Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7932-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Desde el principio Dios ha tenido una intención, pero esta intención fue desatendida por todo el linaje humano. Cuando el Señor Jesús vino, Él laboró para restaurar la intención de Dios y para traer a las personas de regreso al principio. Finalmente, la iglesia fue producida para prestarle toda su atención a la intención original de Dios. No obstante, poco después de que la iglesia fue establecida, también la iglesia desatendió la intención de Dios.
Tras la degradación de la iglesia, el Señor hizo un llamado a los vencedores en el libro de Apocalipsis (2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21). Según Su intención original, Él prometió a estos vencedores que les daría a comer, esto es, a comer del árbol de la vida (2:7), a comer del maná escondido (v. 17) y a cenar, tener un banquete, con Él (3:20). La promesa que el Señor hizo a los vencedores nos recuerda tres ocasiones importantes relacionadas con la comida en el Antiguo Testamento: (1) comer el árbol de la vida en el huerto de Edén, como símbolo para el hombre creado por Dios, (2) comer el maná como una bendición dada al pueblo de Dios cuando anduvieron errantes en el desierto y (3) comer el producto de la buena tierra en las fiestas anuales.
Comer del árbol de la vida significa comer según la intención original que Dios tenía en el huerto del Edén; comer el maná significa disfrutar del alimento que el pueblo de Dios comía diariamente en el desierto, y tener un banquete con el Señor significa disfrutar del rico producto en la buena tierra. Cuando los hijos de Israel entraron en la buena tierra, comenzaron a disfrutar del rico producto de la buena tierra (Jos. 5:12). Luego Dios les ordenó que celebraran tres fiestas al año, a saber: la Fiesta de la Pascua (la Fiesta de los Panes sin Levadura), la Fiesta de Pentecostés (la Fiesta de las Semanas) y la Fiesta de los Tabernáculos (Dt. 16:16). La promesa que el Señor hizo en el libro de Apocalipsis nos trae de regreso a la intención original de Dios en el principio.
La intención de Dios en la Biblia es muy básica, pero ha estado escondida por siglos. Génesis 1 nos dice que Dios creó al hombre a Su propia imagen y que le dio el dominio sobre todas las cosas creadas (v. 26). Dos palabras aquí son muy importantes: imagen y dominio. Dios creó al hombre a Su propia imagen, y Dios le dio al hombre dominio sobre todas las cosas, en especial sobre la tierra y sobre todo lo que se arrastra. La Biblia luego nos dice que Dios puso a este hombre frente al árbol de la vida (2:9). Muchos árboles estaban en el huerto, y todos eran buenos para comer, pero solamente un árbol fue designado con el nombre el árbol de la vida.
Colosenses 1:15 nos dice de forma maravillosa que Jesús es la imagen de Dios. Este versículo nos trae de regreso a Génesis 1, donde el hombre fue hecho a la imagen de Dios. ¿Quién es la imagen de Dios, y qué es la imagen de Dios? Según Colosenses 1:15, Cristo es la imagen de Dios. El hombre fue creado a la imagen de Dios, y la imagen de Dios es Cristo. Por tanto, el hombre fue hecho según Cristo. ¡Esto es maravilloso! Debemos estar impresionados profundamente con estas dos palabras imagen y dominio. Dios hizo al hombre a Su propia imagen y le dio a éste el dominio sobre toda la tierra.
En Génesis 2 Dios formó el cuerpo físico de Adán del polvo de la tierra (v. 7a). Según los médicos, el cuerpo físico del hombre contiene todos los elementos de la tierra, incluyendo sal, cobre, hierro, azufre y muchos otros elementos. Esto comprueba que el hombre es simplemente polvo. Entonces, después de haber creado el cuerpo del hombre, Dios sopló en su nariz aliento de vida (v. 7b). Según el texto hebreo, la palabra aliento en Génesis 2:7 es la misma palabra traducida “espíritu” en Proverbios 20:27, que dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre”. Dios infundió aliento de vida en el cuerpo de polvo del hombre, y este aliento es el espíritu del hombre. Después que Dios sopló en el cuerpo del hombre, formando así el espíritu del hombre, éste llegó a ser un alma viviente.
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