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Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7126-1
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CAPÍTULO TRES

LA EDIFICACIÓN QUE DIOS REALIZA DEPENDE
DEL CRECIMIENTO DE VIDA

Lectura bíblica: Gn. 2:8-12; 1 Co. 3:6-12; 1 P. 2:2-5; Ef. 2:21-22; 4:12-13, 15b-16; Col. 2:19; Ap. 22:1-2

Después de los primeros dos capítulos espero que todos tengamos claro esta única cosa: en este universo Dios desea edificarse en el hombre y edificar al hombre en Él, de modo que Dios y el hombre puedan mezclarse como una sola entidad. Ésta es el edificio espiritual, la casa de Dios, que Dios desea edificar en el universo. Esto no es sólo la habitación de Dios, sino también la morada del hombre. Dios mora en el hombre, quien está unido a Dios, y toma al hombre como Su morada. Asimismo, el hombre mora en Dios, quien está unido al hombre, y toma a Dios como su habitación. Por consiguiente, este edificio es producido al edificarse Dios con el hombre para ser la morada mutua de Dios y el hombre. Toda la obra que Dios ha realizado entre los hombres por seis mil años tiene como meta esta edificación.

DIOS SE MEZCLA CON EL HOMBRE
AL IMPARTIRSE EN FORMA DE ALIMENTO

Ahora queremos ver cómo Dios realiza esta obra. En otras palabras, queremos ver cómo Dios construye este edificio. Ya dijimos que el edificio de Dios se obtiene mediante la mezcla de Dios y el hombre. Dios se mezcla con el hombre, y mezcla al hombre consigo mismo; en esto consiste la edificación. Pero ¿cómo se mezcla Dios con el hombre? Dios se mezcla con nosotros y se hace uno con nosotros al entrar en nosotros en forma de alimento para ser nuestra vida.

La mejor manera para que cualquier cosa se mezcle con nosotros es que la comamos. Por ejemplo, si usted quiere que un pollo o una manzana se mezclen con usted y lleguen a ser uno con usted, la mejor manera es que los coma para que sean digeridos y lleguen a ser su sangre, huesos, carne, piel y todos sus elementos. De este modo, usted y el alimento que ha ingerido se mezclarán y llegarán a ser uno. Así pues, la mejor manera para que algo que está fuera de nosotros se mezcle con nosotros es que lo comamos.

Recuerden que Dios, a fin de mezclarse y ser edificado con nosotros, procede de esta única manera: Él viene en forma de alimento para que nosotros lo comamos. Dios desea que la relación que el hombre tiene con Él no se caracterice por un hombre que lo adora o hace cosas para Él; más bien, Dios desea que el hombre lo reciba en forma de alimento a fin de ser digerido en el hombre y llegar a ser la constitución intrínseca del hombre. Según las Escrituras, la primera vez que Dios se le apareció al hombre no se le presentó como un Dios que el hombre debiera adorar, sino en la forma del árbol de la vida para que el hombre lo comiera. Después que el hombre fue creado, Dios lo puso frente al árbol de la vida (Gn. 2:9). Esto significa que Dios quería que el hombre lo comiera, que recibiera esta vida dentro de sí como alimento.

La primera vez que leímos la Biblia y llegamos a Génesis 2, probablemente no entendimos el significado de ello. Sin embargo, a la luz del Nuevo Testamento, especialmente a la luz del Evangelio de Juan, esto es muy claro. El Evangelio de Juan dice que “en Él estaba la vida” (1:4) y que el Señor vino para que tengamos vida (10:10b). El Señor Jesús mismo les dijo a las personas claramente que Él era el pan de vida y que el que le comiera viviría por causa de Él (6:35, 48, 57b). Las palabras del Señor nos muestran que así como ingerimos diariamente el alimento a fin de vivir por dicho alimento, Él también desea que nosotros le recibamos como alimento a fin de vivir por causa de Él. Por lo tanto, el Evangelio de Juan repetidas veces usa la palabra en. Por ejemplo: “Vosotros en Mí, y Yo en vosotros” (14:20b), y “Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros” (17:21). Todas estas veces que aparece la preposición en revelan que el Señor desea entrar en nosotros y que nosotros entremos en Él, a fin de que Él y nosotros podamos mezclarnos y llegar a ser uno.

LA MEZCLA DE DIOS CON EL HOMBRE
CAUSA EL CRECIMIENTO DE VIDA

Cuando Dios se mezcla con nosotros en forma de alimento, el resultado de ello es que crecemos en vida. Este asunto no es difícil de entender. Todos nosotros medimos entre 1.5 y 1.8 metros de estatura aproximadamente. Sin embargo, en el momento de nacer sólo medíamos unos 30 cm. ¿Cómo crecimos tanto? Esto se debe a que continuamente hemos estado ingiriendo alimentos, y éstos se han estado mezclando con nosotros. Cuanto más se efectúa esta mezcla, más crecemos. Lo que se mezcla con nosotros originalmente era diferentes clases de alimento y no eran nuestros elementos constitutivos. Pero después que los comimos y recibimos, éstos fueron digeridos y llegaron a ser nuestra sangre, nuestras células y toda clase de elementos en nosotros. Mediante este proceso, el alimento se mezcla completamente con nosotros y nos hace crecer.

El crecimiento de nuestra vida espiritual se efectúa conforme al mismo principio. Colosenses 2:19 explícitamente nos dice que nosotros crecemos con el crecimiento de Dios. Si a diario nos acercamos a Dios, lo disfrutamos y lo recibimos en nuestro ser como alimento y bebida, entonces Él se mezclará con nosotros. Esta mezcla hará que el elemento de Dios aumente en nosotros, y de este modo nuestra vida espiritual crecerá cada vez más.

EL CRECIMIENTO EN VIDA Y LA EDIFICACIÓN
SON INSEPARABLES

Dios viene a nosotros en forma de alimento para mezclarse con nosotros como nuestra vida y para crecer en nosotros, todo ello con el propósito de edificar un templo, que es la casa de Dios. Por esta razón, en las Escrituras a menudo vemos que el crecimiento y la edificación van juntos.

La mayoría de los versículos que aparecen al principio de este capítulo hablan tanto del crecimiento como de la edificación. En 1 Corintios 3:9b se nos dice: “Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. Como labranza de Dios, necesitamos crecer; y como edificio de Dios, necesitamos ser edificados. Por lo tanto, el crecimiento equivale a la edificación, y la edificación al crecimiento; estos dos asuntos son inseparables. Por esto, Efesios 2 dice que la casa espiritual, la morada de Dios, es edificada a medida que crece (vs. 21-22), tal como nuestro cuerpo alcanza su estatura completa mediante el crecimiento. Además, 1 Pedro 2 nos dice que, después de haber sido salvos y de haber desechado nuestros pecados, debemos anhelar la leche espiritual para que por ella crezcamos (vs. 1-2). Después de esto, leemos que nosotros como piedras vivas somos edificados como casa espiritual (v. 5). Asimismo Efesios 4:12-13 dice: “Para la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos [...] a un hombre de plena madurez”. Sin crecimiento no hay edificación. Cuanto más crecemos, más somos edificados. Una vez que hayamos crecido plenamente, la edificación habrá concluido. Así pues, el crecimiento y mezcla de Dios en nosotros equivale al edificio de Dios.


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