Estudio-vida de Jeremías y Lamentacionespor Witness Lee
ISBN: 978-0-73636366-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En Jeremías 2:13 Jehová dice de Su pueblo: “Dos males ha cometido Mi pueblo: / me han abandonado a Mí, / fuente de aguas vivas, / a fin de cavar para sí cisternas, / cisternas rotas, / que no retienen agua”. En este mensaje sobre el pecado que Israel comete contra Jehová y el castigo que Jehová inflige a Israel, consideraremos estos dos males cometidos por Israel.
El primer mal cometido por Israel fue el de abandonar a Jehová, fuente de aguas vivas.
En el libro de Jeremías, Jehová Dios se considera a Sí mismo como Marido de Su amado pueblo elegido, Israel, y considera a Israel como esposa Suya. Por tanto, Jeremías 2:1—3:5 puede ser considerado como la conversación entre un esposo y su esposa.
“Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: / Me acuerdo de ti, de la bondad de tu juventud, / del amor de tu noviazgo, / cuando me seguías en el desierto, / en tierra no sembrada” (2:2). Hubo un tiempo correspondiente al noviazgo, un día nupcial, para Jehová e Israel; y Jehová, el Marido, todavía recordaba aquel tiempo de amor.
“Israel era santidad a Jehová, / primicias de Su aumento” (v. 3a). La palabra aumento aquí se refiere al producto de la tierra. Dios obtuvo cierto incremento procedente de la tierra que era el producto de la misma, e Israel era las primicias de este producto. En calidad de primicias, Israel era valioso para Dios. Dios valoraba a Israel como santidad a Él, como las primicias de Su aumento procedente de Su campo.
“Así dice Jehová: / ¿Qué iniquidad hallaron en Mí vuestros padres, / que se alejaron de Mí, / y anduvieron tras la vanidad / y se hicieron vanos?” (v. 5). La palabra vanidad en este versículo se refiere a los ídolos. Israel anduvo tras la vanidad, y ellos mismos se hicieron vanos; ellos adoraron ídolos y, como resultado, se hicieron como nada.
Israel también olvidó a Jehová, quien los hizo subir de Egipto conduciéndolos por tierra de yermos y de sombra de muerte e introduciéndolos en la tierra de campo fructífero (vs. 6-7).
“Los sacerdotes no dijeron: / ¿Dónde está Jehová? / Los que se ocupan de la ley no me conocieron; / los pastores transgredieron contra Mí, / y los profetas profetizaron por Baal / y anduvieron tras lo que no les aprovechó” (v. 8). Los sacerdotes no sabían dónde estaba Dios, y los que se ocupaban de la ley no conocían a Dios. ¿Cómo podrían ocuparse de la ley de Jehová si no le conocían? Esto es imposible. Además, los pastores, los gobernantes, transgredieron contra Jehová, y los profetas profetizaron por Baal, esto es, en el nombre de Baal, un ídolo. Ésta fue la situación en que se encontraba el pueblo de Israel.
“¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, / aunque ellos no son dioses? / Sin embargo, Mi pueblo ha cambiado su gloria / por lo que no les aprovecha” (v. 11). Aquí las palabras su gloria significan “su Dios”. El pueblo cambió a su Dios por los ídolos, por aquello que era vano y no les aprovechaba.
Fue algo malo y amargo que el pueblo de Israel dejase a Jehová su Dios (v. 19). Ellos abandonaron a Aquel que era la fuente de aguas vivas y lo dejaron por los ídolos.
Finalmente, al abandonar a Jehová, fuente de aguas vivas, el pueblo de Dios fue como la esposa de Jehová que cometió fornicación con muchos amantes (3:1). Israel comprendió que Jehová era su Marido, pero continuaba cometiendo fornicación con muchos amantes, con muchos ídolos. Así era la condición pecaminosa en que se encontraba Israel.
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