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Vida cristiana normal de la iglesia, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-87083-495-0
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LOS APOSTOLES EN LOS TIEMPOS BIBLICOS

El Señor como apóstol era único, y los doce, como apóstoles, también eran singulares; pero ni el Apóstol ni los doce apóstoles podían permanecer en la tierra para siempre. Al partir nuestro Señor, El dejó a los doce para que continuaran Su obra. Ahora que los doce han partido, ¿quiénes están aquí para continuarla?

El Señor se ha ido, pero el Espíritu ha venido. El Espíritu Santo ha llegado para asumir toda la responsabilidad de la obra de Dios en la tierra. El Hijo estaba obrando para el Padre; el Espíritu está obrando para el Hijo. El Hijo vino para realizar la voluntad del Padre; el Espíritu ha venido para realizar la voluntad del Hijo. El Hijo vino para glorificar al Padre; el Espíritu ha venido para glorificar al Hijo. El Padre nombró a Cristo para que fuera el Apóstol; el Hijo, mientras estaba en la tierra, nombró a los doce para que fueran apóstoles. Ahora el Hijo ha regresado al Padre, y el Espíritu está en la tierra designando hombres para que sean apóstoles. Los apóstoles nombrados por el Espíritu Santo no pueden sumarse a las filas de los que fueron nombrados por el Hijo; con todo y eso, son apóstoles. Es posible ver claramente que los apóstoles mencionados en Efesios 4 no son los doce originales, porque aquéllos fueron nombrados cuando el Señor todavía estaba en la tierra, mientras que el nombramiento de éstos al apostolado data después de la ascensión del Señor; ellos eran los dones que el Señor Jesús dio a Su iglesia después de Su glorificación. Los doce apóstoles de entonces eran los seguidores personales del Señor Jesús, pero los apóstoles de ahora son ministros para la edificación del Cuerpo de Cristo. Debemos diferenciar claramente entre los apóstoles que fueron testigos de la resurrección de Cristo (Hch. 1:22, 26), y los apóstoles que son ministros para la edificación del Cuerpo de Cristo, porque el Cuerpo de Cristo no existía antes de la cruz. Sin duda, más tarde los doce recibieron la comisión de Efesios; pero los doce, como tales, eran muy distintos de los apóstoles mencionados en Efesios. Es evidente, por tanto, que Dios tiene otros apóstoles además de los doce originales.

Inmediatamente después del derramamiento del Espíritu, vemos a los doce apóstoles continuando la obra. Hasta el capítulo doce de Hechos se les ve como los obreros principales; pero al comienzo del capitulo trece vemos al Espíritu Santo empezando a manifestarse como el Agente de Cristo y el Señor de la iglesia. En ese capítulo se nos dice que en Antioquía, cuando ciertos profetas y maestros estaban ministrando al Señor y ayunando, el Espíritu Santo dijo: “Apartadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hch. 13:2, gr.). “Ya” es el tiempo en que el Espíritu empieza a enviar hombres. En ese momento dos nuevos obreros fueron comisionados por el Espíritu Santo.

Después de que el Espíritu envió a estos dos, ¿cómo se les designaba? Cuando Bernabé y Pablo estaban trabajando en Iconio, “la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles” (Hch. 14:4). Los dos que fueron enviados en el capítulo trece son llamados apóstoles en el capítulo catorce, donde la designación “los apóstoles” (v. 14) es utilizada con referencia a “Bernabé y Pablo”, lo que prueba concluyentemente que los dos hombres comisionados por el Espíritu Santo también eran apóstoles. Ellos no estaban entre los doce; con eso y todo, eran apóstoles.

Entonces, ¿quiénes son apóstoles? Los apóstoles son los obreros de Dios, enviados por el Espíritu Santo para efectuar la obra a la cual El los ha llamado. La responsabilidad de la obra está en sus manos. Hablando en términos más amplios, todos los creyentes son responsables de la obra de Dios, pero los apóstoles son un grupo de personas apartadas especialmente para la obra. En un sentido particular, la responsabilidad de la obra recae sobre ellos.

Ahora podemos ver la enseñanza de las Escrituras en cuanto a los apóstoles. Dios designó a Su Hijo para que fuera el Apóstol; Cristo designó a Sus discípulos para que fueran los doce apóstoles; y el Espíritu Santo nombró a un grupo de hombres (además de los doce) para que fueran los apóstoles edificadores del Cuerpo. El primer Apóstol es único; hay solamente uno. Los doce apóstoles también pertenecen a un grupo único en su género; no hay más que doce. Pero hay otra categoría de apóstoles, escogidos por el Espíritu Santo, y mientras prosiga la edificación de la iglesia y continúe la presencia del Espíritu Santo en la tierra, la selección y el envío de esta categoría de apóstoles continuará también.

En la Palabra de Dios encontramos a muchos otros apóstoles además de Bernabé y Pablo. Hay muchos que pertenecen a esta nueva categoría, quienes han sido escogidos y enviados por el Espíritu de Dios. En 1 Corintios 4:9 leemos: “Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros”. ¿A quiénes se refieren las palabras “nosotros los apóstoles”? El pronombre “nosotros” implica que había, por lo menos, otro apóstol además del escritor. Si estudiamos el contexto, notamos que Apolos estaba con Pablo cuando él escribió (v. 6), y además que Sóstenes fue un coescritor de la epístola. Así que parece claro que “nosotros” aquí se refiere a Apolos o a Sóstenes, o a ambos. Entonces, es lógico concluir que uno de los dos, o ambos, deben de haber sido apóstoles.

Romanos 16:7 dice: “Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles”. La cláusula “los cuales son muy estimados entre los apóstoles” no quiere decir que fueron tenidos como notables por los apóstoles, sino más bien que entre los apóstoles ellos eran notables. Aquí tenemos no solamente otros dos apóstoles, sino otros dos apóstoles notables.

Primera Tesalonicenses 2:6 dice: “Podíamos seros carga como apóstoles de Cristo”. “Podíamos” aquí se refiere claramente a los escritores de la carta a Tesalónica, es decir, a Pablo, Silvano y Timoteo (1:1), lo que indica que los dos jóvenes colaboradores de Pablo también eran apóstoles.

Primera Corintios 15:5-7 dice: “Apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez...Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles”. Además de los doce apóstoles había un grupo conocido como “todos los apóstoles”. Es obvio, entonces, que además de los doce había otros apóstoles.

Pablo nunca afirmó ser el último apóstol y que después de él no habría otros. Leamos cuidadosamente lo que dijo: “Y al último de todos...me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol” (1 Co. 15:8-9). Notemos cómo usó Pablo las palabras “último” y “más pequeño”. El no dijo que era el último apóstol; dijo solamente que era el apóstol más pequeño. Si hubiera sido el último, no habría posibilidad de que hubiera otros posteriores a él, pero él sólo era el más pequeño.

En el libro de Apocalipsis se dice de la iglesia en Efeso: “Has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos” (2:2). Parece claro de este versículo que las iglesias primitivas esperaban tener otros apóstoles además de los doce originales, porque cuando se escribió el libro de Apocalipsis, Juan era el único sobreviviente de los doce, y para ese entonces, incluso Pablo ya había sido hecho mártir. Si habrían de ser sólo doce apóstoles, y Juan era el único que quedaba, entonces nadie hubiera sido lo suficientemente necio para tratar de hacerse pasar por apóstol, y nadie hubiera sido tan tonto como para dejarse engañar, y ¿por qué hubiera existido la necesidad de probarlos? Si Juan hubiera sido el único apóstol, ¡entonces la prueba habría sido verdaderamente sencilla! ¡Cualquiera que no fuese Juan, no era apóstol!


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