Cómo administrar la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6251-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La mejor herramienta que Satanás utiliza para realizar su obra anuladora en la iglesia es los vientos de enseñanza. Por lo tanto, debemos oponernos a cualquier viento de enseñanza y guardarnos de ellos. ¿Qué es un viento de enseñanza? Es cualquier predicación que no tenga a Cristo como el centro y al Hijo de Dios como contenido. Independientemente de los versículos que alguien cite en su predicación y de la base bíblica que tenga su enseñanza, si su predicación no tiene a Cristo como centro ni al Hijo de Dios como contenido, es un viento de enseñanza. El contenido de la Biblia es Cristo, y Cristo es el centro de la Biblia. Si quitáramos a Cristo de la Biblia, la Biblia quedaría vacía. Hoy en día, muchas personas toman un versículo o pasaje de la Biblia y dan un mensaje tras otro, pero no toman la Biblia misma como contenido. Aunque seleccionan cierto material de la Biblia, no toman la Biblia como contenido. En consecuencia, su predicación se basa en la Biblia sólo en nombre, mas no en realidad. Cualquier predicación que verdaderamente se base en la Biblia debe tomar a Cristo como centro y al Hijo de Dios como contenido. De lo contrario, miles de mensajes supuestamente bíblicos, no lo serán, sino que en realidad serán vientos de enseñanza.
Cualquier mensaje que no tenga a Cristo como centro, que no tenga al Hijo de Dios como contenido, que no conduzca el hombre a Cristo y que no infunda a Cristo en el hombre es un viento de enseñanza. Efesios 4:14 nos habla de la astucia y las artimañas de Satanás; él utiliza los vientos de enseñanza como su herramienta. Todo lo que se hace con astucia, es hecho de manera fina y detallada. Los mensajes atractivos del cristianismo a menudo son producidos por Satanás después de un largo período de consideración, a fin de lograr su propósito. Satanás cumple su propósito mediante su sistema de error.
Si hemos visto esto, cuando escuchemos un mensaje no lo examinaremos usando el criterio de la elocuencia ni tampoco admiraremos las expresiones atractivas, la belleza del lenguaje usado ni el poder que se tiene para inspirar a los oyentes, porque aunque éste sea un mensaje muy atractivo, también puede ser un truco de Satanás para engañarnos. Cuando escuchamos un mensaje o un testimonio de alguno de los hermanos y hermanas, debemos tomar a Cristo como centro y al Hijo de Dios como contenido, y preguntarnos si dicho mensaje o testimonio nos hace tener contacto con Cristo y ser llenos de Él interiormente. Si no es así, entonces debemos tener claro que ese mensaje tan atractivo es nada menos que la astucia y las artimañas de Satanás. Si podemos tener esta clase de discernimiento, habremos dejado de ser niños.
Es posible que alguien sea un orador muy elocuente, al grado en que sea capaz de hacer derramar lágrimas a su audiencia, aunque no hable nada de Dios ni de Cristo. Aunque esta clase de predicación sea inspiradora, según Efesios 4:13-14, no es otra cosa que las artimañas del maligno. Satanás usa el hablar elocuente para crear vientos de enseñanza que sacuden a los santos y los alejan de Cristo. Tal vez algunos digan que están derramando lágrimas porque aman al Señor; no obstante, amar al Señor es algo que puede diferir en grado. Algunos tal vez amen al Señor por muchos años sin conocer a Cristo como vida y sin vivir en Él. Esta clase de persona puede fácilmente ser conmovida cuando escucha mensajes debido a su parte afectiva. Independientemente del centro o contenido de los mensajes, él es fácilmente conmovido. Si hablamos acerca de los números en la Biblia, como por ejemplo, el número seiscientos sesenta y seis y las setenta semanas, él será conmovido; y si hablamos acerca de los himnos, también será conmovido. Tales personas son conmovidas debido a la elocuencia y el lenguaje usado. Por lo tanto, aunque aman al Señor y son fervientes en la iglesia, aún pueden ser sacudidos y desviados, incluso después de diez o veinte años de ser cristianos. Los vientos de enseñanza se refieren a mensajes que aparentemente son puros y apropiados pero no toman a Cristo como centro ni al Hijo de Dios como su contenido.
A menudo oímos a los santos testificar de cuánto el Señor ha contestado sus oraciones, sanando sus enfermedades. Esta clase de experiencia no es mala, pero puede ser usada por el maligno como un viento de enseñanza. Algunos entre nosotros han aprendido las lecciones de oración por muchos años, pero todavía no conocen a Cristo como vida. Lo único que saben es que Dios contesta sus oraciones, pero no han visto que el Hijo de Dios que contesta sus oraciones está ahora viviendo en ellos como su vida. Ellos únicamente ven al Dios que está en el trono, quien es fiel y misericordioso. Cuando le piden a Él conforme a Su Palabra, es decir, cuando le piden por medio de la sangre de Su Hijo, muchas veces Él contesta su oración. Sin embargo, aún no han visto que el Dios que contesta la oración está ahora en Su Hijo y vive en ellos como vida. Lo más importante no es si Dios contesta sus oraciones, sino el hecho de que Dios desea forjar a Su Hijo en ellos a fin de que posean Su vida y Su naturaleza y así Él pueda vivir en ellos.
En la Biblia, ni Pablo, ni Pedro ni Juan dieron jamás un testimonio de cómo Dios había contestado sus oraciones. En vez de ello, en Efesios 1:17 Pablo oró, diciendo: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él”. En los versículos del 16 al 19 del capítulo 3 él dobló sus rodillas ante el Padre y oró: “Para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu; para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”.
El Señor claramente dijo que no debíamos estar ansiosos por el alimento, la bebida y el vestido, pues los gentiles buscan todas estas cosas con afán (Mt. 6:31-32). Si cierto hermano no puede encontrar una casa, quizás ore de esta manera: “Oh Señor, no quiero una casa que sea demasiado grande; será suficiente si sólo tiene trescientos pies cuadrados. Oh Señor, por favor no permitas que nada les falte a Tus hijos”. Podría orar una y otra vez e incluso recordar un versículo de la Biblia para aferrarse a éste en sus oraciones. Dos semanas más tarde, después que encuentre un lugar más grande de trescientos pies cuadrados, se pondrá en pie y testificará en la reunión. Citará el salmo 23 y alabará al Señor por haber sido un buen Pastor para con él, pues ahora no le falta nada. También testificará que los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien (34:10). Dos meses más tarde cuando este hermano pierda su trabajo, le pedirá a la iglesia que ore por él, y él y su esposa ayunarán y orarán en casa. Días más tarde, después de haber encontrado un buen trabajo, testificará nuevamente que ha aprendido la lección de la oración. Dios ciertamente se preocupa por Sus hijos, pero las cosas por las que este hermano pide son las mismas cosas que los gentiles buscan con afán. El Señor desea que nosotros busquemos Su reino y Su justicia (Mt. 6:33). ¿Qué es Su reino y Su justicia? Sólo conoceremos el reino de Dios y Su justicia cuando conozcamos que el Cristo de Dios es el centro y que el Hijo de Dios es el contenido.
El maligno puede usar toda clase de mensajes y testimonios como vientos de enseñanza. Incluso algo como aprender una lección de oración puede ser un viento de enseñanza. Es posible que hayamos tenido varias experiencias en las que Dios haya respondido a nuestras oraciones, pero quizás todavía no conozcamos a Cristo como vida ni sepamos que la obra singular de Dios consiste en operar en nosotros hasta el grado en que Cristo sea el todo en nosotros. Ésta es la única meta de Dios. El maligno desea anular la obra que cumple la meta eterna de Dios. Si nosotros hemos sido cristianos por treinta años y sólo hemos aprendido la lección de que nuestras oraciones son contestadas, pero no tenemos la experiencia de que Cristo vive en nosotros ni la experiencia en la que Él se forja en nuestro ser hasta que llegue a ser nuestra propia constitución, Dios aún no ha logrado Su propósito en nosotros.
En lo que se refiere a nuestra oración, podría ser que Dios haya contestado nuestra oración de verdad; sin embargo, al mismo tiempo, con respecto al propósito eterno de Dios, no haya ninguna diferencia entre nosotros y un incrédulo. Así como el propósito eterno de Dios no se puede cumplir en un incrédulo, tampoco se puede cumplir en aquellos que sólo han aprendido la lección de la oración. Así como un incrédulo no conoce la vida de Cristo, es posible que tampoco nosotros la conozcamos. Ésta es la manera en que opera el maligno, y esto es lo que se revela en Efesios 4:14. Incluso cosas tales como las oraciones que son contestadas pueden ser algo del sistema de Satanás que desvía nuestra atención de la meta. Tal vez pensemos que hemos aprendido la lección de la oración sin darnos cuenta de que Satanás nos ha introducido en su sistema de error. Por consiguiente, debemos ser muy cuidadosos, no sólo al escuchar los mensajes, sino también al hablar. Si no lo somos, lo que hablemos podrá ser un viento de enseñanza que distrae a las personas de Cristo.
Algunos santos verdaderamente aman al Señor y saben que el precioso deseo del Señor es vivir en ellos y ser el Señor y Rey en ellos, por lo cual están dispuestos a tomarlo como el todo y a entregarse a Él. Esto no es un asunto de oración ni de fervor, sino un asunto de que el “yo” se pierda en el Señor. Cuando ellos aman al Señor de esta manera, experimentan la crucifixión con Cristo. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Debido a que el Señor nos amó y se dio a Sí mismo por nosotros, nosotros también lo amamos y nos damos a Él. La manera en que Él se dio a nosotros fue morir en la cruz; y la manera en que nosotros nos damos a Él es entregarnos a Él. Sólo esta clase de amor es apropiada y necesaria. ¿Cuántos en la iglesia aman al Señor de esta manera? A veces cuando los predicadores hablan acerca de amar al Señor, el mensaje que dan se convierte en un viento de enseñanza. Su intención original era motivar a los santos a amar al Señor, pero al final acaban por distraer a los santos de Cristo, pues no toman a Cristo como el centro cuando los exhortan a amar al Señor. En lugar de ello, toman como centro el celo, la diligencia y el servicio a la iglesia. Por lo tanto, los santos no aman a Cristo mismo. Incluso mensajes sobre el amor, el celo, la diligencia, la mansedumbre y la perseverancia pueden convertirse en vientos de enseñanza que alejan a las personas de Cristo.
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