Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7893-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El versículo 18 del capítulo 5 dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien, sed llenos en el espíritu”. Estar embriagados equivale a estar llenos de vino en nuestro cuerpo, pero ser llenos en el espíritu significa ser llenos del Espíritu Santo en nuestro espíritu humano. No somos personas que están llenas de vino; somos personas que están llenas del Espíritu Santo en nuestro espíritu. Este vino divino, espiritual y celestial es el Espíritu, quien es Dios mismo. Necesitamos beber de Él todo el día. Somos bebedores del Espíritu que estamos llenos del Espíritu Santo en nuestro espíritu. El Espíritu Santo es el Espíritu que llena, el Espíritu que obra para fortalecer, renovar y llenarnos en nuestro interior.
Después que hemos sido fortalecidos, renovados y llenos en nuestro interior, somos equipados y hechos aptos para llevar a cabo la obra de combatir como ejército. Vemos este aspecto en el capítulo 6. El versículo 17 dice: “Recibid el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios”. El Espíritu aquí es el Espíritu que mata, la espada de Dios que da muerte al enemigo. Todos los asuntos mencionados anteriormente están en una secuencia apropiada. Efesios comienza con el Espíritu que revela, seguido por el Espíritu que une, edifica, fortalece, renueva y llena. Después de experimentar al Espíritu de todas estas maneras, somos hechos aptos para conocerlo como el Espíritu que mata.
El versículo 18 continúa, diciendo: “Con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda perseverancia y petición por todos los santos”. A fin de matar al enemigo, tenemos que orar. Si no oramos en el espíritu, no podemos combatir la batalla en pro de Dios. Por tanto, el Espíritu que mata es el Espíritu que ora.
Como introducción al libro de Efesios, Pablo nos dice que todas las bendiciones dadas a la iglesia son espirituales. Luego, él dice que el Espíritu del Cuerpo es el Espíritu que sella y las arras en nuestro interior. El Espíritu que mora en nosotros es el sello para testificar que somos la herencia de Dios, y Él también es el depósito, las arras, para garantizar que Dios es nuestra porción. Después de esto, Efesios nos muestra los distintos aspectos de la obra que el Espíritu que mora en nosotros efectúa en nuestro interior. Primero, Él nos revela las cosas divinas, nos une como uno solo y nos edifica juntamente como Cuerpo. Luego, Él hace la obra más fina y profunda de fortalecer nuestro espíritu para renovar nuestra alma y llenar todo nuestro ser. Él también nos equipa y nos hace aptos para la batalla. Él llega a ser el Espíritu que mata en nuestro interior a fin de que oremos en Él, y Él es el Espíritu que ora cuyo fin es combatir la batalla en pro de Dios para cumplir el propósito de Dios. Necesitamos orar en la presencia del Señor respecto a todos esos puntos. Él es el Espíritu que revela, el Espíritu que une, el Espíritu que edifica, el Espíritu que fortalece, el Espíritu que renueva, el Espíritu que llena, el Espíritu que mata y el Espíritu que ora. Ésta es la revelación del Espíritu que es del Cuerpo y para el Cuerpo.
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