Llevar fruto que permanece, tomo 2por Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6315-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Asimismo debemos prestar atención a nuestro carácter. Es difícil para nosotros recibir ayuda en cuanto a nuestro carácter. Es fácil guardar ordenanzas, y también es fácil aprender cosas nuevas, pero no es nada fácil cultivar debidamente nuestro carácter. Esto se debe a que cultivar el carácter está relacionado con el peso que tengamos en vida.
Todos hemos visto a los niños cantar himnos, y ciertamente nos hemos sentido muy conmovidos. Sin embargo, por mucho que nos conmuevan, aun al punto de derramar lágrimas, sabemos que son niños. Ellos pueden hacer todo lo posible por comportarse de cierta manera, y hasta pueden comportarse como adultos, pero por muy bien que se porten, siguen siendo niños. Su verdadera expresión externa no depende de lo mucho que ellos se esfuercen por actuar bien, sino del crecimiento normal de la vida que poseen. Debemos prestar atención a este principio.
Lo que verdaderamente ayuda a los demás está estrechamente relacionado con el peso espiritual que tenga nuestra vida. El hecho de que una persona sea indisciplinada en su carácter es una prueba de que su vida espiritual es inmadura. Cuando una persona llora o ríe, los demás pueden ver su inmadurez, mientras que cuando otra persona llora o ríe, los demás pueden ver su madurez. Las expresiones y sentimientos de gozo, enojo, tristeza y deleite que manifiesta una persona revelan el verdadero peso de su vida. Nadie puede aparentar al respecto. El desarrollo del carácter de una persona depende completamente de la vida.
Hace más de treinta años realizamos un entrenamiento en el que abarcamos treinta aspectos del carácter. En aquel entonces ciento veinte personas participaron de ese entrenamiento. Los que en ese entonces tenían veinticinco años ahora tienen cerca de sesenta. Sin embargo, a mi parecer su carácter hoy en día no es muy diferente de cuando tenían veinticinco. Algunos de ellos ahora están casados y tienen hijos, y hasta algunos de sus hijos ya se han graduado de la universidad. Sin embargo, el carácter de ellos no ha cambiado mucho, pues siguen siendo casi los mismos. Originalmente eran descuidados, y todavía siguen siendo descuidados de la misma manera. Esto despierta nuestra preocupación. Espero que los jóvenes, incluyendo a los entrenantes de tiempo completo, a medida que comienzan a servir al Señor, sean adiestrados en su carácter de una manera seria y estricta, negándose a aparentar y fingir lo que no son y ganando el verdadero peso en su vida interior.
Cuando conducimos una reunión de hogar, la primera impresión que las personas de ese hogar se llevan de nosotros no es el mensaje que les hablamos ni cómo les enseñamos, sino la clase de personas que somos. La primera impresión que ellas se llevarán de nosotros es si somos personas frívolas o personas de peso espiritual, si somos personas descuidadas o honorables. La Biblia nos dice que los ancianos y los diáconos, como aquellos que sirven al Señor, deben tener el mismo tipo de carácter, un carácter “honorable” (1 Ti. 3:2-4, 8). La palabra honorable es muy buena, pues significa sólido, de peso espiritual y de ningún modo liviano. Algunos dirán que los jóvenes simplemente son jóvenes, y que no podemos esperar que alguien que sólo tiene veinte años de edad sea una persona seria y honorable. No obstante, recuerden que ser honorable no depende de la edad, sino de cuánto peso espiritual una persona tiene y de cuánto del elemento de vida está en ella. Si lo que hay en usted es solamente “una bola de algodón”, no tendrá peso, pero si lo que tiene en su interior es oro, será una persona de mucho peso espiritual.
Por la manera en que una persona vive podemos discernir si ella es frívola y falta de seriedad, o si es una persona honorable y apropiada. Al respecto, una persona no puede ocultar ni fingir nada. El peso interior que tengamos dependerá de lo que haya en nosotros. Si tenemos mucho de Dios como oro, ciertamente tendremos peso; pero si nuestra vida es frívola y superficial, esto se debe a que no tenemos lo suficiente de Dios en nuestro ser. Hoy en día en la iglesia, todavía tenemos ciertos hermanos de edad cuyo comportamiento da a los santos la sensación de liviandad. Por consiguiente, lo que determina que seamos personas serias y honorables no es la edad, sino el hecho de que Dios como vida se añada más a nosotros.
Debemos aprender que salir a laborar no significa actuar ni aparentar, pues es algo que depende de nuestro vivir. El peso espiritual que tengamos espontáneamente llega a ser nuestro carácter. Nosotros somos ministros del nuevo pacto, personas que han sido regeneradas, santificadas, transformadas y conformadas por Dios, e interiormente llenas de Dios. En 2 Corintios 3:18 se nos dice: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. A la postre, todos seremos transformados a Su imagen. La palabra imagen, tal como se usa en el Nuevo Testamento, no se refiere simplemente a una semejanza externa, sino a la expresión externa del ser interior. La expresión de lo que somos es nuestra imagen; nuestra imagen es exactamente lo que somos interiormente en nuestro ser. Por consiguiente, ser transformados a la imagen del Señor no significa simplemente vernos como Él externamente. Comúnmente, diríamos que una foto de nosotros es nuestra imagen, pero según la manera en que la palabra imagen se usa en la Biblia, una foto por sí sola jamás podría ser nuestra imagen. Nuestra imagen no es simplemente nuestra semejanza externa, sino la expresión de lo que somos.
La sociedad hoy enseña a las personas a hacer cosas de manera externa en vez de prestar atención a lo que son interiormente. Sin embargo, ser un ministro no tiene que ver con lo que hacemos, sino con lo que somos. No se trata de corregirnos o adornarnos externamente; más bien, se trata de lo que somos, de nuestro ser. A menudo oímos a la gente decir que cierta persona deja una buena impresión en los demás. Esto no se refiere simplemente a la apariencia externa de la persona, sino a la impresión que ha dado por su comportamiento. La impresión que deja el ser interior de una persona en los demás es su imagen. Hoy, el propósito por el cual salimos a diferentes lugares a laborar es permitir que las personas vean nuestra imagen, nuestro verdadero ser.
Por lo tanto, nosotros, como ministros del nuevo pacto, debemos recordar que no somos personas de la letra, de ordenanzas, de enseñanzas o de ciertos métodos, sino más bien personas del Espíritu y de vida que manifiestan peso espiritual. Esto es lo que necesitamos ser.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.