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Lo que el reino es para los creyentespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7228-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 10 Sección 6 de 6

Tener gozo en el Espíritu Santo para con Dios

El reino de Dios también es gozo en el Espíritu Santo. Esto se refiere específicamente a nuestra relación con Dios. ¿Está usted siempre gozoso delante de Dios? Cuando yo lo vea a usted, si tiene un rostro triste, sabré que se ha salido del reino de Dios y que Dios no gobierna en su interior. Si Dios lo gobierna interiormente, puesto que Él está gozoso, usted también será una persona gozosa delante de Él.

JUSTICIA, PAZ Y GOZO EN EL ESPÍRITU SANTO
ES EL RESULTADO DE SER GOBERNADOS POR DIOS

Recuerden que cuando ustedes no son estrictos ni justos con respecto a sí mismos, ni tienen paz con respecto a los demás ni tampoco gozo delante de Dios, no están viviendo en el reino de Dios. Si permiten que Dios reine, sea el Señor, gobierne y tenga cabida en ustedes, serán absolutamente estrictos consigo mismos; no serán laxos, sino completamente justos.

Si permiten que Dios gobierne en su interior, su relación con los demás será pacífica y armoniosa, y no discutirán con nadie. Serán comprensivos y perdonadores. No importa cuánto otros lo ofendan a usted, usted los perdonará. Siempre soportará a los demás. De la manera que el Señor lo ha perdonado a usted, usted perdonará a otros (Ef. 4:32; Col. 3:13). Así como Dios no lo culpa a usted, usted no culpará a otros. El reino de Dios gobernará en su interior, y no le permitirá culpar ni condenar a nadie ni tener discordias con nadie. Si ustedes permiten que Dios los gobierne y tenga cabida en ustedes, estarán gozosos en su espíritu y en el Espíritu Santo.

LA SALVACIÓN CONSISTE EN SER TRASLADADOS
AL REINO DEL HIJO DEL AMOR DE DIOS

El primer aspecto del significado del reino de Dios es su soberanía, autoridad, gobierno y restricción, todo lo cual es celestial y espiritual. Todo creyente es salvo, no para ir al cielo, sino para entrar en el reino, es decir, en la soberanía, autoridad, gobierno y restricción del reino de Dios. Ser salvos no es como entrar en un lugar público con toda tranquilidad; antes bien, ser salvos equivale a entrar en el reino de Dios con sus correspondientes restricciones, autoridad, soberanía y leyes. En este reino no podemos ser descuidados; antes bien, debemos adherirnos a todas las leyes y normas propias del reino. Podemos comparar esto a los conductores de cualquier país de la tierra, a los cuales se les exige acatar todas las reglas de tráfico.

Sin embargo, hoy son pocos los cristianos que verdaderamente saben lo que es el reino de Dios. Al igual que los hijos de Israel en la era de los jueces, que no tenían rey (Jue. 17:6; 21:25), los cristianos de hoy no tienen el reino entre ellos. En otras palabras, no hay autoridad ni restricción entre ellos; cada uno actúa conforme a su propia voluntad. No son justos con respecto a sí mismos, no están en paz con los demás ni tienen gozo delante de Dios. Pueden reírse a carcajadas cuando cuentan chistes; pero cuando tienen que orar en la reunión de la iglesia o en la reunión de la mesa del Señor, tienen un rostro de tristeza y no pueden ser gozosos en el espíritu. ¿A qué se debe esto? La razón es que no han permitido que Dios los gobierne ni reine en su interior.

Aquel que es gobernado por Dios y se somete a la autoridad de Dios puede estar gozoso aun en medio de los sufrimientos y las dificultades. Él puede declarar: “Aunque mi corazón ha sido quebrantado, mi espíritu aún alaba a Dios. Aunque siento dolor, mi espíritu aún está gozoso. Esto se debe a que yo permito que mi Dios reine en mí, y a que me someto a Su autoridad. Soy una persona que está bajo la restricción y el gobierno de Dios porque soy salvo y he sido librado por Dios de la autoridad de Satanás y el reino de las tinieblas y he sido trasladado al reino del Hijo de Su amor”.

Hoy el reino del mundo es la autoridad de Satanás (1 Jn. 5:19); éste es un reino donde la gente se comporta relajada y despreocupadamente. Dios nos libró de este reino y nos trasladó al reino del Hijo de Su amor (Col. 1:13). Cuando el Hijo amado de Dios estuvo en la tierra, Su vivir y Su andar estaban bajo la autoridad de Dios. Él dijo una vez: “Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto” (Jn. 7:6). Ésta fue la respuesta que el Señor les dio a los que querían que Él fuera a Jerusalén para la fiesta. En esencia, Él les estaba diciendo: “Vosotros podéis ir a Jerusalén para la fiesta en el momento que queráis, pero para Mí no es el tiempo correcto de ir. Mi tiempo no está en Mis manos, sino en las manos del Padre. Él me restringe. Yo me sujeto a Su autoridad y estoy bajo Su gobierno”. Cuando somos salvos, somos trasladados al reino del Hijo del amor de Dios, en el cual somos restringidos y gobernados por Él de la misma manera que Él fue restringido y gobernado por Su Padre.

Por consiguiente, debemos tener claro que cuando somos salvos, nuestros pecados son perdonados, nuestro espíritu es regenerado y nosotros tenemos el amor de Dios; por consiguiente, somos capacitados para vivir en el reino de Dios, someternos a la autoridad de Dios y ser gobernados por Dios. De este modo, podremos llevar una vida que es justa con respecto a nosotros mismos, pacífica con respecto a los demás y gozosa en el Espíritu Santo delante de Dios.


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