Información del libro

Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7932-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 17 Sección 1 de 4

CAPÍTULO TRES

LA IMPARTICIÓN DE LAS RIQUEZAS DE CRISTO
POR EL ESPÍRITU

Lectura bíblica: Jn. 15:26; 16:13-15; 6:63a; 20:22; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:6b, 17-18; Ro. 12:2-5; 1 Co. 12:12-13

En los capítulos anteriores hemos visto que el propósito de Dios es obtener la iglesia y que la iglesia procede de la impartición de las riquezas de Cristo. La impartición de Dios incluye la creación, la encarnación, la crucifixión, la resurrección, la ascensión, el descenso y, finalmente, el arrebatamiento. Hoy en día estamos todavía bajo el proceso de la impartición de Cristo. La economía de Dios consiste en impartir a Cristo en nosotros, e impartir a Cristo en nosotros simplemente significa forjar a Cristo en nosotros. En todo el universo lo que Dios ha estado haciendo y sigue haciendo es forjar a Cristo en nosotros. A esto le llamamos la economía de Dios, la impartición de Dios.

La economía de Dios tiene que ver sencillamente con que Cristo sea impartido en todos nosotros, y la iglesia es el resultado de esta impartición de Cristo efectuada por Dios. Esta clase de hablar no es común en el cristianismo actual. Probablemente ellos nunca hayan escuchado el término la impartición de Cristo en nosotros ni que la economía de Dios consiste en forjar a Cristo en nosotros. En el cristianismo recibimos muchos conceptos religiosos. Oímos que éramos pecaminosos y que nos iríamos al infierno, pero Dios fue tan misericordioso con nosotros que por Su gran amor con que nos amó, Él nos salvó, nos concedió el arrepentimiento, nos dio fe, perdonó todos nuestros pecados e incluso nos regeneró; ahora somos aptos para entrar en los cielos y disfrutar la vida eterna. Algunos han ido más allá, diciendo que mientras estamos aquí en la tierra, debemos corregirnos, mejorarnos y glorificar al Padre. No digo que estos conceptos sean erróneos. No son erróneos, sólo que son demasiado superficiales, demasiado someros. Están muy escasos de la economía de Dios. Actualmente en el recobro del Señor, el Señor nos ha mostrado algo más profundo, algo de mayor solidez. La economía de Dios en este universo no consiste meramente en salvar a las personas del infierno y llevarlas al cielo. La economía de Dios consiste en obtener un Cuerpo, una entidad corporativa, un hombre corporativo, el cual es el resultado de la impartición de todas las riquezas de Cristo. En otras palabras, la economía de Dios consiste en forjar a Cristo en nosotros.

Nosotros fuimos creados por Dios. No nos interesa el darwinismo; no creemos que seamos descendientes de los monos. Somos criaturas de la obra creadora de Dios, y Dios nos creó con un propósito. Este propósito es que nosotros fuésemos un vaso. Somos simplemente un vaso, un recipiente. Un vaso es hecho con el único fin de contener algo. Cuando Dios nos creó, nos hizo como recipientes, vasos, para que contuviésemos a Cristo. Esto se revela plenamente en Romanos 9, el cual nos dice que en la creación Dios nos hizo vasos para honra y para gloria (vs. 21, 23), a fin de que contuviésemos un tesoro, que es Cristo. En 2 Corintios 4:7 se nos dice que Cristo es el tesoro y nosotros somos los vasos de barro. Ahora el tesoro se halla en los vasos de barro. No se trata meramente de que somos convencidos y perdonados de nuestros pecados. No se trata simplemente de que seamos salvos del infierno e introducidos en el cielo. El punto central en la intención de Dios, en la economía de Dios, es que Cristo debe ser forjado en nosotros.

LA INTENCIÓN DE DIOS SE RELACIONA
CON LA MEDIDA DE CRISTO QUE TENEMOS

Estamos escasos de Cristo. No obstante, puede ser que no entendamos este concepto. Si un hermano toma una actitud equivocada respecto a su esposa, quizá él se arrepienta de manera religiosa, diciendo: “Oh Señor, actué mal con mi esposa. Perdóname”. Por la misericordia del Señor, puede ser que incluso él acuda a su esposa y le diga: “Por favor, perdóname. Me he equivocado en algunas cosas”. Esto es bueno, pero es más bien religioso. Si hemos recibido una visión, una revelación, de parte de Dios, no sólo nos arrepentiremos. Nos daremos cuenta de que actuamos mal porque estamos escasos de Cristo. Si no estuviéramos escasos de Cristo, no habríamos actuado mal; pero si estamos carentes de Cristo, aun el hecho de actuar correctamente no significa nada. Actuar bien o mal no hace ninguna diferencia. En un sentido religioso esto hace una diferencia, pero espiritualmente no hace ninguna diferencia. Si un hermano está escaso de Cristo, así sea que él se enoje con su esposa o que la trate bien, no hay ninguna diferencia. Podemos comparar a este hermano con una bombilla eléctrica. Si la bombilla no irradia la electricidad, el hecho de que esté sucia o limpia no hace ninguna diferencia. Aun si lavásemos la bombilla, seguiría sin transmitir la electricidad. Nosotros somos vasos para contener a Cristo e irradiar a Cristo. Que seamos buenos o malos, que seamos exitosos o seamos un fracaso, no hace ninguna diferencia en tanto que estemos escasos de Cristo. A Dios no le interesa si actuamos bien o mal. Dios se interesa por una sola cosa: la medida de Cristo que tenemos.

Actuar bien o mal es conforme a la ley, pero hoy no estamos en la dispensación de la ley; estamos en la impartición de Cristo. Dios nos ha vuelto de la ley a Cristo. Dios no está interesado meramente en si detestamos o amamos a las personas. Esto no hace ninguna diferencia. Dios está interesado en la medida de Cristo que tenemos. Alabado sea el Señor, todos entre nosotros tienen a Cristo, pero la diferencia estriba en la medida de Cristo que tenemos. Quizás uno tenga mucha medida de Cristo, mientras que otro lo tenga en muy poca medida. La intención de Dios, la economía de Dios, consiste en forjar a Cristo en nosotros. Ésta es la obra de Dios. El hecho de que controlemos nuestro mal genio no significa nada. Un podio de madera nunca se enoja. En este sentido es mucho mejor que nosotros, pero ¿de qué sirve esto? La intención de Dios no es una cuestión de no enojarnos. La intención de Dios se relaciona con la medida de Cristo que tenemos. Esto no se relaciona con la ley. No depende de lo que hacemos o no hacemos. Esto depende de la medida de Cristo que tenemos. Hoy en día no tenemos la dispensación del bien y del mal; lo que tenemos es la impartición de Cristo. Por tanto, todos necesitamos experimentar un cambio.

Todos debemos tener una mente renovada. He estado hablando en este país por nueve años, y muchos han escuchado mis mensajes durante todos estos años. No obstante, aún no tengo mucha confianza en que todos estemos bien claros respecto a la intención de Dios. Puede ser que algunos queden claros en la reunión y que se vayan a casa y digan: “¡Aleluya, ahora tenemos claridad!”. Pero quizás a la mañana siguiente ellos sean iguales que como eran hace nueve años. Si nos enojamos con nuestra esposa, sabemos cómo arrepentirnos, pero es posible que no nos percatemos de que estamos carentes de Cristo. Tal vez una hermana que viste faldas muy cortas sea iluminada y ve que ella no es una persona apropiada. No obstante, ella no sólo debe arrepentirse a causa de sus ropas. Ella debe estar consciente de que viste tales ropas porque está carente de Cristo. Asimismo, un hermano joven deberá estar consciente de que lleva el cabello largo porque está carente de Cristo. Entre nosotros hay algunos que llegaron con el cabello largo y finalmente se lo cortaron. Ellos hicieron esto porque habían recibido una mayor medida de Cristo. Todos nuestros problemas se deben a nuestra carencia de Cristo. Debemos darnos cuenta de que estamos escasos de Cristo y que la economía de Dios hoy en día consiste simplemente en forjar a Cristo en nosotros.

Actualmente muchos cristianos están divididos. El cristianismo de hoy tiene muchas divisiones porque los cristianos están escasos de Cristo. Si estamos escasos de Cristo hoy, es probable que mañana estemos divididos. La división surge cuando uno está carente de Cristo. Para tener una vida de iglesia apropiada, necesitamos una medida adecuada de Cristo. Sin una medida apropiada de Cristo, no podemos tener una vida de iglesia apropiada, ya que la vida de iglesia es el resultado de la impartición de Cristo, el resultado de que Dios forje a Cristo en nosotros. La vida de iglesia apropiada es simplemente Cristo mismo. La medida de la vida de iglesia que tengamos depende de la medida de Cristo que tengamos. Si nuestra medida de Cristo aumenta, nuestra vida de iglesia aumenta. Éste es un asunto muy importante. Espero confiado en el Señor a causa de esto. No me interesa dar un mensaje, y no les estoy dando una conferencia ni un sermón. La elocuencia no significa nada. Mi carga es que seamos conmovidos y que nos sintamos preocupados en cuanto a nuestra escasez de Cristo. Los cristianos hoy estamos demasiado en paz. Requerimos esta clase de preocupación.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top