Núcleo de la Biblia, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4442-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El segundo significado de Babilonia es que ella está relacionada con la idolatría. Según la historia, en Babel, la ciudad que edificaron Nimrod y su padre, había nombres de ídolos grabados en cada uno de los ladrillos usados para construir la ciudad. Por consiguiente, la ciudad estaba llena de ídolos. La característica predominante de Babilonia era su idolatría. Cuando Nabucodonosor llevó los vasos del templo de Dios a Babilonia, él los puso en el templo de sus ídolos (2 Cr. 36:7; Esd. 1:7).
Babilonia la Grande, según se revela en Apocalipsis 17, también está llena de ídolos, llena de las abominaciones de la tierra (Ap. 17:5). La Iglesia Católica está llena de idolatría. A fin de estudiar por mí mismo la Iglesia Católica, yo visité una catedral muy grande que está en Manila. En la entrada había una imagen muy grande, un ídolo de Jesús. Cuando le dije a la gente que eso era un ídolo, me dijeron que era Jesús. Entonces dije: “Es una blasfemia decir que ese ídolo es Jesús”. Alguien entonces me contestó: “Jesús es demasiado abstracto y misterioso. Cuando hablamos a las personas de Jesús, es difícil para ellas entender qué estamos diciendo. Pero cuando ven esta imagen, les resulta fácil entender algo acerca de Jesús”. ¡Cuán sutil es esto! ¡Aquella imagen no era Jesús! Era un ídolo.
Probablemente todos estemos familiarizados con la imagen de un Jesús muy apuesto. Muchos católicos y protestantes tienen esta imagen en sus hogares. Sin embargo, esa imagen no es Jesús, sino un ídolo. En 1936 conocí en China a una joven que estaba poseída por demonios. Puesto que sabía que la posesión demoníaca está relacionada con la idolatría, le pregunté a la joven si en su casa tenía algún ídolo. Ella me dijo que había llegado a creer en Jesús y, por tanto, no tenía ídolos en su casa. Sin embargo, yo no podía entender cómo ella, que creía en Jesús y no tenía ídolos en su casa, podía estar poseída por demonios. Así que le volví a preguntar si tenía ídolos en su casa. Finalmente, me dijo que tenía en su casa un cuadro de Jesús y que acostumbraba adorarlo. Entonces le dije que ese cuadro era un ídolo y que detrás de él se escondía un demonio. Además de esto le dije que debía quemarlo. Así que me dijo: “¿Cómo podría quemar al Jesús en quien he creído?”. Le respondí: “Ése no es Jesús, es un ídolo”. Después de que ella quemó ese cuadro, el demonio se apartó de ella.
Muchos cristianos llevan mucho tiempo en el cuarto de ajo y ya no perciben el olor a ajo que está a su alrededor. Día tras día, muchos adoran ídolos sin saberlo, pensando que están adorando a Dios. El cristianismo de hoy no sólo está lleno de divisiones y confusión, sino también de ídolos. Más aún, está lleno de tradiciones. Las tradiciones son una falsedad, y la falsedad es vanidad. La falsedad es otra forma de idolatría, pues consiste en creer en algo que es vano. Los dos aspectos de Babilonia son la división, que viene acompañada de confusión e idolatría. Si ustedes aplican estos principios al cristianismo actual, verán que la condición del cristianismo concuerda exactamente con Babilonia. Por lo tanto, debemos salir de Babilonia y regresar a Jerusalén, a la iglesia.
Ahora debemos ver qué es Jerusalén. Para los judíos del Antiguo Testamento, Jerusalén era el único lugar de adoración, el centro que resguardaba la unidad. Babilonia causó división, pero Jerusalén mantuvo la unidad. La Babilonia actual es la división, y la Jerusalén actual es la unidad. Cuando regresamos a la unidad, hemos regresado a Jerusalén.
En Jerusalén, el único centro de unidad, había un templo, la habitación de Dios. ¿Dónde se encuentra la habitación de Dios hoy? Según Efesios 2:22, la habitación de Dios está en nuestro espíritu. En principio, nuestro espíritu es la Jerusalén de hoy. La mujer samaritana le dijo al Señor Jesús: “Nuestros padres adoraron en este monte, mas vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (Jn 4:20). Jesús le respondió: “La hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre [...] Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y con veracidad [...] Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren” (vs. 21, 23-24). El hecho de que el Señor hablara acerca de adorar en espíritu implica que la verdadera Jerusalén hoy es nuestro espíritu humano.
Cuando estamos en la mente, estamos divididos. Pero cuando nos volvemos a nuestro espíritu, somos uno. No hablen mucho sobre doctrinas; a Satanás, el astuto, siempre le gusta formular preguntas en cuanto a doctrinas. En ciertos lugares donde estuve de visita, Satanás usó a ciertas personas para que me hicieran preguntas. La estrategia de Satanás al hacer esto es sacarnos del espíritu y llevarnos a la mente para que discutamos entre nosotros. Si por cierto tiempo ejercitamos nuestra mente para discutir sobre doctrinas, nos dividiremos. Supongamos que en lugar de orar y ejercitar nuestro espíritu, hiciéramos preguntas acerca del lavamiento de los pies, de la práctica de cubrirse la cabeza y del tamaño de la copa que se utiliza en la mesa del Señor. Cuanto más hablamos de asuntos como éstos, más discutiremos y disputaremos. Finalmente, por discutir sobre doctrinas, estaremos divididos. En cambio, cuando estamos en el espíritu, no hay división ni idolatría. En el espíritu lo único que tenemos es el Espíritu divino, a Dios mismo.
Tengo más de cincuenta años de ser cristiano. En el pasado, yo no era capaz de definir Babilonia. Pero en estos últimos años, el Señor me ha mostrado que Babilonia es la división y la confusión. Dondequiera que haya división y confusión, eso es Babilonia. Más aún, Babilonia es la idolatría. Dondequiera que se adoren ídolos, eso también es Babilonia. Cuando mis ojos fueron abiertos y pude ver estas cosas, comprendí que la mayoría de los cristianos está en Babilonia por el hecho de estar en la mente. Ellos están en divisiones y confusión y, en cierta medida, adoran algo que no es Dios. A ellos les interesan otras cosas más que Dios. En principio, esto es idolatría. Asimismo, por muchos años yo no sabía cuál era la Jerusalén actual. Sin embargo, más tarde el Señor me mostró que la Jerusalén actual es la unidad que existe en nuestro espíritu.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.