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Evangelio de Dios, Elpor Watchman Nee

ISBN: 978-1-57593-940-7
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 26 Sección 3 de 4

LA GRACIA DE DIOS NO ESTA RELACIONADA
A LOS LOGROS DEL HOMBRE

Ahora hay otra cosa más. No todo lo que el hombre hace es pecado. A los ojos de Dios, todos los hechos del hombre son pecados, pero a los ojos del hombre, muchas cosas que él hace son logros. Algunos consideran que al ser grandes pecadores, no pueden recibir la gracia. Otros piensan que al pecar, tienen que mejorar antes de recibir la gracia. Por favor, vean la diferencia que hay aquí. El primer grupo dice que han pecado y que por lo tanto están descalificados para recibir gracia. Este grupo está completamente en la esfera negativa. El segundo grupo es un poco más positivo. Ellos dicen que son pecadores pero que recibirán gracia si sólo se comportan mejor. Ellos creen que deben alcanzar un cierto nivel de conducta y cumplir ciertos logros antes de que puedan recibir la gracia. En la mente del primer grupo, el problema es el impedimento de gracia. En la mente del segundo grupo, el problema radica en cómo obtener la gracia. Algunos creen que los delitos nos impiden de recibir la gracia de Dios. Otros creen que los logros nos capacitan para obtener la gracia de Dios.

Amigo, ¿sabes qué es la gracia? La gracia es incondicional. Es gratis, y no se da con base en ninguna razón. Es la obra de amor de Dios la cual nos concede a nosotros los pecadores. Si la gracia de Dios estuviera relacionada a los logros del hombre, la naturaleza de la gracia se perdería inmediatamente. Mientras quede un rastro de logro en nosotros, Dios debe recompensarnos conforme a nuestros logros. Dios es justo. Y puesto que El es justo, es recto. El tiene que recompensar al hombre conforme a sus logros. Pero si la dádiva de Dios es una recompensa o premio, deja de ser gracia. Tan pronto aparecen los logros, tiene que haber recompensa y la gracia queda excluida. Si un hombre trabaja para usted por un mes y usted le paga por un mes, el pago no se puede considerar un regalo; es una recompensa. El ha hecho algo por usted; es su logro. Si es un logro, el pago no es gracia, sino una recompensa. Cuando hay recompensa, no hay gracia.

Romanos 4:4 lo deja bien en claro: “Al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”. Los delitos no impiden que recibamos gracia; por el contrario, nos dan la oportunidad de recibir la gracia de Dios. Los logros no nos ayudan a recibir la gracia de Dios; por el contrario, anulan la naturaleza de la gracia de Dios. Si no es gratuito, no es gracia. Si no es dada sin razón y causa, y como un regalo, no es gracia. Si hay alguna razón o causa envuelta, si incluye un precio, o si hay algo de obra, el asunto de recompensa aparece inmediatamente porque Dios es justo. Una vez que la recompensa aparece, la naturaleza de la gracia se pierde.

Si usted está en una posición por encima de Dios, o una igual a Dios, no puede recibir la gracia. Por eso Romanos 4 dice claramente que nadie puede venir ante Dios y decir que ha hecho esto o aquello, y por lo tanto pedir gracia sin vergüenza. Si una persona dice que no es como otros que han extorsionado o que son injustos, que él ayuna por lo menos dos veces a la semana, que aunque no haya dado el diezmo, por lo menos ofrece un cinco por ciento de lo que tiene, él no puede recibir la gracia de Dios. ¿Qué es gracia? Déjenme explicarles esto en una manera enfática: la gracia consiste en recibir sin razón. Una vez que hay una razón, se convierte en recompensa. Si usted tiene algún logro, el asunto de la recompensa aparece y la gracia queda excluida. Debemos prestar atención a este asunto.

Todavía hay otra oración en Romanos que es muy clara en este punto: “Mas si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia” (11:6). Alguien en mi familia una vez dijo que debíamos dar un regalo a un doctor al final del año. Cuando pregunté por qué, se me dijo que dos meses atrás mis dos hermanos menores estaban enfermos y ese doctor les ayudó. Por ser un amigo, este doctor no aceptó nada de dinero por sus servicios. Por lo tanto, teníamos que comprarle algo. “En ese caso”, dije, “no le estamos dando algo, sino devolviendo algo”. ¿Por qué? Porque hubo una obra y una deuda. Estrictamente hablando, lo que dábamos era una devolución de lo que debíamos.

Amigos míos, si tenemos algún logro ante Dios, sea grande o pequeño, la salvación de Dios se convertirá en un pago de una deuda y no será gracia. Gracias a Dios que no hay nadie que pueda afirmar ante Dios que ha logrado algo. Gracias al Señor que somos salvos por gracia. Si yo, Watchman Nee, me salvara por mis logros, nunca podría decir: “Dios, te agradezco porque me has dado gracia”. Más bien diría: “Dios, soy salvo porque Tú has pagado Tu deuda”. Podría decir orgullosamente que soy salvo por los logros. ¿Por qué nadie se puede salvar por los logros? Porque Dios quiere quitar todo orgullo del hombre, para que el hombre no haga nada mas que agradecerle y alabarle. Una vez que se levanta el tema de los logros, la gracia ya no es gracia.

Por favor recuerden que Dios no puede retener la gracia del hombre por causa de sus delitos. Tampoco puede reducir Su gracia para el hombre a causa de sus delitos. El tiene que dar y no puede reducir Su dádiva. La gracia no está relacionada a los delitos. ¿Y qué en cuanto a los logros? En la gracia no hay posibilidad de mezcla con nada, incluyendo la naturaleza de los logros. La gracia no es el pago de la deuda de Dios por nosotros. No es que Dios nos debía algo para que ahora nos esté pagando. Algunos quizá digan: “Sr. Nee, nosotros no somos tan extremistas. Aunque no nos animamos a decir que venimos a Dios sólo por nuestros logros, usted tiene que creer que necesitamos ciertos logros ante Dios. Es imposible no tener nada. Debemos hacer una pequeña obra, y después Dios puede rellenar nuestra falta. Haremos lo que mejor podamos, y Dios hará el resto”. Amigos míos, no podemos decir esto. La gracia no es el pago de una deuda de Dios. De la misma manera, tampoco gracia es el pago exagerado de la deuda, como si Dios le debiera cinco dólares, pero ahora le devuelve diez. La gracia es como alguien cuando le da un vestido nuevo. No es como alguien emparchando su vestido roto. Si la gracia es emparchar, ha perdido su posición, y su naturaleza está anulada.

Déjenme repetir de nuevo que la gracia no tiene nada que ver con los logros. El hombre ve naturalmente que algunas personas son mejores y otras son peores. Por lo tanto, él cree que los mejores requieren menos de la gracia de Dios y los peores requieren más de la gracia de Dios: un parche grande para un agujero grande y un parche más pequeño para un agujero más pequeño. Pero tal concepto no existe en la Biblia.

¿Quién ha pecado? Creo que todos nosotros conocemos la frase de corazón: “Por cuanto todos pecaron”. ¿Por qué todos pecaron? Es porque “carecen de la gloria de Dios” (Ro. 3:23). Si la Biblia dijera que todos pecaron porque todos violaron los Diez Mandamientos, habría una diferencia entre grandes pecadores y pequeños pecadores, pues algunos transgredirían nueve mandamientos mientras otros transgredirían sólo uno. Si la Biblia dijera que todos pecaron porque todos fueron destituidos de la costumbre de la sociedad o por la ley del lugar, aún habría algunos que son buenos y otros que no lo son tanto. Pero es extraño, la Biblia dice que todos han pecado porque están destituidos de la gloria de Dios. ¿Qué es entonces la gloria de Dios? Si usted quiere entender lo que es la gloria de Dios, tiene que entender Romanos del 1 al 8. La gracia de Dios está relacionada a la gloria de Dios. La gracia busca al hombre en el nivel más bajo, y la gloria lleva al hombre al nivel más elevado. Romanos 1 al 3 nos dice cómo el hombre ha pecado. Luego, después de presentar el camino de salvación por el Señor Jesús en los capítulos del tres al cinco, la crucifixión de Cristo en los capítulos seis y siete, y la obra del Espíritu Santo al principio del capítulo ocho, Romanos nos dice lo siguiente al final del capítulo ocho: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó ... Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (vs. 29-30). La salvación consiste en que Dios saca a un pecador del fango del pecado y lo lleva hasta la gloria. Aunque somos justificados, sabemos que la justificación no es suficiente. La justificación no es la meta de la salvación de Dios para nosotros. Dios no se detendrá hasta que estemos en la gloria. Entonces, Romanos 1 al 8 comienza con los pecados y termina con la gloria.

¿Qué significa estar destituido de la gloria de Dios? Significa que uno no puede entrar en la gloria. Todos pecaron porque no pueden entrar en la gloria. Si todos han pecado porque no honraron a sus padres, usted puede encontrar a algunos que deshonran “mucho”, otros que deshonran “más o menos” y otros que deshonran “poco”. Tal vez de los 400 millones de chinos, hay 400 millones de clases diferentes de deshonra. Pero en cuanto a ser destituidos de la gloria de Dios, o sea, no poder entrar en la gloria, usted y yo somos exactamente lo mismo. Tal vez usted sea un moralista y yo un criminal. Como criminal no puedo entrar en la gloria, y usted tampoco puede entrar en la gloria como moralista. Entonces, ante Dios todos son destituidos de Su gloria, y nadie está calificado para entrar.

Usted puede ir a la calle y decirle a cualquiera que él ha pecado. Si él dice que no ha pecado, usted le puede preguntar si piensa que puede entrar en la gloria. Por supuesto, él no sabrá qué es la gloria. Si estamos en la luz de Dios, y si tenemos un poco de conocimiento de la Escritura, sabremos que no estamos calificados para entrar. Ninguno de nosotros puede entrar.

Hace dos meses, mientras estaba en Hong Kong, estaba el campeonato mundial de tenis. Las graderías de la cancha de tenis podían recibir sólo de quinientos a seiscientos espectadores. Las otras ochocientos personas no pudieron entrar y tuvieron que permanecer afuera. El problema no radicaba en que si tenían dinero o no, si eran hombres o mujeres, amos o esclavos. Ninguno de ellos pudo entrar. Fuese rico o pobre, culto o ignorante, hombre o mujer, eso no importaba. La diferencia que había entre ellos y los que estaban adentro no radicaba en que si eran ricos o pobres, hombres o mujeres, cultos o ignorantes. El problema radicaba en que no podían entrar.

De la misma manera, sea usted moral o no, o sea usted gentil o no, esa no es la cuestión. La cuestión está en que si usted puede entrar en la gloria o no. Todos aquellos que no pueden entrar en la gloria son pecadores y están descalificados ante Dios. Dios ha puesto al mismo nivel a todos. Tenemos un terreno en Jen-ru. Hace poco tuvimos que poner pasto allí. Para hacer eso tuve que emplear a unos trabajadores para nivelar la tierra. La pregunta hoy radica en que si podemos entrar o no. No importa si usted es moral o no, usted no puede entrar en la gloria. Dios ha nivelado a todos. ¿Por qué Dios ha nivelado a todos? Gálatas 3:22 nos dice que “la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los que creen”. Dios ha encerrado todo bajo pecado. Todos se han convertido en pecadores, para que todos los que creen en Jesucristo puedan recibir la gracia de Dios. Dios ha nivelado a todos para que El pueda mostrar gracia para con todos.

Romanos 11:32 dice: “Porque Dios a todos encerró en desobediencia, para tener misericordia de todos”. Dios ha encerrado a todos en desobediencia. El los ha nivelado a todos. ¿Para qué? Para mostrar misericordia para con todos. Entonces, los logros ante Dios no tienen lugar. Todos están al mismo nivel.

Romanos 3:9 dice: “¿Qué pues? ¿Somos nosotros mejores? ¡No, en absoluto! Pues ya hemos acusado tanto a judíos como a griegos, que todos están bajo pecado”. El veredicto de Dios dice que tanto judíos como gentiles están bajo pecado. No hay lugar en lo absoluto para los logros. En las porciones de las Escrituras que acabamos de leer, vemos que todo ha sido encerrado o sujetado en pecado y en desobediencia a fin de que podamos ir a Dios para recibir la gracia y la misericordia. ¿Qué es la gracia de Dios? La gracia consiste en que Dios da al hombre lo que no merece. La gracia de Dios no da al hombre más de lo que merece o algo mejor de lo que merece. Gracia simplemente radica en que Dios le da al hombre lo que él no debería tener y no merece.


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