Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7707-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En 2 Timoteo 1:7 leemos: “No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de cordura”. El espíritu que Dios nos ha dado es este espíritu. Según la traducción al chino, parece que este espíritu denota nuestro espíritu humano. No obstante, en realidad se refiere a los dos espíritus mezclados como un solo espíritu. Hoy en nuestro interior tenemos un espíritu mezclado, un espíritu que es de poder, de amor y de cordura. En ocasiones somos poderosos, pero no tenemos amor; otras veces somos muy débiles, pero estamos llenos de amor. Es muy difícil tener las dos cosas al mismo tiempo. Además, si amamos, no podemos pensar con claridad. Muchas veces el amor vuelve tonto a la gente, pero si ellos están lúcidos, no pueden amar. Tan pronto discutimos un asunto y consideramos las personas implicadas, simplemente no podemos seguir amándola. Es maravilloso que la palabra del Señor nos muestre que Dios nos ha dado, no sólo un espíritu de poder, sino también de amor y de cordura. Esto es algo maravilloso.
En el tiempo de la degradación de la iglesia, estas tres cosas son necesarias. Nuestro espíritu debe ser fuerte, pues de lo contrario habrá confusión. No obstante, al tener un espíritu fuerte, no debemos estar carentes de amor, y al mismo tiempo no debemos carecer de cordura mientras estamos atentos al amor. De lo contrario, la iglesia será un lío confuso. Durante el tiempo de confusión, nuestro espíritu debe ser fuerte, y también debe estar lleno de amor y de cordura. Lo opuesto a la palabra cordura es embriaguez. La embriaguez es un estado de confusión y alteración. Por el contrario, la cordura es un estado de claridad, orden y transparencia. Queridos hermanos y hermanas, ésta es verdaderamente nuestra necesidad actual. Necesitamos esta clase de espíritu: un espíritu de poder, de amor y de cordura, un espíritu que ama con cordura y que es amoroso cuando tiene poder. Sólo esta clase de espíritu es adecuado para hacerle frente a una situación confusa y puede satisfacer la necesidad de una condición de degradación. Lo que Dios nos ha dado es esta clase de espíritu.
Además, 2 Timoteo 1:14 dice: “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”. Aquí, Pablo parece estar diciendo: “Timoteo, me has seguido por muchos años y te han sido confiadas o reveladas muchas cosas buenas y espirituales, así que debes guardar cuidadosamente este buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. La iglesia está degradada, la era ha cambiado, el corazón de los hombres ahora es diferente y nada es como era antes, pero tú debes guardar cuidadosamente las cosas buenas, las cosas que te han sido confiadas y fueron depositadas en ti a lo largo de los años, por el Espíritu Santo que mora en ti”. En la degradación de la iglesia, para guardar el depósito de lo que hemos recibido en el pasado, necesitamos este Espíritu que guarda.
El punto final está en 4:22, donde se afirma: “El Señor esté con tu espíritu”. Esta declaración no se halla en ninguna de las otras Epístolas. Lo que Pablo quería decir con esto era: “Oh Timoteo, ya te he hablado muchos mensajes, y éste es mi último mandamiento y mi palabra de despedida para ti. Antes de morir quiero darte esta palabra: ‘El Señor esté con tu espíritu’. El Señor es el Espíritu, el Espíritu vivificante, y este Espíritu está contigo en tu espíritu”.
Por consiguiente, el Espíritu en 1 y 2 Timoteo es el Espíritu que guarda. ¿Cómo nos guarda? Con base en nuestra lectura, podemos decir que Él es el Espíritu que mora en nuestro espíritu para hacer que nuestro espíritu sea fuerte, amoroso y sobrio. Él también nos habla desde el interior de nuestro espíritu, y nos muestra la condición degradada de esta era. Este Espíritu es quien mora en nuestro espíritu para ser el Espíritu que nos guarda.
Ahora venimos al libro de Tito. En Tito sólo hay un pasaje que menciona al Espíritu. Los versículos del 5 al 7 del capítulo 3 dicen: “Nos salvó [...] mediante el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por Su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. La obra de renovación que el Espíritu Santo efectúa en nuestro interior es casi igual a Su obra de transformación. Él es el Espíritu renovador que Dios derramó en nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador. El resultado de este derramamiento es que hemos sido justificados por Su gracia para llegar a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Por tanto, la meta del derramamiento de este Espíritu es que lleguemos a ser herederos de Dios e hijos de Dios.
¿Cuál es la diferencia entre herederos e hijos? Los herederos son elegibles para recibir la herencia. Si un rey tiene ocho hijos, sólo el mayor es el heredero designado para heredar el trono. Los otros siete hijos son sólo hijos, no herederos. Hoy no solamente somos hijos, sino también herederos. Hemos heredado todo lo que Dios nos ha dado y todo lo que Él posee. El Espíritu renovador hace una obra de renovación dentro de nosotros para hacernos no sólo hijos, sino también herederos.
Permítanme repetir: Dios nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, por un lado, fuésemos justificados por Su gracia y, por otro, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. La justificación es el primer aspecto, y la vida eterna es el segundo aspecto. Es así como llegamos a ser herederos de Dios.
El versículo 25 de Filemón dice: “La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu”. A fin de experimentar, disfrutar y gustar plenamente la gracia del Señor, debemos conocer al Espíritu, porque la gracia del Señor está en nuestro espíritu. El apóstol Pablo, consciente de que nada era más importante que la gracia, dio una palabra final, diciendo: “La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu”. En los libros de 1 y 2 Timoteo, encontramos al Espíritu que guarda, en el libro de Tito encontramos al Espíritu renovador, y en el libro de Filemón, podemos decir, está el Espíritu de la presencia.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.