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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
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UNA COMPARACION ENTRE ROMANOS Y 1 CORINTIOS

En el pasado comenté que podemos asemejar la Biblia a la mano de una persona, el Nuevo Testamento al anillo que está en la mano y el libro de Romanos al diamante del anillo. ¡Cuán excelente y valiosa es la epístola de Pablo a los Romanos! Ciertamente es un diamante. Aunque puedo usar este ejemplo para presentar el gran valor que tiene Romanos, no se cómo mostrar la preciosidad de 1 Corintios. En cierto sentido, esta epístola es de mayor valor que aquella.

En 1 Corintios Pablo abarca muchos temas que ni siquiera se mencionan en Romanos. Por ejemplo, en 1:9 dice que fuimos llamados por el Dios fiel a la comunión de Su Hijo. Esto no lo expresa Romanos en ningún lugar. En 1:24 añade que para nosotros los que creemos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. Romanos ni siquiera hace alusión a esto.

El libro de Romanos revela que nosotros estamos en Cristo, pero en 1 Corintios 1:30 Pablo declara algo más: “Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús”. Dios nos puso en Cristo. Romanos presenta el hecho de estar en El, pero no nos dice que fue Dios quien nos puso ahí. Antes de ser salvo, ¿soñó usted que estaría en Cristo? ¿Se imaginó siquiera que Dios lo pondría en El? Sabemos por 1:30 que el hecho de que estemos en Cristo provino de Dios. En la eternidad pasada, antes de que Dios creara cosa alguna, El pensó en ponernos en Cristo. Hasta podemos decir que Dios soñó con nosotros, soñó que, según el deseo de Su corazón, nosotros estaríamos en Cristo. Dios deseaba tenernos y lo deseaba tanto que soñó con nosotros. Así que, estamos en Cristo no por casualidad, sino porque Dios lo decidió en la eternidad pasada. Cada vez que medito que en la eternidad pasada Dios soñó conmigo y que decidió ponerme en Cristo, reboso de regocijo. ¡Oh, es un asunto de tremendo significado el que Dios haya soñado con nosotros en la eternidad! ¡Cuán agradable y atractivo es esto! ¡Cuán preciosa es la afirmación: “Por El estáis en Cristo Jesús”!

En 1 Corintios Pablo también habla de las profundidades de Dios y de beber del único Espíritu. En Romanos 11:33 él dice: “¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios!”, pero no menciona las profundidades de Dios ni tampoco hace referencia en cuanto a beber del Espíritu. Las expresiones que se hallan en 1 Corintios no sólo son valiosas, sino también deliciosas a nuestro paladar. Romanos también contiene muchas cosas preciosas, pero no se comparan con las de 1 Corintios. En este mensaje vamos a examinar con más detalle muchas de las preciosidades contenidas en 1 Corintios 1 y 2.

LAS COSAS DEL HOMBRE Y
EL ESPIRITU DEL HOMBRE

Cuando de joven leí 1 Corintios, la expresión: “Las cosas del hombre” contenida en 2:11 me dejó perplejo. ¿No le pasó a usted lo mismo? ¿Por qué dice Pablo que sin el espíritu del hombre no podemos saber las cosas del hombre? ¿Por qué es tan difícil conocerlas? Según mi concepto, saber las cosas del hombre era fácil, pues pensaba que Pablo se refería a cosas tales como el alimento, la vestimenta, la vivienda y la vida familiar. En aquel entonces yo no conocía el espíritu humano. ¿Sabe usted qué es el espíritu humano y dónde se ubica? Cuando yo era nuevo en la fe no conocía ni el espíritu del hombre ni las cosas del hombre, las cuales se pueden conocer únicamente por el espíritu humano. Esto me preocupaba, pero lo que Pablo dice en cuanto a que nadie sabe las cosas de Dios sino el Espíritu de Dios, me parecía obvio, pues ya que yo no era Dios, era lógico que no supiera las cosas de Dios. Entendía con facilidad que sólo el Espíritu de Dios sabía las cosas de Dios, pero no fue así en cuanto a las cosas del hombre y del espíritu de éste.

¿Cuáles son las cosas del hombre a las que Pablo se refiere en 2:11? Sin duda no se refiere a cosas externas, tales como su edad, lugar de nacimiento, el nombre de su mujer y el de sus hijos, su profesión, las escuelas de las cuales se graduó y la clase de automóvil que conduce. Conocer a una persona de esta manera no tiene nada que ver con las cosas del hombre a las que Pablo alude en 1 Corintios.

Según Juan 6:42, los judíos decían: “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos?” Ellos sabían algunos detalles exteriores en cuanto al Señor: que era de Galilea, que era carpintero y que tenía hermanos y hermanas, pero en realidad no lo conocían en absoluto (Mr. 6:3; Jn. 7:41). Esto indica que lo que podamos saber en cuanto a un hombre no significa nada. Es posible que lo conozcamos objetivamente sin conocer sus verdaderas características. Por una parte, conocemos al hombre; por la otra, no conocemos las cosas del hombre. No podemos negar que conocemos algo acerca del hombre, pero tampoco podemos afirmar que sabemos todas las cosas de él. ¿Podría usted decir que tiene el pleno conocimiento en cuanto a su persona? ¿Sabe cuál es su origen y cuál es su destino? ¿Conoce la esencia de su amor y de su vida? Tal vez sepa muchas cosas de usted mismo, pero es posible que no conozca aquellas que están en lo más recóndito de su ser.


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