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Cristo que mora en nosotros seqún se ve en el canon el Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4916-1
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CAPÍTULO TRES

EL BAUTISMO Y EL HECHO
DE QUE CRISTO MORA EN NOSOTROS

Lectura bíblica: Mt. 3:11a; 28:19-20b; Ro. 6:3, 4a; Gá. 3:27-28; 1 Co. 12:13a

Hemos visto que Dios dio dos pasos a fin de forjarse en nosotros para ser nuestra vida. Él se hizo carne, y llegó a ser el Espíritu vivificante. Jesús fue el postrer Adán en la carne, pero por medio de la muerte y la resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante. Él se hizo carne para redimirnos y llegó a ser el Espíritu vivificante para impartirnos Su vida.

LA META DE LA VIDA

El cristianismo recalca mucho el aspecto de la redención, pero pasa por alto la meta principal de la vida. En el cristianismo hemos escuchado muchos mensajes acerca de la redención, pero nunca hemos llegado a oír que Jesús como el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante a fin de impartirse a nosotros como vida. Nosotros teníamos el pecado, mas no la vida. Por esta razón, Jesús se hizo carne para quitar nuestro pecado, y luego llegó a ser el Espíritu vivificante a fin de impartirnos Su vida.

En total, el Señor dio siete pasos en siete etapas. Estos pasos fueron: la encarnación, la crucifixión, la resurrección, la ascensión, el bautismo, el morar de Él en nosotros y Su advenimiento. La encarnación implica que Dios se mezcló con el hombre. La crucifixión implica que todo lo relacionado con la vieja creación fue aniquilado. La resurrección implica la germinación de una nueva vida con un nuevo comienzo en la nueva creación. La ascensión significa que Jesús como hombre fue investido para ejercer Su nuevo cargo como Rey de reyes y Señor de señores a fin de ser Cabeza sobre todas las cosas. Luego, el Día de Pentecostés y en la casa de Cornelio, Él llegó a ser el Bautizador para introducir en Sí mismo a todo Su pueblo. Después de esto, Él empezó a morar en todos Sus miembros a fin de llevar a cabo Su obra de transformación. Mediante esta obra de transformación nosotros alcanzaremos la madurez y entonces Él regresará. El advenimiento implicará la transfiguración de nuestro cuerpo físico. Cuando esto suceda, todos nosotros seremos completamente, íntegramente y totalmente iguales a Él, tanto interna como externamente. ¡Aleluya! Esto será la Nueva Jerusalén, la cual es la expresión consumada de todo lo que Dios ha venido realizando en estos siete pasos.

EN ÉL, EN NOSOTROS

En este mensaje necesitamos ver algo más en cuanto a la relación que existe entre el hecho de que Él mora en nosotros y el bautismo. Estas etapas están estrechamente relacionadas entre sí. El bautismo tenía como fin introducirnos en Él, y el morar de Cristo en nosotros tenía como fin que Él fuera introducido en nosotros. El bautismo implica que nosotros estamos en Cristo, y el hecho de que Él mora en nosotros implica que Cristo está en nosotros. Muchas veces en el Nuevo Testamento encontramos estas dos frases: “en Cristo” y “Cristo en nosotros”. Nosotros fuimos bautizados en Cristo, y luego Cristo entró en nosotros.

El primero de los cuatro Evangelios es Mateo y el último es Juan. Esto es muy significativo. ¿Por qué el Evangelio de Juan no es el primero y por qué Mateo no es el último? Esto sería como poner la cabeza debajo de los pies y los pies en el cuello. No sería apropiado. Lo más apropiado es que Mateo sea el primero y que Juan sea el último. Sin embargo, muchos cristianos no han visto cuán preciosos son estos dos libros.

EL DIOS TRIUNO

Aparte de estos dos libros no hay ningún otro libro de la Biblia que nos revele tanto al Dios Triuno. El nombre del Dios Triuno se nos revela claramente en Mateo. No hay ningún otro versículo del Antiguo Testamento que nos hable tan claramente acerca de la Trinidad como lo hace Mateo 28:19. Desde luego, Génesis e Isaías nos dan ciertos indicios, pues ambos utilizan el pronombre “Nosotros” al hablar de Dios. Sin embargo, Mateo 28 lo dice de manera muy clara y definida: “Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Sin embargo, debemos entender que este versículo tan claro no viene sino hasta después de que el Señor Jesús fue resucitado. De hecho, se encuentra en la última parte del último capítulo de este libro. El capítulo 1 nos dice que Jesús nació de una virgen, y que Su nombre fue llamado Emanuel, que quiere decir Dios con nosotros. Él era un hombre humilde y menospreciado, pero era Dios con nosotros. Después de vivir por un poco más de treinta y tres años, fue crucificado, sepultado y resucitó. Entonces fue hecho el Espíritu vivificante, quien hace real, es la realidad y la corporificación todo-inclusivas del Dios Triuno. Él regresó a Sus discípulos como tal persona, Aquel que incluye el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Entonces les dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt. 28:19).

En el capítulo 1 tenemos a Emanuel, pero en el último capítulo, Dios con nosotros llega a ser el Dios Triuno. Nosotros jamás podríamos ser bautizados en Emanuel. Él simplemente era un humilde hombre llamado Jesús. Nunca podríamos haber entrado en Él. Juan el Bautista profetizó en Mateo 3 que Él era quien nos bautizaría en el Espíritu Santo. Pero ¿dónde está el Espíritu Santo? No fue sino hasta el tiempo de Su resurrección que Él regresó en otra forma maravillosa. Él fue hecho el Espíritu vivificante, y regresó de tal manera maravillosa. Él tenía un cuerpo que podíamos tocar y, aun así, ¡Él traspasó las puertas que estaban cerradas! Entonces les dijo a los discípulos que fueran e hicieran discípulos a las naciones, bautizándolos en el nombre del Dios Triuno. Mientras estaba en la carne como hombre, Él no podía introducir a las personas en Sí mismo. Pero después de que resucitó, fue hecho el Espíritu vivificante. Él ya no era simplemente el hombre, Jesús. Ahora Él es la realidad consumada, todo-inclusiva y hecha real, y la corporificación del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Después de hablar de introducir a las personas en el Dios Triuno, el Señor les dijo a Sus discípulos que Él estaría con ellos hasta la consumación del siglo. Nosotros somos bautizados en el Dios Triuno y, por otro lado, Jesús está con nosotros. Así que, ¿quién es Jesús? Jesús es simplemente el Dios Triuno. El cristianismo ha pasado totalmente por alto la interpretación apropiada de este versículo.


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