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Estudio-vida de Juanpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3245-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 51 Sección 4 de 4

C. La pecadora se acerca a su herencia religiosa

La pecadora vino a su herencia religiosa a fin de sacar agua para su satisfacción. Cuando ella iba a sacar el agua, el Salvador le pidió que le diera agua para satisfacerle a Él. Siempre que el Señor nos pide algo, es un indicio de que Él lo necesita de la misma forma que usted lo necesita. Cuando usted tiene sed, el Señor también la tiene. Cuando el Señor le pide algo, usted también necesita lo mismo. Esto es muy significativo. Cuando usted está sin hogar, Él también lo está; y cuando Él está sin hogar, usted también lo está.

II. EL VACÍO DE LA TRADICIÓN RELIGIOSA
Y LA PLENITUD DEL AGUA DE VIDA

En los versículos del 9 al 14 vemos el contraste entre el vacío de la tradición religiosa y la plenitud del agua de vida. La mujer samaritana preguntó al Señor Jesús: “¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?” (4:12). Por esta pregunta vemos que al padre de una religión se le concede la más alta posición. Para los samaritanos Jacob era lo más grande. Lo tomaban como su abuelo, considerándolo el más grande.

La mujer samaritana también consideraba que el pozo de Jacob era el mejor. Esto significa que la herencia de la religión es considerada como la mejor.

La mujer samaritana dijo al Señor: “Señor, no tienes vasija ... ¿De dónde, pues, sacas esa agua viva?” (v. 11). Esto significa que la tradición religiosa es considerada como lo más prevaleciente. Aunque la religión considera que su ortodoxia es lo más prevaleciente, no obstante, el “agua” de la religión nunca satisface la sed de los religiosos. Esto se comprueba con la respuesta del Señor en el versículo 13, donde dice: “Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed”.

Cristo es más grande que el padre de cualquier religión. El versículo 10 dice: “Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le habrías pedido y Él te abría dado agua viva”. Si usted predica el evangelio en China, la gente le hablará acerca de Confucio. Cada raza y tribu afirma tener a alguien grande. Pero ninguno es superior a Cristo. Cristo es mayor que Jacob, Confucio, Platón y cualquier otro tipo de líder.

Además, el don de Dios es mayor que la herencia de la religión. ¿Qué prefiere, el pozo de Jacob o el don de Dios? ¿Qué es el don de Dios? Si usted dice que el don de Dios es Cristo, ésa no es una respuesta del todo acertada. El don de Dios es la vida divina, porque en Romanos 6:23 dice que la dádiva de Dios es vida eterna. Esta vida divina será en nosotros una fuente de agua que salte para vida eterna (Jn. 4:14). Esta vida divina es mucho mejor que el pozo de Jacob. Si usted visita hoy el pozo de Jacob en Palestina, lo encontrará bajo el control de un monje armenio. Cuando yo visité este pozo, todo el que deseaba beber un vaso de agua de tal pozo tenía que pagar dos dólares. Sin embargo, todo eso es tradición hueca, sin ningún contenido. El agua de esa fuente es igual a cualquier otra.

“Pedir” es mucho más eficaz que las prácticas tradicionales de la religión. El agua viva de Dios satisface nuestra sed y llega a ser una fuente de agua que salta para vida eterna. La sed producida por la muerte se sacia con la vida. En principio, esto también es convertir la muerte en vida.

El Señor Jesús dijo a la mujer samaritana: “Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed” (v. 13). Esta declaración es simple pero su significado es muy profundo. El agua aquí representa el disfrute de las cosas materiales y el placer que se obtiene con el entretenimiento mundano. Nada de esto puede apagar la intensa sed del hombre. Por más “agua” material y mundana que tome uno, seguirá con sed. Cuanto más beba de esta “agua”, más sediento estará. Por ejemplo, con respecto a la educación, al hombre le gusta obtener títulos cada vez mayores. Después de recibir una licenciatura, procuran una maestría y después de eso, un doctorado. Otros pueden desear acumular diez mil dólares en una cuenta de ahorros, pero después de lograrlo desean tener cien mil, y después de los cien mil, un millón. Mientras más beba usted del agua terrenal, más sediento estará. Nunca trate de apagar su sed con ninguna clase de agua mundana. Aunque la mujer samaritana había tenido cinco esposos y vivía con un hombre que no era su esposo, ella todavía no estaba satisfecha. Nada podía apagar su sed. Algunas hermanas están obsesionadas con los vestidos. Sin embargo, ninguna mujer queda satisfecha con ningún tipo de vestido. Después de comprar uno, querrá un segundo y un tercero. Si usted tiene diez pares de zapatos, querrá quince pares. Algunas mujeres que tienen más de quince pares de zapatos aún no están satisfechas. Esta clase de agua jamás satisface a la gente. Sólo existe una “agua” que satisface a la gente por la eternidad, y es Jesucristo. Cristo satisface hoy, mañana y por la eternidad. Él es siempre nuevo y siempre fresco. Él siempre satisface. Así que, el Señor pudo decir a la mujer samaritana que todo el que beba del agua que Él da, no tendrá sed, porque esa agua será en él una fuente que salte para vida eterna.


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