Pleno conocimiento de la Palabra de Dios, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4719-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora llegamos al cuarto punto: el Dios-hombre Jesús. Como Dios-hombre, el Señor Jesús fue concebido del Espíritu Santo y, por tanto, poseía el elemento divino (Lc. 1:35; Mt. 1:18, 20). Además, nació de una virgen humana y, por tanto, poseía el elemento humano (Mt. 1:21, 23). Él nació como Dios y como hombre: un Dios-hombre. Él es el Dios completo (Ro. 9:5; Col. 2:9) y el hombre perfecto (1 Ti. 2:5). En Isaías 9:6 el niño es llamado el Dios Fuerte. El niño es humano y el Dios Fuerte es Dios. Por lo tanto, Él es Dios y al mismo tiempo hombre.
Además, aun después de haber resucitado y ascendido a los cielos Él todavía sigue siendo el Hijo del Hombre (Hch. 7:56; Ap. 1:13). Muchos cristianos tienen el concepto que el Señor Jesús se hizo hombre en Su encarnación, pero que después de Su resurrección Él dejó de ser hombre. En otras palabras, ellos piensan que Él se despojó de Su humanidad. Sin embargo, en Hechos 7:56 está escrito que cuando Esteban fue perseguido y sufrió el martirio, él vio al Hijo del Hombre, a Jesús, de pie a la diestra de Dios. Asimismo, cuando el Señor Jesús fue juzgado en la tierra, Él respondió a las preguntas del sumo sacerdote diciendo: “Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo” (Mt. 26:64). Por lo tanto, en Su segunda venida Él aún será un hombre. Por la eternidad, Él todavía será el Hijo el Hombre. En Juan 1:51 el Señor dijo: “Veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y descender sobre el Hijo del Hombre”. Este versículo se refiere a la eternidad futura. El Señor aún tenía carne y huesos después de Su resurrección (Lc. 24:39). Él es Dios y también hombre. ¡Qué misterio y cuán glorioso es! En la eternidad pasada, Él era Dios y no hombre. Pero después de Su encarnación, Él es Dios y también hombre. Él no es una parte de Dios, sino el Dios Triuno completo. Él es el Padre, el Hijo y el Espíritu. Él es también el hombre perfecto. Por consiguiente, Él es un Dios-hombre.
Hablemos ahora acerca de la mezcla de Dios con el hombre. Éste es también uno de los asuntos por los cuales algunos nos han criticado fuertemente. La Biblia claramente dice que el Señor Jesús fue concebido del Espíritu Santo en el vientre de la virgen María. La concepción implica la noción de mezcla. Una concepción ordinaria implica la mezcla del hombre y la mujer. La concepción del Señor Jesús fue la mezcla del elemento de Dios con el elemento humano, los cuales formaron una sola entidad. Esta mezcla jamás puede producir un tercer elemento. Los que me han difamado dicen que yo predico que Cristo no es ni hombre ni Dios, sino que Él es de una tercera naturaleza. En realidad lo que dije fue que el elemento divino se mezcla con el elemento humano, mas sin que llegue a producirse un tercer elemento. El Hijo de Dios nació para llegar a ser el Hijo del Hombre. Los dos llegaron a ser un Dios-hombre, que es tanto Dios como hombre. Esto no produjo una tercera clase de persona.
En primer lugar, los creyentes nacen de Dios a fin de llegar a ser hijos de Dios (Jn. 1:12-13). En este nacimiento el elemento humano se mezcla con el elemento divino hasta formar una sola entidad, pero no se produce un tercer elemento. Hoy en día nosotros somos hijos de Dios. No somos adoptados, sino que nacemos de Dios.
En segundo lugar, los creyentes, como ramas del olivo silvestre, fuimos injertados en el olivo cultivado (Ro. 11:24). Estos dos no solamente han llegado a ser un solo árbol, sino que también se han mezclado hasta tener una sola vida que produce un fruto compuesto, mas no un fruto de una tercera naturaleza. Nuestros opositores afirman que el hecho de ser adheridos al Señor Jesús es un asunto de unión, no de mezcla. Al contrario, yo debo decir que el injerto de las ramas del olivo silvestre en el olivo cultivado no es simplemente una unión externa, sino que aún más es una mezcla de la vida interna. El injerto es una mezcla; dos vidas se mezclan como una sola entidad para producir un fruto compuesto, no un fruto de una tercera naturaleza.
En tercer lugar, el Señor es el pan de vida para que los creyentes le coman y el Espíritu Santo es el agua viva para que los creyentes le beban (Jn. 7:37-39). El elemento del alimento se mezcla hasta ser uno con la persona que come, y llega a ser el elemento de la persona que come, sin que llegue a producirse un tercer elemento. ¿No es absurdo decir que el alimento que comemos solamente se une a nosotros, pero no se mezcla con nosotros? Cuando bebemos el agua, sin duda alguna el agua se mezcla con nosotros. Los que se oponen a nosotros no aceptan el concepto de mezcla porque están bajo la influencia de la tradición. Ellos dicen: “¿Qué? ¿Mezclarse con Dios? ¿Acaso ustedes llegan a ser Dios y Dios llega a ser ustedes?”. Mi respuesta es ésta: “Si Dios sigue siendo Dios y yo sigo siendo yo, ¡entonces no he sido salvo todavía! Lo que quiero decir cuando digo que llego a ser uno con Dios es únicamente que tengo la vida, la naturaleza y la imagen de Dios, mas no la posición para ser adorado por los hombres”.
Es obvio que el hijo de un rey tiene la vida y la naturaleza del rey, pero no es el rey ni tiene la posición del rey. Nosotros somos hijos que han nacido de Dios, y poseemos la vida y la naturaleza de Dios. En 1 Juan 3:2 dice claramente que “cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él”. Pablo también dice muy claramente: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Él también dice: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). En unas horas, la comida que hemos comido es digerida y asimilada hasta convertirse en nuestras células, sangre, huesos y carne. Nuestra constitución intrínseca es el resultado de lo que comemos.
Cuarto, los creyentes se unen al Señor y llegan a ser un solo espíritu con Él (1 Co. 6:17). Ésta es la mezcla del espíritu del creyente con el Espíritu del Señor, a fin de llegar a ser un solo espíritu: la mezcla de Dios con el hombre.
Quinto, al mezclarse la flor de harina con el aceite para formar la torta de la ofrenda de harina (Lv. 2:4), dos elementos se mezclan hasta ser una sola sustancia. Ellos no producen una sustancia con un tercer elemento. El aceite se mezcla con la harina. La harina simboliza la humanidad y el aceite simboliza a Dios. Esto también nos habla de la mezcla de Dios con el hombre.
Les he presentado estas verdades. Ustedes tienen que estudiarlas diligentemente e investigar mucho; entonces conocerán las cinco verdades más cruciales: la economía de Dios, la impartición de Dios, la Trinidad Divina, el Dios-hombre Jesús y la mezcla de Dios con el hombre. Éstas son las cinco verdades básicas halladas en la Biblia. Nuestra visión se basa en estas cinco verdades. Aunque la oposición en los Estados Unidos hasta cierto punto se ha calmado, estas olas de debates teológicos llegarán a Taiwán. Tarde o temprano, ustedes se encontrarán con otros que dicen que el hermano Lee enseña herejía con respecto a asuntos tales como la Trinidad, la impartición, la mezcla y el Dios-hombre. Temo que si ustedes no tienen un buen fundamento ahora, cuando les llegue el momento no tendrán palabras para responder. Es por ello que les he mostrado estos versículos ahora. Así, cuando surjan discusiones sobre estos asuntos, ustedes podrán presentar estos versículos y leérselos a los opositores uno a uno. Una vez que ellos los lean, quedarán sin ninguna base para discutir, pues la verdad es la verdad.
He usado el método más sencillo para presentarles estas cosas profundas. Espero que hagan lo posible por ser equipados. Estudien las verdades, pues ellas son nuestras armas modernas.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.