Información del libro

Sacerdotes neotestamentarios del evangelio, Lospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3970-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 11 Sección 2 de 4

JUAN EL BAUTISTA RECHAZA
EL SACERDOCIO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Y SE VUELVE AL SACERDOCIO DEL NUEVO TESTAMENTO

Uno de estos pasajes tiene que ver con Juan el Bautista. Juan nació en una familia de sacerdotes. Su padre, Zacarías, era uno de los sacerdotes principales, quien ejercía el liderazgo en el orden sacerdotal. Juan, era sacerdote por nacimiento; sin embargo, él no ejerció su función en el templo, sino que, en lugar de ello, salió al desierto. Tampoco usó las vestiduras sacerdotales ni comió el alimento sacerdotal, sino que llevaba un vestido de pelo de camello y comía langostas y miel silvestre. Él salió al desierto y les dijo a las personas: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). Es así como comienza un sacerdote del Nuevo Testamento. El deber o responsabilidad de un sacerdote del Nuevo Testamento consiste en ofrecer a los pecadores. Juan era sacerdote, pues había nacido en el seno de una familia de sacerdotes; sin embargo, la era había cambiado. Así que, él ya no podía ser un sacerdote del Antiguo Testamento; en vez de ello, llegó a ser un sacerdote del Nuevo Testamento.

En el Nuevo Testamento, el primero en cumplir su ministerio fue Juan; el segundo fue el Señor Jesús. En Juan 3 leemos: “Después de esto, Jesús y Sus discípulos fueron a la tierra de Judea, y allí estuvo con ellos, y bautizaba. Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados [...] Los discípulos de Juan [...] vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira Aquel que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a Él. Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él. El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que está allí y le oye, se goza grandemente de la voz del novio; así pues, éste mi gozo se ha colmado. Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe” (vs. 22-30). Lo que quiero hacerles notar aquí es que Juan salió para ser un sacerdote de la era neotestamentaria. Lo que él ofrecía era pecadores. Él no era el Sumo Sacerdote. El Sumo Sacerdote era Aquel que había venido después que él. Él simplemente era un sacerdote que ayudaba al Sumo Sacerdote a ofrecer a los pecadores.

El otro pasaje se encuentra en Romanos 1 donde Pablo dijo: “Sirvo en mi espíritu en el evangelio de Su Hijo” (v. 9). La palabra sirvo en el idioma original también implica hacer un servicio en adoración. Pablo consideraba que su predicación del evangelio no sólo era una obra, sino un servicio y una adoración que le rendía a Dios. Después que predicaba el evangelio y salvaba a los pecadores, él ofrecía tales pecadores a Dios. Por este motivo, en Romanos 15:16, él dijo: “Para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, un sacerdote que labora, sacerdote del evangelio de Dios, para que los gentiles sean ofrenda agradable”.

LOS DEBERES DE LOS SACERDOTES

Ofrecer sacrificios

¿Qué hacen entonces los sacerdotes del Nuevo Testamento? ¿Cómo pueden todos los hermanos y hermanas ser sacerdotes? Sabemos que la labor más importante que realizan los sacerdotes del Nuevo Testamento consiste en ofrecer a los pecadores a Dios en el altar de la cruz. Nuestra predicación del evangelio tiene como objetivo traer a los pecadores y luego ofrecerlos a Dios. Esta acción de ofrecer se menciona de una manera sencilla en el libro de Romanos. Allí Pablo dijo: “Para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, un sacerdote que labora, sacerdote del evangelio de Dios, para que los gentiles sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo” (15:16). Sin embargo, esta acción de ofrecer no se presenta de una manera tan sencilla en Colosenses. “A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo a todo hombre” (1:27-28). La ofrenda que se presenta aquí es dar a conocer a los gentiles que con el misterio de Dios hay una gloria. Esta gloria es Cristo en ellos como esperanza de gloria. Ellos deben ser esta clase de personas. Sólo entonces podrán ser presentados como ofrendas a Dios.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top