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Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-9033-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 9 Sección 4 de 4

EL SEÑOR JESÚS LLEGA A SER NUESTRA SALVACIÓN
POR MEDIO DE DIEZ GRANDES PASOS

Con base en la Biblia podemos ver que el Señor Jesús llegó a ser la salvación de aquellos que creen en Él por medio de diez grandes pasos. Él pasó por estos procesos a fin de llegar a ser su salvación.

1. En la eternidad pasada

En la eternidad pasada el Señor Jesús era Dios (Jn. 1:1). Él es el Dios que no tiene principio, que existe por Sí mismo y para siempre.

2. Se encarnó

El Señor Jesús, el Dios que creó el universo, se encarnó para llegar a ser un hombre. A fin de efectuar la redención, Él fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de una virgen, de modo que poseía tanto divinidad como humanidad.

3. Vivió en la tierra

Por medio de la encarnación, el Señor Jesús llegó a ser un hombre genuino y creció en casa de un carpintero pobre. Él pasó por la vida humana al vivir y moverse en la tierra durante treinta y tres años y medio, en los cuales Él probó plenamente la pobreza de la vida humana y experimentó todos sus sufrimientos. A la edad de treinta años, Él salió a predicar y obrar, contactando extensamente diferentes tipos de persona. Sin embargo, Sus palabras ofendieron a los judíos, los líderes en el judaísmo y los representantes de César en el Imperio romano. Él, de hecho, pasó por todo lo relativo a la vida humana en la tierra.

4. Fue crucificado en la cruz

Luego de vivir en la tierra por treinta y tres años y medio, Él se entregó a Sí mismo al lugar de muerte y fue crucificado. Él murió por nuestros pecados y nos trajo a nosotros y a todas las cosas consigo a Su muerte. Su muerte es todo-inclusiva, de modo que no solamente nos redimió de todos nuestros pecados, sino que también dio fin a todas las cosas de la vieja creación.

5. Resucitado

Después de Su muerte y sepultura, el Señor Jesús fue resucitado. En Su encarnación Él introdujo a Dios en el hombre; en Su crucifixión Él tomó medidas con respecto a los pecados del hombre; en Su resurrección Él introdujo al hombre en Dios. Esto verdaderamente fue un evento que sacudió la tierra, y es la maravilla de todas las maravillas en el universo. Por medio de Su venida y Su ida, Él introdujo a Dios en el hombre y al hombre en Dios. En Él, Dios y el hombre fueron convergidos y mezclados como una sola entidad. En ese momento la mezcla de Dios y el hombre fue lograda. La redención por los pecados fue efectuada y todo lo negativo en el universo fue eliminado. En el primer día de la semana Él fue resucitado, y hubo una germinación en el universo. Además, en Su resurrección Él fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) a fin de entrar en aquellos que creen en Él, de tal manera que ellos puedan tener la vida divina y puedan participar de la naturaleza divina. Dios puede entrar en ellos y ellos pueden entrar en Dios. Éste es el efecto de la muerte y resurrección de Jesús.

6. Ascendió a los cielos

Después de Su resurrección de la muerte, el Señor ascendió a los cielos. Eso equivalió a que Dios ascendiera a los cielos con el hombre. Ésta es una noticia de gran gozo. Hay un hombre sentado en el trono de gloria de Dios en el cielo. Esto ciertamente es un asunto maravilloso y glorioso. Él está sentado en el trono en el cielo, y en Su interior tiene tanto a Dios como al hombre. Éste quien fue ascendido a los cielos y está sentado en el trono es el Señor Jesús, en quien Dios y el hombre convergieron.

7. Mora en nuestro interior

Tal Persona, el Señor Jesús, es quien entra en nosotros para morar en nuestro interior cuando creemos en Él. En este punto, todos tenemos que gritar con regocijo, pues Cristo no sólo es nuestro Salvador, sino también el Cristo glorioso que mora en nuestro interior. Este Cristo resucitado es la mezcla de Dios y el hombre. Él pasó por la encarnación y la crucifixión para llegar a ser nuestro Redentor. Además, en Su resurrección Él llegó a ser el Espíritu vivificante para llegar a ser nuestro Salvador. Él también ascendió al cielo y ahora está sentado allí, pues fue hecho Señor y Cristo (Hch. 2:36). Como Rey de reyes y Señor de señores, Él ha recibido autoridad y ha sido coronado de gloria y de honra. Sin embargo, ¡tal Persona mora en nuestro interior! Él no sólo permanece en nosotros, sino que también mora en nosotros. Además, Él hace Su hogar en nuestros corazones. Él está en nosotros no sólo como nuestra vida, sino también como nuestra persona.

8. Vuelve

No sólo eso, sino que Hechos 1:11 dice que el Señor Jesús volverá. En Su regreso, seremos arrebatados para encontrarnos con Él en el aire y así estaremos siempre con Él (1 Ts. 4:17).

9. Reina

En Su regreso, el Señor Jesús establecerá Su reino en la tierra a fin de reinar sobre la tierra por mil años. No es posible que el hombre rija sobre la tierra y la haga un mejor lugar. Al final de la primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones fue formada, pero el mundo no mejoró. Después de la segunda Guerra Mundial se formó las Naciones Unidas, pero cuanto más todo el mundo intenta unirse, más se divide. Sólo cuando el Señor Jesús reine como Rey en Su regreso podrá haber paz verdadera en la tierra.

10. En la eternidad futura

Por último, después de los mil años, en la eternidad futura el Señor Jesús reinará para siempre en la Nueva Jerusalén.

EL PUNTO CLAVE PARA DISFRUTAR LA SALVACIÓN
QUE CRISTO NOS OTORGA

Hoy en día el punto clave, el punto más importante, con respecto a nuestro disfrute de la salvación que Cristo nos otorga es el Cristo que mora en nosotros. Cristo ha ascendido al cielo, pero al mismo tiempo Él también mora en nosotros. Por un lado, Él está en el cielo intercediendo por nosotros como nuestro gran Sumo Sacerdote, nuestro Abogado, a fin de llevar a cabo la economía de Dios. Por otro lado, Él es el Cristo todo-inclusivo que mora en nosotros como nuestro Consolador para ser nuestra vida y todo nuestro suministro.

El Señor Jesús originalmente era el Consolador que estaba fuera de nosotros, pero después de Su muerte y resurrección, Él llegó a ser el Espíritu de realidad a fin de entrar en nosotros para ser el Consolador que está en nuestro interior. Este Cristo que mora en nosotros es nuestra vida y nuestra persona.


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