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LA VISION INTRINSECA DEL CUERPO DE CRISTO
REVELADA EN EFESIOS 3

Ahora debemos ver la visión intrínseca del Cuerpo de Cristo revelada en Efesios 3, el cual es un capítulo muy rico y elevado. Digo esto porque dicho capítulo abarca dos puntos principales, cruciales y vitales, y a la vez muy dulces. Primero, dicho capítulo revela que el Cuerpo de Cristo es la consumación del disfrute que los creyentes tienen de las inescrutables riquezas de Cristo. Segundo, muestra que el Cuerpo de Cristo es la consumación de la experiencia que los creyentes tienen del Cristo ilimitado que hace Su hogar en el corazón de ellos.

La consumación del disfrute que los creyentes
tienen de las inescrutables riquezas de Cristo

Efesios 3:8 dice que Pablo anunciaba, ministraba, impartía, las inescrutables riquezas de Cristo como el evangelio. Ahora, las inescrutables riquezas de Cristo están siendo ministradas a nosotros. Podemos preguntarnos: “¿Qué son las inescrutables riquezas de Cristo?” Primero, estas riquezas se componen de todo lo que Cristo es. El es Dios, es hombre y es el Hijo; además, El es el Padre. Isaías 9:6 dice que Cristo, el niño que ha nacido y el hijo que nos ha sido dado, es el Dios fuerte y el Padre eterno. El también es el Espíritu. En 1 Corintios 15:45 dice que el postrer Adán, Cristo, fue hecho Espíritu vivificante. Además, Cristo es amor, vida, luz, justicia, santidad, poder, fuerza, poderío, paciencia y humildad. El es la realidad de todos los atributos divinos y las virtudes humanas. El Señor incluso es nuestro tiempo, pues El fue nuestro ayer, es nuestro hoy y será nuestro mañana. Cristo lo es todo para nosotros. El es nuestro aire, nuestra comida, nuestra bebida, nuestra luz y nuestro vestido.

Además, Cristo tiene un nombre muy especial: El es el eterno “Yo soy” (Jn. 8:58; Ex. 3:14). Todo lo que necesitamos, El lo es para nosotros. ¿Necesitamos sabiduría? El Señor nos diría: “Yo soy”. En ocasiones les he dicho a mis nietos que necesitan confiar en el Señor Jesús para sus tareas escolares, y que El es la verdadera sabiduría. ¿Necesitamos paciencia? El también es la paciencia.

Las riquezas de Cristo no se componen sólo de lo que El es, sino también de lo que El tiene. Cristo tiene lo que El es. Todo lo que El es, El lo posee. El es poder y tiene poder. Tal vez alguien piense que él mismo es sabio, pero ¿dónde está su sabiduría? Dicha persona no tiene lo que dice ser. Pero Cristo sí tiene todo lo que El es. El es luz y tiene luz; El es amor y tiene amor; es vida y tiene vida; es poder y tiene poder. Lo que Cristo tiene, se compone de lo que El es, y todo lo que El es, El lo tiene.

Además, las riquezas de Cristo incluyen lo que El ha realizado, logrado y consumado. ¡Cuánto ha logrado El! El creó el universo, efectuó la redención, consumó la resurrección y ahora está en los cielos. El también ha alcanzado y obtenido ciertas cosas. Por ejemplo, El llegó a los cielos y a la meta eterna de Dios, y obtuvo la gloria y el honor de Dios, la autoridad, el señorío, el reinado, el reino, el trono, etc. Todo lo que El es y tiene, todo lo que ha logrado, alcanzado y ha obtenido, ¡todo está incluido en Sus inescrutables riquezas!

Debemos anunciar las inescrutables riquezas de Cristo como el evangelio. En su primera epístola, Pedro dijo que, cuando nosotros los sacerdotes del Nuevo Testamento predicamos el evangelio, anunciamos las virtudes de Cristo. Predicar el evangelio es anunciar las virtudes de Cristo; Sus virtudes son el verdadero evangelio. Cristo tiene muchas virtudes, tales como la misericordia, la bondad, la gracia, el amor y el perdón. ¿Tenemos nosotros la virtud de perdonar? Cuando algunos santos se ofenden, parece que recuerdan esa ofensa por la eternidad. ¿Qué esposo verdaderamente ha perdonado a su esposa? ¿Qué esposa verdaderamente ha perdonado a su esposo? Quizás la esposa le diga a su esposo que lo ha perdonado, pero al hablar con su madre, le dice que nunca podrá olvidar lo que él hizo. El único que verdaderamente puede perdonar, es Dios. Perdonar es olvidar. Si no nos hemos olvidado de la ofensa, eso significa que realmente no hemos perdonado. Cristo no sólo perdona nuestros pecados, sino que también los olvida. Esta gran virtud es parte de las riquezas de Cristo.

Debemos predicar a Cristo anunciando Sus virtudes. Algunos de los entrenantes que participan en nuestro entrenamiento no sabían qué decirles a las personas cuando salieron a visitarlas. Si no sabemos qué decir, eso significa que no conocemos a Cristo. Si le conocemos adecuadamente, tendremos muchas cosas de qué hablar. Por ejemplo, podemos decir: “Queridos amigos, Jesucristo es el Salvador. El tiene muchas virtudes, una de las cuales es el perdón”. Luego, podemos hablarles acerca de Su perdón. Pablo dijo que él fue comisionado por Dios, designado por El, para anunciar las inescrutables riquezas de Cristo a los gentiles (Ef. 3:8). Los judíos despreciaban a los gentiles, pero Dios comisionó a Pablo para que les anunciara las inescrutables riquezas de Cristo. Esta comisión era su apostolado y mayordomía. Llevar a cabo la economía eterna de Dios era el negocio de Pablo, su trabajo. Pablo escribió catorce epístolas del Nuevo Testamento anunciando estas riquezas. El Nuevo Testamento tiene sólo veintisiete libros, de los cuales catorce fueron escritos por Pablo. ¡Qué anuncio presentan estas catorce epístolas! Ellas están llenas de las inescrutables riquezas de Cristo.

Al recibir estas riquezas inescrutables, somos enriquecidos con ellas y llegamos a ser ricos. Cuando las riquezas de Cristo son expresadas, llegan a ser Su plenitud. La iglesia es la plenitud de Cristo, Su expresión. Al disfrutar tales riquezas, llegamos a ser Su plenitud y lo expresamos. La iglesia, como Cuerpo de Cristo, la plenitud de Cristo, es el resultado del disfrute que los creyentes tienen de las inescrutables riquezas de Cristo.