Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4643-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Muchos de nosotros no nos damos cuenta de que si no traemos a las personas al Señor, algo anda mal con nosotros. Comemos y dormimos en paz pensando que nuestra condición es normal. Esto se conforma a un concepto equivocado que heredamos de nuestro trasfondo. Si nos enojamos con nuestra esposa, de inmediato sentimos que actuamos mal y estamos bajo condenación; pero si no hemos llevado fruto por muchos años es probable que no nos sintamos condenados. Quizás pensemos que no es tan importante el llevar fruto, mientras que en otros asuntos no seamos inadecuados. Sin embargo, todo pámpano que no lleva fruto por largo tiempo es totalmente inadecuado. En Juan 15:2 el Señor Jesús dijo: “Todo pámpano que en Mí no lleva fruto, lo quita; y todo aquel que lleva fruto, lo poda, para que lleve más fruto”. El Padre siempre quita los pámpanos que no llevan fruto. Esto no significa que tales pámpanos se pierdan. La salvación o la perdición no constituyen el pensamiento de Juan 15. Más bien, este capítulo nos muestra que cuando disfrutamos de las riquezas de la vid, nosotros llevamos fruto al rebosar de la vida interior. Por tanto, ser quitados de la vid equivale a ser separados del disfrute de las riquezas que tiene la vid. Esto no significa que seamos cortados de la salvación que Cristo efectúa, sino que somos cortados del disfrute de las riquezas que tiene la vida de Cristo. Ésta es la razón por la que muchos hermanos y hermanas no disfrutan tanto de las riquezas de Cristo. Ellos están en la vida de iglesia y asisten a las reuniones, pero tienen muy poco disfrute de las riquezas propias de la vida de Cristo simplemente porque no llevan fruto.
Llevar fruto es la manera en que podemos disfrutar de las riquezas que tiene la vida de Cristo. Cuánto más llevamos fruto, mayor suministro de vida necesitamos y mayor suministro de vida recibimos a fin de satisfacer nuestras necesidades. Si usted me dijera: “No siento que disfruto mucho al Señor”, yo le respondería: “¡Vaya y lleve fruto! Entonces las riquezas de Cristo bullirán dentro de usted”. No importa cuánto busquemos al Señor, es un principio espiritual que si no llevamos fruto, seremos cortados del disfrute de Cristo, o sea, del suministro y las riquezas de la vid. Cuánto disfrute tenemos de las riquezas de la vid depende de cuánto fruto llevamos. Podemos comparar esto con una manguera conectada a una llave de paso. Nadie espera que fluya el agua para abrir la llave, sino que el agua fluye tan pronto uno abre la llave. Si la vid no nos provee el suministro se debe a que “hemos cerrado la llave de paso”. Cerrar así el paso del suministro es la manera como el Padre corta los pámpanos. El Padre no corta los pámpanos de la vid con el fin de condenarlos al infierno, según la enseñanza de algunas personas. Les reitero, Juan 15 no concierne al hecho de ser salvo o perderse. Más bien, nos muestra que todos somos pámpanos de la vid que gozan del suministro de la vid. Por tanto, necesitamos absorber el jugo vital de la vid a fin de gozar del rico fluir de vida. Sin embargo, para tener el rico fluir de vida, debemos abrir nuestro ser, permitir que la vida fluya de nuestro interior y llevar fruto.
Muchos hablan de la vida cristiana normal, pero ser normal no solamente significa estar libre de pecado según la experiencia citada en Romanos 6. Esto es apenas una parte de ser normal. La vida cristiana más normal es aquélla que lleva fruto. No es normal en lo absoluto que un pámpano que habite en la vid deje de llevar fruto por muchos años. No debemos olvidar que somos pámpanos de la vid. Como pámpanos de la vid, tenemos que llevar fruto.
Es posible que a muchos de nosotros no nos interese si llevamos fruto. Sin embargo, supongamos que un día viene un buen orador a hablarnos de una forma maravillosa con el fin de motivarnos. Entonces nos volvemos ardientes y oramos constantemente, incluso oramos toda la noche. Después de unas semanas es posible que hayamos conducido a cientos de personas al Señor. No obstante, esto no es normal. Los pámpanos de la vid no son motivados por los buenos oradores y repentinamente llevan grandes racimos de uvas. El fruto producido de forma milagrosa no permanecerá, y puede ser que ni siquiera sea genuino. No deseamos tener este tipo de fruto. El Señor dijo: “Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (Jn. 15:16). Si conducimos muchas personas al Señor por medio de oraciones y predicaciones milagrosas, podemos proclamar que eso es maravilloso. Sin embargo, tal vez después de un corto tiempo no quede ni rastro de ellos. Todos engendramos hijos según nuestra propia especie. Por consiguiente, no debemos culpar a quienes traemos a la salvación si no permanecen como fruto apropiado. Ellos no permanecen porque nosotros no somos apropiados. A fin de llevar un fruto normal, nosotros mismos tenemos que ser normales.
Si en verdad queremos llevar una vida cristiana apropiada, tenemos que llevar fruto de una manera normal. Nunca se debe producir fruto de una manera milagrosa. No debemos abrigar la esperanza de orar de una manera extraordinaria y luego milagrosamente conducir muchas personas al Señor. Los pámpanos llevan fruto de una manera muy normal. Cuando yo era joven, vivía cerca de un viñedo. Pude ver que cada año las vides producían solamente una cosecha. En la primavera las vides comenzaban a echar brotes, y en el otoño llegaba la cosecha; una cosecha al año. No debemos soñar con que podemos llevar fruto cada día ni cada mes. Más bien, todos debemos llevar fruto de una manera normal.
Traer una persona al Señor cada año es lo normal y es sencillo. Sin embargo, puede ser que el año pasado muchos de nosotros no hayamos traído al Señor un solo fruto que permaneciera en la vida de iglesia. Esto prueba que no somos normales. ¿Entonces qué debemos hacer? Yo no puedo darles una manera ni un método para llevar fruto. Con respecto al método, no tenemos una manera, pero con respecto a la vida, sí hay una manera. Así pues, el hecho de no llevar fruto muestra que somos inadecuados y que nuestra condición es anormal. Todos debemos acudir al Señor y decirle: “Señor, concédeme ser normal en lo que respecta a llevar fruto. Cada año tengo que llevar algún fruto. Señor, como un pámpano de Tu vid necesito producir anualmente un fruto. No oro por una gran cantidad de frutos producidos de manera milagrosa. Al contrario, simplemente deseo ser normal llevando al menos un fruto cada año”.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.