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Evangelio de Dios, Elpor Watchman Nee

ISBN: 978-1-57593-940-7
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CAPITULO CINCO

LA JUSTICIA DE DIOS

En las reuniones anteriores vimos que el hombre pecó y que la obra salvadora de Dios está basada en el hecho de que el hombre ha pecado. Si el hombre no hubiera pecado, no habría necesidad de salvación. Pero puesto que el hombre pecó, Dios dio la ley para mostrarle que pecó. La ley de Dios vino al mundo para que las transgresiones del hombre abundaran. Originalmente, el hombre sólo tenía pecado; no tenía transgresiones. Pero cuando la ley vino, el hombre no sólo tenía pecado, sino también transgresiones. Después de transgredir, el hombre se da cuenta de que es pecador. Gracias al Señor que aunque tenemos pecado y hemos transgredido, Dios, quien es amor, se propuso darnos gracia y misericordia. El se propuso hacer algo por nosotros para resolver los problemas que no podemos resolver por nuestra propia cuenta.

Sin embargo, en esta reunión debemos ver algo más. Aunque Dios nos ama, nos muestra misericordia, y desea concedernos gracia, hay una cosa que le impide hacerlo. El no puede otorgarnos gracia inmediatamente; no puede darnos vida eterna en forma directa. Hay un dilema que Dios debe resolver antes de concedernos gracia. El problema, el cual la Biblia menciona frecuentemente, es la justicia de Dios.

La frase la justicia de Dios ha confundido a muchos teólogos durante los siglos. Si leemos la Biblia sin prejuicios e ideas preconcebidas, Dios nos muestra lo que significa Su justicia. Podemos ver esto clara y fácilmente. Esta noche esperamos ver, por la gracia de Dios, lo que es Su justicia. En otras palabras, esperamos ver la dificultad que Dios encuentra al salvarnos.

SU SALVACION CORRESPONDE A SU JUSTICIA

Si Dios ha de salvarnos, El debe salvarnos y ponernos en una condición que corresponda, o se iguale a El. Si Dios ha de darnos la salvación, El no puede darla en una forma que contradiga Su naturaleza, Su método y Su manera. Somos pecadores llenos de transgresiones y, por lo tanto, no hay justicia en nosotros. Si quisiéramos ser salvos, usaríamos cualquier medio, fuese recto o erróneo, bueno o malo. Trataríamos de ser salvos de mil maneras. Con tal de que fuésemos salvos, cualquier medio estaría bien. No nos importaría si el procedimiento fuese apropiado o si el método es el correcto. En tanto que fuésemos salvos, estaríamos satisfechos. No nos importaría mucho de dónde viniera la salvación, y si es correcta o no. En este sentido, somos como los ladrones. Lo único que a un ladrón le importa es llevarse el dinero; no le importa de dónde venga. Mientras consiga el dinero, estará satisfecho. El no sabe lo que es correcto o incorrecto; no sabe lo que es justicia o injusticia. Pero nosotros debemos ver que la salvación no es sólo un asunto de llegar a ser salvos, sino que Dios nos salve. Aunque nos baste ser salvos sin importar cómo, Dios no puede decir que la salvación consiste en salvarnos, sin importar si está bien o mal la manera en que somos salvos. Sin ninguna duda Dios desea darnos gracia y salvarnos. Indudablemente, El quiere darnos Su vida. Dios está lleno de amor, y quiere que seamos salvos. Pero si Dios ha de salvarnos, El tiene que salvarnos con excelencia. Por lo tanto, esto representa un gran problema. Dios desea salvar a los hombres. Pero ¿qué método puede usar para que el hombre pueda ser salvo de la manera más justa? ¿Qué método es el más razonable? ¿Qué método corresponderá a Su dignidad? Es fácil ser salvo, pero es difícil ser salvo justamente. Debido a esto la Biblia habla mucho de la justicia de Dios. Nos dice una y otra vez que Dios salva al hombre en una manera que corresponde a Su justicia.

¿Qué es la justicia de Dios? La justicia de Dios es la manera en que El hace las cosas. El amor es la naturaleza de Dios, la santidad es la disposición de Dios y la gloria es Dios mismo. Sin embargo, la justicia es el procedimiento de Dios, Su manera y Su método. Puesto que Dios es justo, El no puede amar al hombre sólo con Su amor. El no puede conceder gracia al hombre sólo porque quiere. El no puede salvar al hombre por lo que Su corazón le dicte. Es verdad que Dios salva al hombre porque lo ama. Pero El debe hacerlo conforme a Su justicia, Su procedimiento, Su nivel moral, Su manera, Su método, Su dignidad y Su majestad.

Sabemos que para Dios es fácil salvar al hombre. Pero no es tan fácil salvar al hombre en una manera justa. Sólo imagine lo fácil que le sería a Dios salvarnos si el asunto de la justicia no estuviese de por medio. No habría ningún problema. Si Dios no nos hubiera amado, no se podría haber hecho nada por nosotros y no habría esperanza. Pero Dios nos ama y ha tenido misericordia de nosotros. Además, El desea darnos gracia. Si la cuestión de la justicia no existiera, Dios podría haber dicho: “¿Has pecado? Bueno, no lo vuelvas a hacer”. Así, El pasaría por alto nuestros pecados. Nos dejaría libres. Si Dios perdona descuidadamente sin juzgar el pecado del pecador y sin tratar con los pecados conforme a la ley, ¿dónde está Su justicia? En esto radica el problema.

Hace tiempo un hermano se metió en un asunto complicado y fue puesto en la cárcel por las autoridades. Yo sabía que aunque el no era del todo inocente, la culpa en realidad la tenían otros. Por esta razón, yo quise ayudarlo a salir. Fui a Nanking y hablé con algunos de los que tenían relación con el caso. Les hablé de la situación y les pedí si podían ayudar un poco. Eramos nueve, y todos ocupados. Tuvimos nueve reuniones por once días, tratando de encontrar una solución para este hombre. Finalmente, todos admitieron que tenían la manera y la autoridad para liberar al hombre, pero no podrían liberarlo a menos que se incriminaran a sí mismos. Así que, tuvimos que encontrar una manera de liberar al hombre por medios legales.

Sin lugar a dudas, Dios está lleno de amor y nos quiere salvar. Pero El lo debe hacer legalmente. Si El no nos salva legalmente, no podrá salvarnos. El amor de Dios está limitado por Su justicia. Dios no puede actuar en Su contra y declarar irresponsablemente que nuestros pecados son borrados, que todo está bien y que podemos salir libres. Si Dios nos perdonara irresponsablemente, ¿qué ley, cuál justicia y qué verdad quedaría en el universo? Todo se terminaría.

Dios quiere salvarnos, y nosotros queremos ser salvos. La cuestión radica en el hecho de si habrá injusticia en nuestra salvación. En la actualidad hay muchos que aceptan sobornos y son parcializados por afectos personales. Estos a menudo ayudan a otros, y los benefician; así que, todos estamos de acuerdo en que estas personas no son rectas. No son justas sino corruptas. Dios no nos puede salvar a costa de cometer injusticia. Dios debe salvarnos preservando Su justicia. Es importante que Dios nos salve, pero El lo debe hacer conforme a Su justicia. Dios nos podría salvar inmediatamente con Su amor. Pero también debe salvarnos justamente.

¿Cómo es esto? A Dios no le es fácil salvarnos sin violar Su justicia. ¿Cómo podría Dios justificar a los pecadores sin incurrir en injusticia? ¿Cómo podría Dios perdonar los pecados en una manera justa? El desea salvarnos, pero quiere que digamos, cuando recibimos Su vida y somos salvos, que El nos ha justificado de la manera más recta.


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