Fe cristiana normal, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-779-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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No debemos mirar solamente el fenómeno objetivo sino también nuestra experiencia personal. Sabemos que Dios contesta las oraciones. Una vez hablé con una persona que resueltamente negaba la existencia de Dios. Le dije que no fuera tan atrevido ni tan presuntuoso. La historia de la humanidad tiene como cinco o seis mil años. Durante ese tiempo, innumerables personas cristianas y no cristianas han orado a Dios. ¿Puede usted probar que ni una de todas esas oraciones, a lo largo de tantos años y entre tanta gente, ha sido contestada? ¿Se atreve usted a hacer a un lado de golpe la validez de todas las respuestas a las oraciones? Esas personas oraron al cielo. ¿Puede decir usted que ninguna de sus oraciones fue contestada? Déjenme testificar que no sólo ha habido una o dos respuestas; ha habido incontables respuestas. Por supuesto, una respuesta sería suficiente para probar la existencia de Dios. Amigos, ¿piensan que nunca ha habido una respuesta a la oración? ¿Dirían que todas las respuestas a la oración son falsas? Yo personalmente he tenido cuando menos de dos a tres mil respuestas a mis oraciones. ¿Puede concebirse que todas ellas sean simples coincidencias? Muchas otras personas han recibido respuestas a sus oraciones. ¿Son esas también coincidencias?
Una vez un predicador estaba viajando por el Atlántico cuando una densa niebla rodeó el barco repentinamente. El navío no pudo proseguir y tuvo que anclarse en alta mar. El hombre fue al capitán y le dijo: “Usted tiene que continuar el viaje; yo tengo programado predicar en Quebec el martes”. El capitán replicó: “¿Acaso no ve usted la densa niebla? Es imposible que el barco prosiga. Si usted puede orar para que desaparezca la niebla, levaré el ancla”. El predicador contestó: “Voy a orar aquí mismo mientras usted levanta el ancla. No hay tiempo que perder”. El empezó a orar y el capitán empezó a subir el ancla. Cuando el ancla estuvo arriba, la niebla se había ido, y el barco llegó a tiempo. ¿Fue eso coincidencia?
Una vez fui con algunos hermanos a un pueblo a predicar. Mucha gente allí dijo: “Nuestro dios es el más poderoso; se llama Dah-wang (es decir, el Gran Rey). Una vez al año le hacemos una procesión, y durante muchos años hemos tenido buen tiempo en ese día”. Incitado por Dios, uno de nosotros dijo: “Mañana cuando vaya la procesión, ciertamente lloverá”. Al día siguiente, el desfile estaba programado para las diez en punto. Pero desde las nueve de la mañana, llovió torrencialmente; el Gran Rey no pudo salir, y el desfile programado se canceló. Después de mucho debate se anunció que como resultado de un mal cálculo el día se había escogido erróneamente; que debería ser el catorce en lugar del once. Nosotros osadamente declaramos que llovería de nuevo el catorce. Llegó el día, y llovió otra vez. Sin otra alternativa, el pueblo sacó la estatua de Dah-wang para la procesión. Los que lo llevaban en andas se resbalaron por el camino varias veces, y finalmente Dah-wang se cayó y se quebró en pedazos. ¿Fue eso una coincidencia? Hay innumerables incidentes de esa misma naturaleza. Son una parte muy pequeña de la experiencia cristiana. Si todas las respuestas a las oraciones pudieran contarse, nadie sabe qué tan grande volumen constituirían. Esas respuestas a las oraciones son una evidencia clara de la existencia de Dios.
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