Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1188-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Queridos santos, eso es lo que significa la reunión. Reunirnos equivale a ofrecer sacrificios y a comer lo que ofrecemos a Dios; significa regocijarnos en lo que comemos. ¿Nos hemos dado cuenta de que los creyentes debemos reunirnos para alimentar a Dios? Algunos somos los camareros y otros los cocineros. Cocinamos y servimos alimento a Dios. Cuando le servimos a El, comemos con El y delante de El, y comemos entre nosotros. Entonces nos regocijamos (Dt. 12:7).
No es muy fácil describir lo relacionado con las reuniones; por eso, Dios dejó una fotografía, la cual consta en Deuteronomio y Levítico. No se imagine que estos libros sólo contienen las enseñanzas ni que se aplican solamente al antiguo Israel. En el Nuevo Testamento se dan, por lo menos en el libro de Hebreos, muchas interpretaciones de los libros del Antiguo Testamento. El autor de dicho libro indica claramente que él no tenía suficiente tiempo para darnos la interpretación completa del Pentateuco (He. 5:11; 11:32), lo cual deja ver que el Pentateuco contiene muchas cosas que los autores del Nuevo Testamento no explicaron. Sin embargo, el hecho de que los autores del Nuevo Testamento no las hayan mencionado no quiere decir que no tengan importancia para nosotros. Eso no sería lógico. Obviamente, son significativas para nosotros.
La mayoría de los creyentes están conscientes de que la Pascua tipifica a Cristo. Sin embargo, el sacrificio de la Pascua no era lo único que tipificaba a Cristo, ya que las demás cosas también eran tipos. En general, las ofrenda y cada aspecto de las mismas debe tipificar a Cristo. Basándonos en este principio, podemos afirmar que las ofrendas y también el producto de la buena tierra tipifican a Cristo, porque los sacrificios eran producto de la tierra. En 1959 el Señor nos mostró que aun la tierra de Canaán constituía un tipo rico y amplio de Cristo.
Una de las primeras conferencias que di en este país trató de la buena tierra como tipo del Cristo que lo es todo. La mayoría de estos mensajes venían de algunos versículos de Deuteronomio 8. Indudablemente existen muchas razones para creer que todos los aspectos de la buena tierra tipifican las riquezas de Cristo y todo lo que El es. Por tanto, la buena tierra tipifica a Cristo, y sin lugar a dudas, el producto de esa tierra también tipificaba a Cristo. Del fruto de la tierra se sacaban los diezmos y los primogénitos, todos los cuales son Cristo. Los diezmos, los primogénitos y las primicias que ofrecían a Dios en el monte de Sion son Cristo. Todas estas cosas llegaban a ser holocaustos, ofrendas de paz, ofrendas por el pecado, ofrendas por las transgresiones, ofrendas mecidas, ofrendas voluntarias y votos. Todas las ofrendas son Cristo.
¿Qué debemos hacer cuando vamos a la reunión? Debemos aprender a decir que vamos a la reunión primero para alimentar a Dios. Segundo, vamos a la reunión para comer delante de El, con El, y con los demás, y también para regocijarnos al comer. No es una comida común; por lo tanto, la Biblia la llama fiesta, una fiesta solemne (Dt. 16:16). Uno no puede celebrar una fiesta solo, ya que una fiesta requiere dos clases de riquezas. Se necesita ser rico en personas. Uno necesita reunir varias personas. A mí me gusta mucho comer acompañado. ¡Cuantas más personas haya, mejor! La fiesta contiene alegría, pero debe estar llena de personas y de comida.
Examine este cuadro. Los hijos de Israel trabajaban desde el primer día del año hasta el último, a excepción de los sábados. La tierra era Cristo. Sin duda, este cuadro nos muestra que los redimidos de Dios debemos cultivar a Cristo todo el día. Sembramos la semilla, regamos el sembradío y recogemos un rico producto. De ahí extraemos el sustento, y luego guardamos la mejor porción, el primogénito, las primicias, el diezmo, para el momento en que nos reunamos. Nos congregamos en el nombre de nuestro Dios y en Su morada. Lo encontramos donde El habita. En realidad, El nos invita a todos a Su casa.
Vemos algo interesante. Entre nosotros, los invitados a una fiesta no llevan comida. Pero en la Biblia es común ir a una fiesta llevando mucha comida. Dios invitó a todo Su pueblo a celebrarle fiesta, pero El no cocinó. Aunque no preparaba la comida, era El quien la había dado. El les había dado la comida al mandarles los rayos de sol, el aire y la lluvia todo el año. No obstante, ellos debían cooperar con lo que Dios les enviaba. El les daba todo esto gratuitamente, pero ellos debían cooperar con El para extraer el producto de la tierra, el cual se convertía en diezmos, y éstos era traídos para responder a la invitación de Dios. Todos eran invitados a la casa de Dios. Y acudían para alimentar al Padre y satisfacerlo. ¡Qué ocasión tan feliz!
Cristo debe ser todo eso. Cuando nos reunimos, debemos traer a Cristo con nosotros. Debemos olvidarnos de la música. Olvidémonos de los altos y los sopranos, pues eso no es lo más importante. Lo principal es ¿cuánto Cristo trae uno a la reunión? La medida de Cristo que uno lleva consigo a la reunión depende de cuanto Cristo haya producido y haya cultivado. Debemos cultivar a Cristo, como la tierra, para extraer el producto, que también es El. En realidad, uno no produce a Cristo, sino que Cristo se produce a Sí mismo por medio de la labor de uno. Es deplorable que el pueblo de Dios se reúna con las manos vacías.
Creo que hasta ahora hemos presentado un cuadro claro de la forma en que debemos reunirnos. La vida apropiada de iglesia es las reuniones, pues ellas son la vida práctica de iglesia. Sin reuniones no tenemos la vida práctica de iglesia; solamente tendríamos una especie de organización con ciertas actividades comunes. Pero la vida apropiada de iglesia debe ser una vida de reuniones. Antes de reunirnos debemos cultivar a Cristo y cosecharlo. Debemos recoger cierta medida de Cristo para poder asistir a la reunión llenos de El.
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