Pláticas adicionales sobre la vida de iglesiapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-236-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Algunos de nosotros oramos que el Señor nos bendiga tal como bendijo a la iglesia durante Pentecostés. Pero si el Señor verdaderamente respondiese a nuestras oraciones, ¿qué haríamos? Si el Señor verdaderamente nos concediera la bendición del Pentecostés, ¿qué haríamos? Si el Señor nos diese tres mil o cinco mil personas, ¿qué haríamos? Si miles de personas llenasen repentinamente nuestro lugar de reunión, ustedes inmediatamente verían que no podríamos asimilarlos a todos. Por ejemplo, si en Shangai tres mil personas fuesen añadidas de una sola vez, no podríamos asimilarlos. No sabríamos cómo bautizarlos, cómo distribuirlos en las diferentes reuniones de hogares para participar de la Mesa del Señor, cómo edificarlos o cómo visitarlos. Sin embargo, cuando Dios bendice y la iglesia es fuerte, podemos asimilarlos fácilmente; sin considerar cuántos vengan, nosotros no andaremos arrastrándonos por no poder manejarlos adecuadamente. Tenemos ahora cerca de 1500 hermanos y hermanas entre nosotros, pero la comunión que hemos tenido aún no ha sido adecuada. ¿Qué haríamos si otros mil fuesen añadidos a nosotros? Nos sería difícil contenerles si Dios nos bendijese. No hablamos de una organización, sino de un organismo que pueda contener la bendición de Dios. Si Dios nos bendice dándonos tres mil personas, y dos mil de ellas desaparecen después de dos días, esto no es la iglesia. Si Dios nos diera tantas personas, quizás ni nos daríamos cuenta de que ellos desaparecen. Si no sabemos cuándo la gente viene y cuándo la gente se va, esto no es la iglesia. La iglesia es un organismo de tal capacidad, que puede contener la bendición de Dios. Una iglesia debe llegar al punto de que cuando Dios bendiga, y bendiga abundantemente, haya un vaso que pueda contener esta bendición. Cuando todo el cuerpo de hermanos y hermanas obedece al Espíritu Santo, todos tienen el servicio y todos son bendecidos. Nadie en ese cuerpo introducirá sus propias opiniones, sino que todos estarán ocupados en servir; es en ese momento que la iglesia de Dios surgirá.
Yo les digo que si ustedes no se disponen para la obra del Espíritu Santo, el Espíritu Santo no obrará. Todos deben prepararse para la obra del Espíritu Santo. Siempre debemos preparar más lugar. Preferimos permitir que el Señor traiga gente, en vez de permitir que se las lleve. Cuando el Espíritu Santo comience a obrar, realmente verán ustedes que no hay lugar suficiente. Debemos prepararnos para la obra del Espíritu Santo preparando un lugar de reunión más grande y aumentando nuestra capacidad; entonces el Señor bendecirá. Debemos preparar hombres para el servicio; entonces el Señor bendecirá. Si no preparamos a todos para el servicio, el Espíritu Santo no tendrá manera de obrar.
Espero que los hermanos y las hermanas vean que el terreno de la iglesia está basado en la localidad y en la autoridad del Espíritu Santo. Una vez que la autoridad del Espíritu Santo entra, significa que cada uno comienza a aprender a librarse de sus propias ideas y a someterse a la autoridad de Dios. Cuando cada uno empieza a aprender a servir, la iglesia de Dios aparece. Como la iglesia, no es suficiente que nuestras propias opiniones personales no sean introducidas, sino también, por el lado positivo, que cada uno se someta a la autoridad del Espíritu Santo. Una vez que otros se someten a la autoridad del Espíritu Santo, inmediatamente la autoridad del Espíritu Santo comienza a dirigir y a hacer que todos empiecen a servir; y todos sirven.
Ustedes hermanos que están al frente de las reuniones en los hogares, perdonen que diga lo siguiente: la responsabilidad básica que tienen ante Dios es que ustedes mismos deben servir, pero esto no es suficiente. Si solamente pueden hacerlo ustedes mismos, pero no pueden hacer que otros lo hagan, están ustedes fracasando. El Espíritu Santo desea dirigir a todos a que sirvan. Por el lado negativo, no introduzcan sus propias ideas; por el lado positivo, permitan que el Espíritu Santo dirija a que todos sirvan. La autoridad del Espíritu Santo significa que el Espíritu Santo puede pasar a través de cada uno, es decir, que el Espíritu Santo puede dirigir a cada uno. Por lo tanto, el que únicamente puede servir solo, pero no puede encomendar cosas a otros, es uno que fracasa. El que no retiene la responsabilidad en sus propias manos, sino que la distribuye a los hermanos y hermanas para que ellos tengan parte en el hacer, es al que Dios usará.
No piensen que cuando las necesidades surgen, es correcto que ustedes hagan mucho. Cuando surgen necesidades, y ustedes mismos las terminan rápidamente, reteniéndolas en su mano, sin repartirlas, esto obstruye la obra del Espíritu Santo. Las cosas deben ser distribuidas; no deben ser retenidas en sus propias manos. Retener las cosas en sus propias manos siempre es un obstáculo. Las cosas no deben pegarse a ustedes. Cuando la autoridad del Espíritu Santo tiene libertad en la iglesia, no es asunto de que ustedes lo hagan o no, sino un asunto de permitirle al Espíritu Santo que tenga libertad de liberarse a Sí mismo. Cuando la autoridad del Espíritu Santo obra, se mueve y es liberada en todo el Cuerpo, eso es la iglesia.
La obra siempre debe ser distribuida; distribuir es un principio. En todo caso, cada vez que una cosa viene sobre ustedes, distribúyanla inmediatamente. Cuando una cosa puede ser hecha por una persona, y también puede ser hecha por cinco personas, más bien distribúyanla a las cinco personas para que lo hagan. Siempre háganlo ustedes mismos y persuadan a otros a que lo hagan. Cuando hacen las cosas así, ustedes están entrenando a los hermanos y guiando a otros en hacer las cosas, para que cada uno aprenda a servir.
Yo y el hermano Witness Lee, los dos, hemos tenido un largo tiempo de mirar al Señor y de conversar [en febrero y marzo de 1950, en Hong Kong—nota del redactor]. Nosotros creemos aún más en lo que hemos visto antes. En los días venideros Dios ciertamente tomará el camino de migración. Por lo tanto, cada hermano debe aprender a ser entrenado. Ustedes no deberían esperar que en el futuro unas personas emigren a Nan-Chang y que allí la iglesia en Nan-Chang los entrene por ustedes. Tenemos que entrenarlos ahora. Temo que los hermanos y hermanas no tengan entrenamiento delante de Dios, y que cuando el tiempo de la migración llegue, tal hermano no pueda ir, y aquel hermano tampoco pueda emigrar. Por lo tanto, todos deben aprender algo concerniente a la iglesia. Debemos aprender mucho más delante de Dios respecto al servicio de todo el Cuerpo. De este modo, habrá una manera de que Dios se extienda a través de nosotros.
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