Estudio-vida de Jeremías y Lamentacionespor Witness Lee
ISBN: 978-0-73636366-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-73636366-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
El último pasaje que tomaremos en consideración es Jeremías 31:33-34: “Éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, declara Jehová: Pondré Mi ley en sus partes internas, y sobre su corazón la escribiré; y Yo seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo. Y ninguno enseñará más a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el pequeño de ellos hasta el grande, declara Jehová, porque perdonaré la iniquidad de ellos y no me acordaré más de su pecado”. Al hablar del nuevo pacto que Él haría con Sus elegidos, Dios dijo que Él pondría Su ley en sus partes internas. Ésta no es la ley de la letra, sino que es la ley de vida. Si la ley de Dios no fuera la ley de vida, Él no podría poner Su ley dentro de nuestro ser. La ley que Dios pone en nosotros es la ley de Su propia vida. La ley es en realidad la vida. Esto quiere decir que Dios se pone a Sí mismo como vida dentro de nosotros, y esta vida es la ley que Él ha puesto en nosotros.
La vida de Dios, la cual es Dios mismo, es una ley que nos regula. Tal como un gato es regulado por la ley de la vida gatuna y un ser humano es regulado por la ley de la vida humana, así también nosotros somos regulados por la ley de la vida divina.
En el versículo 33 Dios, refiriéndose a Su ley, dice que “sobre su corazón la escribiré”. Dios no solamente pone Su ley en nuestras partes internas, sino que también la escribe sobre nuestros corazones. Aquí, escribir significa inscribir. Dios escribe Su ley en nuestro corazón al extenderse desde nuestro espíritu a nuestro corazón a fin de inscribir en nuestro ser todo cuanto Él es. Esto indica que en el nuevo pacto Dios no nos pide hacer nada, pues en el nuevo pacto Él lo hace todo.
Bajo el nuevo pacto de Dios, Israel será Su pueblo, y Él será su Dios. Hoy en día nosotros, como creyentes en Cristo, somos el pueblo de Dios, y Él es nuestro Dios.
En el versículo 34 Dios dice: “Todos me conocerán, desde el pequeño de ellos hasta el grande”. Conocer a Dios no solamente significa que sabemos que Él es triuno y que Él es santo y justo. Conocer a Dios es vivir a Dios, y vivir a Dios es conocer a Dios. Por ejemplo, tal vez nosotros odiemos, pero Dios ama. Por tanto, si conocemos a Dios, le viviremos al amar a los demás. Además, Dios es compasivo. Conocerle es vivirle como Aquel que es compasivo. Esto es algo que los ancianos en particular necesitan hacer. Un anciano compasivo es un anciano que conoce a Dios. Más aún, Dios es considerado con las personas. Conocerle es vivirle como Aquel que es considerado con las personas.
Podemos conocer a Dios de este modo únicamente porque Él puso Su vida en nosotros, y esta vida es Dios mismo. Esta vida es nuestra ley interna de vida junto con su capacidad inherente. Todos nosotros, como creyentes en Cristo, del menor al mayor, tenemos esta capacidad de conocer a Dios al vivirle.
En la última parte del versículo 34 Dios dice: “Perdonaré la iniquidad de ellos y no me acordaré más de su pecado”. Como dijimos en el mensaje anterior, esto implica la redención (Ef. 1:7). Puesto que Dios perdona, conocer a Dios es perdonar a los demás y no recordar su pecado. Esto es expresar en nuestro vivir la redención de Cristo.
Todos los asuntos hallados en Jeremías 31:33-34 son desarrollados en el Nuevo Testamento. En Hebreos 8 Pablo cita estos versículos a fin de mostrarnos que hoy en día tenemos la ley interna, la ley de vida. En el nuevo pacto, que es el mejor pacto (He. 7:22), Dios se puso a Sí mismo en nosotros como vida, y esta vida es nuestra ley interna. Esta ley interna es nuestra capacidad de vivir a Dios a fin de ser el pueblo de Dios. Por tanto, podemos vivir y tener nuestro ser del mismo modo en que Dios lo hace. Él es perdonador y no recuerda los pecados de Su pueblo, y nosotros podemos ser iguales.
Lo descrito en Jeremías 31:33 y 34 en realidad es la nueva creación. El máximo resultado de la revelación de Jeremías es la nueva creación, la cual consumará en la Nueva Jerusalén. Por tanto, en lo referido a su aspecto intrínseco, el libro de Jeremías es igual al Nuevo Testamento. El contenido intrínseco del libro de Jeremías es la base del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento, por tanto, es el desarrollo de Jeremías.
El libro de Jeremías, el cual habla abundantemente sobre el pecado de Israel así como sobre la ira de Dios, Su disciplina y Su castigo, revela que Dios desea ser la fuente de aguas vivas para nuestra satisfacción a fin de producir Su aumento con miras a Su expresión. Aunque le hemos fallado, Él no nos falla. Es a causa de Su benevolencia amorosa que no somos consumidos, y Sus compasiones no fallan, sino que son nuevas cada mañana. Las compasiones de Dios sobre nosotros en medio de nuestro fracaso preparan el camino para que Cristo venga a ser, primero, nuestra justicia y, después, nuestra redención y nuestra vida. La justicia, la redención y la vida con su ley y capacidad inherentes: todo ello es Cristo. Es mediante tal justicia, redención y vida que Dios hace que Cristo lo sea todo para Sus elegidos. Cristo es el centro y circunferencia del pueblo de Dios, y Él es también la centralidad y universalidad del trato que Dios aplica a todos los pueblos de la tierra. Éste es el contenido intrínseco del libro de Jeremías.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.