poder de Cristo. Saben cuán corrupta es su propia carne, pero no ven que Dios les ha dado las riquezas de Cristo como un don.
¿Cómo recibimos un don? No necesitamos hacer nada, sólo recibirlo. Al creer en la Palabra de Dios, recibimos Su gracia. Este es el evangelio. Cuando recibimos algo por fe, el Espíritu Santo hace de nuestra fe el punto de partida de los milagros de Dios. Si un hombre nunca ha experimentado el poder de Dios, no lo apreciará tanto. Pero aquellos que lo han experimentado, conocen la realidad de esta fe. Cuando creemos que todo lo que está en Cristo es nuestro, el Espíritu Santo hace que todo ello venga a ser nuestro. ¡Cuán maravilloso es este evangelio! Todo lo que es de Cristo llega a ser nuestro por la fe. Por la fe, la vida perfecta de Cristo llega a ser expresada en nuestro cuerpo mortal día tras día. Por la fe, no sólo “ya no vivo yo”, sino que también “Cristo vive en mí”. Más allá de cualquier duda, Cristo vive en nosotros y en nuestro lugar. Pero esto sólo puede producirse por la fe.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.