Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0428-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Nuestro servicio al Señor en el Nuevo Testamento incluye la predicación del evangelio y las reuniones regulares, para la realización del propósito de Dios. Después de mucho estudio he descubierto que hay cuatro pasos en este servicio neotestamentario.
El primer paso es la predicación del evangelio por los sacerdotes neotestamentarios a fin de salvar a los pecadores para la satisfacción de Dios (Ro. 15:16). El segundo es alimentar a los nuevos creyentes. Inmediatamente después de su bautismo, debemos comenzar a alimentar, a nutrir, a los nuevos. Juan 21:15 dice: “Jesús dijo a Simón Pedro: Simón...¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos”. Aquí el Señor específicamente nos dice que alimentemos Sus corderos, los nuevos creyentes. Apenas una madre da a luz un hijo, ella empieza a nutrir, a alimentar, a su pequeño. Sin la nutrición adecuada, el niño recién nacido morirá.
El tercer paso en nuestro servicio neotestamentario es perfeccionar a los santos. No es suficiente sólo alimentar a los santos que acaban de nacer de nuevo; también tenemos que perfeccionarlos. Después de que alcanzan cierta medida de crecimiento, ellos deben ser perfeccionados para que puedan edificar el Cuerpo de Cristo de la misma manera que lo hacen las personas dotadas. El Señor ha dado dones a Su Cuerpo —apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros— “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Esto se revela claramente en Efesios 4:11-12.
El cuarto paso consiste en que todos los santos deben ser entrenados a fin de que sean introducidos en la práctica de profetizar de parte del Señor en las reuniones de la iglesia. Este punto se revela claramente en 1 Corintios 14. Según dicho capítulo, profetizar no significa predecir ni pronosticar, sino hablar de parte del Señor, proclamar al Señor y hablar el Señor mismo de modo que podamos ministrarlo o dispensarlo en otros. Al tenerse el verdadero profetizar, la gente no recibirá meras doctrinas o enseñanzas, sino que lo que hablemos ministrará en otros a Cristo, el suministro de vida.
Así que hay cuatro pasos en nuestro servicio neotestamentario, que se revelan en la Biblia: predicar el evangelio, alimentar los corderos, perfeccionar a los santos y profetizar para la edificación de la iglesia.
En 1 Corintios 14:26 revela que cuando la iglesia se reúne, cada uno de los asistentes tiene algo del Señor que compartir con otros. Esto es muy distinto a una reunión en la que un predicador o ministro presenta un mensaje a una congregación. Después de cierto tiempo este tipo de reunión, en donde un hombre habla y todos los demás escuchan, matará el desarrollo de las funciones espirituales dentro de cada miembro. En consecuencia, tenemos que seguir, desear con celo, y procurar el don sobresaliente de profetizar (vs. 1, 12, 39).
Hoy día, entre los cristianos, no vemos la práctica del profetizar orgánico para la edificación de la iglesia, y no existe constancia alguna de semejante práctica corporativa en la historia cristiana. El hermano Nee, hace más de cincuenta años, vio la necesidad de que se tuvieran reuniones de la iglesia en mutualidad. En 1937 él compartió los mensajes que se publicaron en The Normal Christian Church Life [La vida cristiana normal de la iglesia]. En dicho libro, el hermano Nee dice que las reuniones grandes del día del Señor por la mañana, en las cuales un hombre habla y los demás escuchan, no tienen cabida en las reuniones de la iglesia. En 1948 el hermano Nee dio los mensajes contenidos en el libro Church Affairs [Los asuntos de la iglesia]. En aquel entonces él era más radical. El decía que la reunión de predicación del día del Señor, en la cual una persona habla y los demás escuchan, es conforme a “las costumbres de las naciones” (2 R. 17:8, Reina Valera, 1977). El nos exhortó a todos a que con persistencia resistiéramos esta tradición que no está en la Biblia, y a que laboráramos para derribarla.
Por un lado, tener un orador edifica a los santos; pero por otro, tener sólo un orador anula y aniquila la función, habilidad y capacidad espirituales de todos los creyentes. Debido a esta práctica, muchos cristianos han sido completamente anulados en su función y capacidad espirituales. Son muy pocos los que saben hablar por el Señor. Esta es la situación en el cristianismo hoy en día, y nuestro caso es muy similar.
Empecé un estudio exhaustivo del servicio neotestamentario en octubre de 1984. En mi estudio recordé las palabras del hermano Nee. En 1948 él firmemente repudió la reunión grande del día del Señor en la cual se escucha un mensaje, y nos pidió que hiciéramos un gran esfuerzo por derrocar esta dañina tradición. Yo había oído todas estas cosas, y con todo, en 1949, cuando salí de la China continental y fui a Taiwan, no puse estas cosas en práctica. Más adelante, sentí mucho no haberlo hecho y le pedí al Señor que me perdonara. Entonces comencé a hacer sonar la trompeta, diciendo que la reunión matutina del día del Señor, en la cual uno habla y los demás escuchan debía ser anulada.
Aunque toqué la trompeta de este modo en Taiwan en 1984, durante más de tres años no sugerí que la iglesia en Taipei abandonara las reuniones del día del Señor en las cuales se daba un mensaje. Todos ellos fueron afectados y profundamente impresionados que las mejores reuniones eran: primero, la mesa del Señor, y luego, la reunión del día del Señor para escuchar mensajes. En todos ellos se había dejado una profunda impresión de que las mejores reuniones tenían lugar el día del Señor y eran: primero, la mesa del Señor y, luego, la reunión matutina en la cual se daba un mensaje. A ellos les gustaban estas reuniones porque cada día del Señor los mensajes que se daban durante dichas reuniones siempre los nutrían. Haber detenido este tipo de reunión habría causado daño a la iglesia. Más bien, dediqué más de tres años para entrenar a los hermanos y hermanas. Luego en noviembre de 1987, los ancianos en Taipei decidieron que ya era tiempo de suspender la reunión de predicación del día del Señor, y comenzaron a practicar el profetizar orgánico según se revela en 1 Corintios 14.
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