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Expresión práctica de la iglesia, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-87083-905-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 22 Sección 2 de 3

VIENTO DE ENSEÑANZA

Debemos entender claramente la diferencia entre la fe y la enseñanza. La fe es única, pero las doctrinas pueden variar; por tanto, la fe une pero las doctrinas pueden dividir. En la fe ciertamente hay unidad, pero con las enseñanzas existe la posibilidad de división. Cualquier doctrina, por muy buena que sea, puede dividir. Debemos estar alertas para no permitir que ninguna doctrina nos divida. “Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza”. Cualquier enseñanza aparte de la fe, incluso la mejor doctrina, puede ser un “viento” que nos zarandee para que no tomemos a Cristo como nuestro centro y para que no experimentemos la vida apropiada de iglesia. Si nos descuidamos y no le damos nuestra plena atención al propósito único del Señor, que es la iglesia, podremos ser apartados de dicho propósito central por el “viento” de alguna doctrina. Debemos asirnos a Cristo, adherirnos a Su Cuerpo y guardar la unidad de la fe en la unidad del Espíritu. ¡Que nunca nos desviemos o nos apartemos de la unidad de la fe por el viento de cualquier enseñanza! La unidad de la fe tiene prioridad. Debemos permanecer firmes sosteniendo la unidad de la fe por siempre, y no estar a favor de alguna doctrina. ¡No permitamos que ninguna enseñanza sea un “viento”! Verdaderamente necesitamos que el Señor nos libre y nos proteja.

ES NECESARIO CRECER EN VIDA

A fin de guardar la unidad de la fe y no ser zarandeados por todo viento de enseñanza, es menester que crezcamos en vida. Si permanecemos en la niñez, fácilmente podemos ser descarriados por el viento de alguna enseñanza. Quizá las doctrinas sean buenas; sin embargo, siguen siendo juguetes, los cuales no son malos, pero sí son hechos para que los niños jueguen. Cuánto más joven sea uno, más disfruta de los juguetes. ¿Sigue usted jugando con las doctrinas? Le aseguro que cuánto más crezca en el Señor, más dejará los juguetes de las enseñanzas.

Efesios 4:14-15 dice claramente lo que las doctrinas pueden hacer si no hemos crecido en Cristo en todas las cosas. Mientras seamos niños, será fácil que el sutil enemigo nos engañe usando ciertas doctrinas para distraernos de la vida apropiada de iglesia, así como los vientos nos pueden desviar de una trayectoria apropiada. ¿Por qué? Porque a los niños les gustan los juguetes, ¡y las enseñanzas son iguales que los juguetes! Cuánto más crezcamos en vida, más dejaremos a un lado los juguetes de las enseñanzas.

Hace cuarenta años el bautismo por inmersión era un verdadero juguete para mí, así como también lo eran muchas otras doctrinas. Pero por la misericordia del Señor, ahora me sería difícil decirles cuales juguetes doctrinales me quedan todavía. Debemos aprender a no insistir jamás en ninguna doctrina, sino sólo en la fe. Las doctrinas dividen; solamente la fe une.

Es necesario que todos seamos librados de los muchos juguetes doctrinales; sin embargo, esto no debe ser una liberación externa, sino una liberación que surja del crecimiento en vida. Debemos crecer, y mientras crezcamos, nos daremos cuenta de que no debemos insistir en ningún juguete. Debemos ser uno con todos los creyentes, con los que creen: que el Señor Jesús es el Hijo de Dios, que se encarnó como hombre, que murió en la cruz por nuestros pecados, que resucitó y que ascendió a los cielos. Si el Señor Jesús es nuestro único centro, no habrá problema.

NO INSISTIR EN NADA MAS QUE LA FE

Mientras visitaba algunos lugares de este país, hubo personas que me preguntaron si era bíblico ser bautizado más de una vez, pero no les respondí. Si hemos crecido en el Señor, no pondremos nuestra atención en los asuntos doctrinales, pues sólo nos importarán la fe y la unidad.

Algunas personas se ofenden al ver que las hermanas se cubren la cabeza, algo que, en gran parte, es un asunto de opinión. Si una hermana siente que debe cubrirse la cabeza, no hay necesidad de oponernos a ello. Pero también hay algunos que imponen sobre otros que deben cubrirse la cabeza, haciendo de ello un punto legalista. Este es el otro extremo.

Algunos se oponen al orar-leer, y otros condenan la alabanza audible. Todas estas opiniones discrepantes son innecesarias. Con tal que las personas reciban la Palabra de Dios y alaben al Señor, no debemos oponernos a ello a pesar de que lo hagan de una manera que no nos guste. Si nos oponemos a ellos, nos pasamos de la raya; por el otro lado, si insistimos en esas cosas y las imponemos sobre otros, nos vamos al otro extremo.

Como hemos visto que la iglesia local es la expresión práctica de la iglesia, no debemos insistir en nada más que la fe. Si alguien proclama que el Señor Jesús no es el Hijo de Dios, debemos contender que sí lo es. Esto es contender por la fe. Pero si una hermana piensa que no necesita cubrirse la cabeza, debemos dejar que actúe conforme a su propio sentir en ese asunto. Esto es la vida de iglesia y esto es guardar la unidad. En cuanto a las opiniones doctrinales, el apóstol enseña en Romanos 14:1-6 que debemos tener una actitud amplia y tolerante, recibiéndonos los unos a los otros a fin de guardar la unidad del Cuerpo.


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