Información del libro

Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8903-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 23 Sección 1 de 6

CAPÍTULO DIECISIETE

PREPARARNOS A NOSOTROS MISMOS
PARA SATISFACER LA NECESIDAD DEL SEÑOR

Lectura bíblica: 2 Ti. 2:21; Ef. 3:7, 20

En el capítulo anterior vimos que toda nuestra obra debe ser iniciada por Dios y que nosotros meramente cooperamos con Él para satisfacer la necesidad de Su corazón. Por lo tanto, necesitamos llevar a cabo todo nuestro servicio por el poder del Señor. Necesitamos confiar en el Señor porque nada podemos hacer en nosotros mismos. Confiar en el Señor en realidad significa que llevamos a cabo nuestro servicio al estar unidos al Señor y al permanecer en comunión con Él.

En todo nuestro servicio debemos colaborar con el Amo y satisfacer Su necesidad. Cuando alguien sirve a su Amo, la primera pregunta que debemos hacernos es si el servicio se origina en él mismo o en el Amo. La segunda pregunta es si él puede satisfacer la necesidad del Amo y cumplir con Su requerimiento. En 2 Timoteo 2:21 Pablo dijo a Timoteo que él debía ser “útil al dueño [al amo]”. La palabra dueño [o amo] indica que lo que hacemos no lo iniciamos nosotros, sino nuestro Amo. Sin embargo, después de conocer la voluntad de nuestro Amo y de recibir Su mandato, aún queda esta gran pregunta de si podemos satisfacer la necesidad de nuestro Amo y cumplir con Su requerimiento.

SERVIR AL SEÑOR REQUIERE
QUE EL QUE LE SIRVE SE DETENGA

El que sirve al Señor primero debe preguntarse si su servicio proviene de sí mismo o del Señor. Una vez que resuelve esta cuestión, debe preguntarse si puede satisfacer la necesidad del Señor. Si hermano fulano de tal labora para el Señor en Pingtong, él debe preguntarse si su obra proviene de sí mismo o del Señor. Una vez que tiene claro que su obra proviene del Señor, la primera pregunta está resuelta. Ahora él debe hacerse una segunda pregunta: ¿Puede satisfacer la necesidad del Señor y cumplir con Su requerimiento en la obra? Ésta es una pregunta importante.

Estas dos preguntas requieren que nos hagamos a un lado y también requieren nuestra plena cooperación. El primer requisito de la obra es que nos detengamos; tenemos que cesar todas nuestras actividades y reprimir nuestras opiniones, pensamientos e ideas. Todo lo que proviene de nosotros debe cesar. Tenemos que detenernos porque la obra del Señor no se origina en nosotros, sino en Él. Una vez que nos detenemos, sabremos si nuestra obra es del Señor. Luego, necesitamos poder satisfacer Su necesidad.

En Mateo 17 Pedro habló de varios asuntos. Aunque estos asuntos son muy significativos, tal vez no hayamos considerado cómo se relacionan con lo revelado en el capítulo 16. En el capítulo 16 el Señor dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (v. 18), pero en el capítulo 17 Pedro dijo que él le haría una tienda a Él. El Señor dijo que Él edificaría Su iglesia, pero Pedro dijo que haría una tienda para el Hijo de Dios. En Pentecostés Dios empezó a edificar la iglesia. La iglesia no es meramente una tienda, sino una casa. La sugerencia que Pedro le hizo al Señor era según su propio concepto, y no según el propósito que Dios tenía para Su Hijo, Cristo. Pedro finalmente no hizo una tienda, pero sí obtuvo mucho material para la edificación de la iglesia. Lo que dijo Pedro muestra que la opinión del hombre a veces puede ser muy similar al concepto de Dios. Sin embargo, es lamentable que la voluntad de Dios se vea frecuentemente interrumpida debido a tal similitud.

Dios desea edificar el Cuerpo de Cristo a fin de que Su Hijo obtenga una morada. El cuerpo de una persona es su morada; asimismo el Cuerpo de Cristo, que es la iglesia, es la morada de Cristo. En lo que a Dios respecta, Pedro necesitaba recoger los materiales de la edificación, y Pablo necesitaba edificar una casa con estos materiales para que Cristo tuviera una morada.

La propuesta de Pedro de hacer una tienda para el Hijo de Dios procedía de sí mismo. Aparentemente, esto era igual que el propósito de Dios, pero en realidad era contrario a lo que Dios había determinado. Con frecuencia, Dios decide hacer ciertas cosas en nosotros, los llamados. Sin embargo, es posible contradecir, reemplazar y aun dañar lo que Él ha determinado debido a que nuestras propuestas, pensamientos, ideas y opiniones son muy similares a la voluntad de Dios. Es por esto que vino una voz desde el cielo, que decía: “A Él oíd” (v. 5). Esto indica que no es adecuado que nosotros expresemos algo, digamos una palabra, hagamos propuestas ni demos nuestras opiniones. Antes bien, únicamente Él debería hablar, y nosotros tenemos que oírle a Él.

El primer punto al cual tenemos que prestar atención en nuestro servicio es hacernos a un lado; esto es, tenemos que detener todo nuestro ser. Tenemos que ver que antes que Dios nos tocase, no teníamos interés en las cosas de Dios, pero en cuanto Él nos tocó, nos llenamos de opiniones. Tan pronto Dios nos conduce al monte de la Transfiguración y vemos Su gloria, tenemos muchas propuestas y opiniones. Esta experiencia no está relacionada sólo con un gran avivamiento ni con un pequeño avivamiento. Aun cuando oramos en la casa, se nos ocurren muchas ideas tan pronto tocamos al Señor. Por consiguiente, queremos hacer muchas cosas para el Señor. Ninguna de esas ideas estaba presente antes que fuésemos al monte de la Transfiguración; no estábamos interesados en tales cosas. Sin embargo, una vez que el Señor nos ha tocado y verdaderamente recibimos una carga espiritual, de inmediato queremos utilizar nuestras ideas para hacer algo para el Señor. Éste es el primer problema que tenemos en cuanto a servir al Señor.

Hoy en día en la tierra se han producido muchas denominaciones a partir de Babel. Los críticos señalan que se produce una denominación después de cada gran avivamiento que ocurre entre los cristianos. La historia de la iglesia confirma esto. Después de cada gran avivamiento, algo del hombre es producido. Cuando alguien va al monte de la Transfiguración y sus ojos le son abiertos para ver la gloria de Dios, inmediatamente manifiesta su opinión y autoaprobación. Éste es el resultado de un aprendizaje inadecuado.

La intención del Señor es edificar Su iglesia, esto es, edificar Su iglesia de modo que sea Su morada, pero Pedro sugirió hacer una tienda. Esa tienda es simbólica de muchas denominaciones. Dios desea edificarle a Su Hijo una morada, la cual es la iglesia. No obstante, muchos “Pedros” han ido al monte de la Transfiguración, han visto la gloria del Señor y han dado sus opiniones una tras otra, en vez de detenerse. Como resultado, se han producido muchas tiendas, muchas denominaciones. Una tienda representa una denominación, que aparentemente es similar a la iglesia. Una casa es según lo que el Amo ha determinado, mientras que una tienda es según la propuesta del siervo. Mateo 16 muestra el consejo determinado por el Señor, mientras que el capítulo 17 muestra la propuesta inmediata de Pedro. El momento en que Pedro presentó su propuesta, él fue interrumpido. Hoy en día hay muchas “tiendas”, debido a que muchas personas no han permitido que el Señor les interrumpa sus propuestas. Por lo tanto, en cuanto a servir al Señor, el primer problema es que no somos capaces de detenernos a nosotros mismos.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top