Impartición divina de la Trinidad Divina, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6710-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Padre es la fuente misma, el iniciador, porque el Hijo procedió de Él (Jn. 7:29; 16:27b). En Juan 16:27 el Señor Jesús dijo: “Vosotros me habéis amado, y habéis creído que Yo salí de Dios”. No dice solamente que yo vine de Él, sino que yo salí de Él. El Hijo salió de una fuente, y dicha fuente era el Padre. Por lo tanto, el Padre es la fuente y como tal es el iniciador. Él es también el inicio, el origen. El universo entero fue iniciado en este inicio, quien es una persona divina.
Esta fuente, este iniciador, envió al Hijo (Jn. 5:24, 30, 36-38; 13:20; 14:24). Hay dos palabras griegas que han sido traducidas “enviar”, y una de ellas significa ser enviado con una comisión especial. Esto indica que la fuente, el Padre, envió al Hijo como un enviado con una comisión especial. El Hijo fue enviado por el Padre con una comisión particular de hacer tres categorías principales de cosas.
En primer lugar, el Padre envió al Hijo para que quitara el pecado, para que condenara el pecado. A fin de hacer esto, 2 Corintios 5:21 nos dice que el Hijo, quien no conoció pecado, se hizo pecado. En realidad, Él solamente tomó semejanza de carne de pecado. Él no tenía la naturaleza pecaminosa. Esto queda claramente ilustrado por la serpiente de bronce en Juan 3:14. La serpiente de bronce sólo tenía la forma, la apariencia y la semejanza de una verdadera serpiente, mas no su naturaleza venenosa.
Romanos 8:3 dice que por lo que la ley no pudo hacer, por cuanto era débil por la carne, Dios envió a Su Hijo en semejanza de carne de pecado. Esto corresponde con la serpiente de bronce, la cual tenía la semejanza de una serpiente venenosa. El Hijo fue enviado en semejanza de carne de pecado para que condenara el pecado. El pecado fue condenado. El pecado es algo que está en el universo entre el linaje humano, pero éste ya fue condenado. El gobierno divino ha condenado el pecado. Usted no debe preocuparse por el pecado. Cuando la ley redundó en fracaso, Dios envió a Su Hijo en semejanza de carne de pecado para que condenara el pecado. Éste es el significado de Juan 1:29, que dice: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”. El pecado en este versículo está en singular, y el mundo aquí se refiere a la humanidad. El Hijo de Dios fue enviado por el Padre para que llevara a cabo esta comisión, esto es, resolver el problema del pecado, quitar el pecado, condenar el pecado por medio de Su muerte en la cruz.
No solamente tenemos el pecado en nuestra naturaleza, sino que también tenemos muchos pecados en nuestra conducta. Por esta razón, Dios envió a Su Hijo para que fuese hecho propiciación por nuestros pecados (1 Jn. 4:10). Él condenó el pecado presente en nuestra naturaleza; Él llegó a ser la propiciación para resolver el problema de todos nuestros pecados, ofensas y transgresiones. Cada pecado, cada ofensa y cada transgresión crean un problema entre nosotros y Dios. Por lo tanto, entre nosotros y Dios hay muchos conflictos. Pero el precioso Hijo de Dios murió en la cruz por nuestros pecados y fue hecho propiciación a fin de calmar todo conflicto. Hacer propiciación simplemente significa hacer la paz. Usted tenía un problema con Dios, y no tenía posibilidad alguna de hacer la paz, pero el Hijo de Dios fue hecho la propiciación que apacigua a Dios y calma todo conflicto entre usted y Dios. Por lo tanto, Él ha condenado el pecado y también ha calmado el conflicto causado por nuestros pecados. Ahora tenemos paz con Dios.
El Hijo de Dios también fue enviado por el Padre para que nos impartiera la vida (1 Jn. 4:9). En su evangelio, Juan utiliza tres ejemplos acerca de la muerte de Cristo: el Cordero de Dios (1:29), la serpiente de bronce (3:14) y el grano de trigo (12:24). El Cordero de Dios y la serpiente de bronce tienen como propósito poner fin al pecado y a nuestra naturaleza pecaminosa, pero el grano de trigo tiene como finalidad la impartición de la vida. El grano de trigo muere a fin de producir muchos granos; muere para impartir su vida en muchos granos. El Hijo fue enviado por el Padre con esta comisión triple: quitar nuestro pecado, hacer propiciación por nuestros pecados y luego impartir la vida divina en todos Sus creyentes a fin de que ellos nazcan de Dios.
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