Cómo estudiar la Bibliapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0539-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Podemos recorrer todas las parábolas de la Biblia. Después de estudiar cuidadosamente algunas, nos daremos cuenta de que existen ciertos principios para interpretarlas. No las podemos interpretar a nuestro antojo. Una vez que identifiquemos el principio, sabremos interpretar otras parábolas.
Cada parábola tiene un tema y puntos secundarios. Para interpretar una parábola se debe distinguir entre la idea principal y los temas secundarios. El tema principal se debe interpretar punto por punto. Los pensamientos accesorios se pueden interpretar en detalle o se pueden pasar por alto. Por ejemplo, el Señor relató siete parábolas en Mateo 13. La primera es la parábola del sembrador. Sólo hay una clase de semilla, pero cuatro clases de tierra. La palabra es la misma, pero los corazones son diferentes; éste es el tema. Tenemos que prestar atención a la palabra y a las cuatro clases de corazones. Otros aspectos, tales como el significado de las aves que se comen la semilla o el significado de la proporción en que la buena semilla se multiplica, no son cruciales. Algunas semillas se pueden multiplicar a mil por uno, o a mil doscientos por uno. Pero el Señor no da ninguna explicación al respecto, lo cual indica que la proporción en que se multiplica no es crucial. Si prestamos atención al tamaño de las aves, la altitud a la que vuelan, o a la proporción exacta de multiplicación de la semilla, iremos por el rumbo equivocado. Para interpretar las parábolas, lo primero que debemos hacer es distinguir el tema de las añadiduras.
Otro punto digno de notar es que las parábolas no se deben interpretar literalmente. Por ejemplo: en la parábola del sembrador, es obvio que el sembrador, el campo y la semilla no son entes físicos. Las parábolas tienen su significado espiritual y se deben interpretar espiritualmente. Sin embargo, esto no significa que a todos los elementos de la parábola se les deba atribuir un significado espiritual, sino que sólo el tema principal se debe interpretar espiritualmente. Los puntos secundarios se pueden interpretar literalmente. Ciertas personas tratan de interpretar el tema principal y también los puntos menores. Esto no es correcto. La primera ocasión que el Señor nos habla por parábolas se halla en Mateo 13, y luego nos da la interpretación de la primera. No interpretó todos los aspectos. Sólo explicó ciertos puntos. El explica que “la buena tierra” se refiere al corazón del hombre, y que buena se refiere al estado de ser noble y bueno (Lc. 8:15). Sabemos que el tema es el corazón noble y bueno. El Señor no se extendió dando el significado de las palabras “dando fruto”, pues no es el pensamiento principal. Si nos enfrascamos en los detalles, perderemos de vista el significado espiritual del pasaje y nos iremos por un rumbo equivocado. No es fácil interpretar las parábolas. Debemos buscar la luz en cada una de ellas para interpretarlas apropiadamente.
Debemos prestar especial atención a los milagros del Señor Jesús, y podemos, obviamente, estudiar los demás milagros. En el Antiguo Testamento podemos estudiar los de Elías y de Eliseo, y en el Nuevo Testamento los de Pablo. Si tomamos los milagros como un tema especial y los estudiamos, encontraremos que cada milagro tiene sus características. Por ejemplo, hay una diferencia entre el milagro de sanar al ciego y el de sanar al cojo. La sanidad del cojo se relaciona con la vista, los ojos, mientras que la sanidad del cojo tiene que ver con el poder, la capacidad de caminar. Para estudiar estos milagros, primero tenemos que notar las características especiales de cada caso y luego observar la manera en que el Señor se conduce frente a ellos. Esto nos dará una idea de la manera en que El hace frente a los problemas espirituales.
El Señor vinculó la enseñanza espiritual con algunos milagros. Por ejemplo, en el caso del hombre que nació ciego en Juan 9, el Señor claramente dijo que El haría que los que no ven, vean, y que los que ven, sean cegados (v. 39). Y una vez más, en el caso de la resurrección de Lázaro, dijo claramente que El es la resurrección y la vida (11:25).
Algunos milagros no van acompañados de enseñanzas. De todos modos, los milagros mismos contienen enseñanzas, como el caso del cojo que fue sanado. Cuando el Señor lo sanó, le dijo: “Tus pecados te son perdonados”; pero no se detuvo allí, sino que añadió: “Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa”. El hombre se levantó, tomó su camilla, y salió delante de todos (Mr. 2:3-12). Vemos el principio espiritual de que no es suficiente que nuestros pecados sean perdonados; debemos tener la manifestación de las señales de vida y la facultad de andar espiritualmente. Una persona que ha sido perdonada no puede decir que no puede levantarse y andar. Todos los que han sido perdonados, ciertamente andarán. El perdón viene antes de andar, y andar, a su vez, es el resultado del perdón. Este es un cuadro bastante claro.
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