Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098)por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7011-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Otro símbolo del Espíritu es la vestimenta. Como nuestra vestimenta, el Espíritu no solamente nos cubre sino que también es un “uniforme” que nos da autoridad. En Lucas 24:49 el Señor Jesús dice: “He aquí, Yo envío la promesa de Mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. Además de recibir el Espíritu de vida en el aspecto esencial, los discípulos todavía debían ser investidos de poder desde lo alto, esto es, tenían que recibir poder del Espíritu en el aspecto económico. Lo que tuvo lugar en Juan 20:22 está relacionado con la vida en el aspecto esencial, pero lo descrito en Lucas 24:49 está relacionado con el poder para el ministerio en el aspecto económico.
A fin de ser investidos de poder, debemos vestirnos del Espíritu como un uniforme, lo cual está tipificado por el manto de Elías (2 R. 2:9, 13-15). Por esta razón, algunos maestros de la Biblia han llamado al Espíritu de poder, representado por la vestimenta, el “Espíritu manto”, es decir, el Espíritu como un manto externo. En 2 Reyes 2 Eliseo tenía la expectativa de recibir el manto de Elías. Cuando Eliseo recibió este manto, ello fue indicio de que él había recibido el espíritu de Elías. En Lucas 24:49 el pensamiento del Señor Jesús es bastante similar, pues hace alusión al Espíritu manto. Por tanto, Él les dijo a los discípulos que ellos serían investidos de poder desde lo alto.
En Juan 4 y 7, el Espíritu está simbolizado por el agua viva. Juan 4:10 y 14 se refieren al agua viva. En el versículo 14 el Señor Jesús dice: “Mas el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que brote para vida eterna”. Después, en Juan 7:37 y 38 Él clamó diciendo: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. El versículo 39 explica: “Esto dijo del Espíritu”. En Juan 4:14 el Señor Jesús dijo que quien beba del agua que Él da, tendría en su ser una fuente de agua que brota para vida eterna. En el capítulo 7 vemos cierta progresión cuando el Señor añadió que todo aquel que beba de Él tendrá en su ser la corriente de ríos de agua de vida. Aquí el Señor no hizo referencia a un solo río, sino a ríos. El único río de agua viva es el Espíritu Santo, y de este único río fluirán muchos ríos.
Estos ríos de agua viva son las muchas corrientes de los diferentes aspectos de la vida (cfr. Ro. 15:30; 1 Ts. 1:6; 2 Ts. 2:13; Gá. 5:22-23) que se originan en un solo río, el río de agua de vida (Ap. 22:1), el cual es el Espíritu de vida de Dios (Ro. 8:2). Uno de los ríos es el río de la paz, y otros ríos son el gozo, la consolación, la justicia, la vida, la santidad, el amor, la paciencia y la humildad. Estos ríos de agua viva fluyen procedentes de las profundidades de nuestro ser. Éste es el Espíritu como agua viva.
Los símbolos del aliento, el viento, el viento recio que sopla, la vestimenta y el agua viva indican que necesitamos al Espíritu de muchas maneras diferentes. Necesitamos al Espíritu como aliento para nuestra vida espiritual, como viento para que nos traiga aire, como viento recio para que sople sobre nosotros, especialmente cuando estamos muertos y secos, como nuestra vestimenta para darnos autoridad y como agua viva para que bebamos.
El Espíritu también es llamado un don (Hch. 2:38; 10:45). Hay un don que nos fue dado por Dios, y este don es Él mismo como Espíritu de realidad. Por tanto, el Espíritu de realidad es un don que Dios nos ha dado gratuitamente.
Hechos 2:38 dice: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Aquí el don del Espíritu Santo no se refiere a algún don distribuido por el Espíritu, como se menciona en Romanos 12:6, 1 Corintios 12:4 y 1 Pedro 4:10, sino al don que es el propio Espíritu Santo, dado por Dios a los que creen en Cristo como don único que produce todos los dones mencionados en Romanos 12, 1 Corintios 12 y 1 Pedro 4.
El Espíritu Santo en Hechos 2:38 es el Espíritu todo-inclusivo del Dios Triuno procesado en Su economía neotestamentaria, tanto en el aspecto esencial para vida como en el aspecto económico para poder; este Espíritu es dado a los creyentes en el momento en que ellos creen en Cristo (Ef. 1:13; Gá. 3:2) y constituye la bendición todo-inclusiva del evangelio completo de Dios (v. 14), para que ellos disfruten de todas las riquezas del Dios Triuno (2 Co. 13:14).
Hechos 10:45 también habla del Espíritu como un don: “Los creyentes [...] se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo”. Al igual que en Hechos 2:38, el don del Espíritu Santo aquí se refiere al Espíritu Santo mismo, no a algo del Espíritu Santo que fuese dado a los creyentes como un don. Este don fue derramado por Dios procedente del Cristo todo-inclusivo, resucitado y ascendido. El derramamiento del Espíritu después de la ascensión de Cristo fue el descenso del Cristo resucitado y ascendido como Espíritu todo-inclusivo para llevar adelante Su ministerio celestial sobre la tierra a fin de edificar Su iglesia (Mt. 16:18) como Su Cuerpo (Ef. 1:23) para el cumplimiento de la economía neotestamentaria de Dios.
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