Cristo crucificado, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3691-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Gálatas 4:19 dice: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Filipenses 1:20b-21a declara: “Ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo”. Efesios 4:13 dice: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. El versículo 19 del capítulo 3 dice: “De conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. Estas palabras nos muestran la obra que Dios realiza en Sus redimidos y el propósito que tiene para con ellos.
Si realmente conocemos la Biblia, podremos ver un asunto particular hallado en la palabra de Dios, algo que jamás ha estado ni estará en la imaginación del hombre. Nos referimos al propósito eterno de Dios. Aunque la verdad del Señor ya ha sido propagada por todo el mundo, son muy pocos los que realmente conocen este asunto tan misterioso y maravilloso, el cual Dios ha revelado en Su palabra. Hoy en día hay un buen número de cristianos que tienen un corazón puro, son fervientes y tienen amor y fe, a quienes les interesan las cosas del Señor y están dispuestos a pagar el precio, sacrificándose a sí mismos y viviendo para otros. Sin embargo, entre estos cristianos es difícil encontrar a alguien que satisfaga la norma de Dios y realmente conozca el propósito que Dios determinó en la eternidad. Quiera el Señor concedernos la gracia para que veamos claramente este propósito que Dios determinó en la eternidad.
¿Qué es lo que Dios realmente desea? Dios desea mezclarse con el hombre. Siempre debemos recordar que Dios no desea nada más; lo único que Él desea es mezclarse con el hombre. Él desea mezclarse con el hombre a tal punto que, sin dejar de ser el Dios verdadero, Él se hizo hombre, un hombre auténtico. Con esto no queremos decir que cuando Él se hizo hombre dejara de ser Dios; más bien, queremos decir que Él era Dios mezclado con el hombre, Él era al mismo tiempo Dios y hombre. En Él se hallaban mezclados completamente Dios y el hombre; por lo tanto, en Dios había un hombre y en el hombre estaba Dios. La naturaleza humana estaba en Dios, y la naturaleza divina estaba en el hombre. En Dios se hallaba el elemento humano, y en el hombre se encontraba el elemento divino.
Éste es el propósito que Dios desea llevar a cabo. El propósito de Dios consiste en llegar a la etapa en la cual el elemento humano esté dentro de Él y el elemento divino esté dentro del hombre. Él se mezcla con nosotros al punto en que llega a ser hombre y nosotros llegamos a ser Dios. Quizás les sorprenda escuchar estas palabras. ¿Cómo podemos llegar a ser Dios? Podemos ser Dios porque estamos mezclados con Él. Estamos mezclados con Dios al grado en que podemos declarar: “Aunque somos humanos, tenemos a Dios en nosotros. Poseemos Su vida, Su naturaleza y Su personalidad. Debido a que Él está en nosotros, Su personalidad llega a ser la nuestra, Su naturaleza llega a ser la nuestra y Su vida llega a ser la nuestra. Además, Su imagen es nuestra imagen, Su gloria es nuestra gloria, Su santidad es nuestra santidad y Su bondad es nuestra bondad. Lo que Él es, también lo somos nosotros, y donde Él está, también estamos nosotros.
Todos debemos ver esto. De hecho, todos los que han sido salvos verán esto tarde o temprano. El día vendrá (quizás cuando estemos en el reino o en el cielo nuevo y la tierra nueva) cuando veremos que todos los que sirven a Dios son exactamente iguales al Dios que sirven. Por otra parte, el Dios a quien ellos servirán será exactamente igual a nosotros, quienes le servimos. Él será Dios, mas con el elemento humano, y nosotros seremos humanos, mas poseeremos el elemento divino. Usamos estas sencillas palabras para explicar el deseo que Dios tiene en Su corazón, un deseo que es tan misterioso.
El único propósito de Dios al crear todas las cosas y la humanidad, Su único propósito al hacernos pasar por toda clase de entornos y de obrar continuamente en nosotros de diferentes maneras, es mezclarse a Sí mismo con nosotros a fin de ser nuestro contenido, nuestra vida y nuestra naturaleza. Sin embargo, es muy difícil que estas palabras impresionen a los santos de manera profunda. ¿Por qué? Debido a que el propósito de Dios básicamente no existe en nosotros. No sólo está ausente de nuestros pensamientos, sino que tampoco está en nuestra esperanza. Por lo tanto, todos nosotros, quienes somos salvos, debemos orar pidiéndole al Señor que abra nuestros ojos, para que veamos no sólo la corrupción, la pecaminosidad y la vanidad, sino también algo más elevado, más profundo y más espiritual, lo cual es el propósito de Dios de mezclarse a Sí mismo con el hombre.
Hoy en día muchos cristianos les enseñan a las personas que hay un cielo y un infierno, que el hombre es pecaminoso y maligno, y que debe temer a Dios y arrepentirse ante Dios, que Jesucristo llevó los pecados del hombre y murió por él en la cruz para sufrir el castigo de Dios que le correspondía al hombre, y que al creer en Él el hombre será salvo. Luego concluyen diciendo que el hombre debe amar a Dios, servirle y, mediante el poder de Dios, llevar una vida de santidad. Ellos piensan que es muy loable y satisfactorio alcanzar este estado. Sin embargo, tal vez sea loable para el hombre, pero no lo es para Dios. Quizás el hombre se sienta satisfecho con esto, pero Dios no podrá estar satisfecho.
El propósito central de Dios, el punto central de Su voluntad, Su plan eterno, no es meramente que el hombre sea redimido, tenga un corazón que ame a Dios y lleve una vida de santidad. Lo que Dios desea es mucho más que esto. La voluntad eterna de Dios, Su misterioso plan, el deseo que está en Su corazón, es entrar en el hombre, en usted y en mí, a fin de mezclarse con usted y conmigo. Él desea que Su vida se mezcle con la nuestra, que Su naturaleza se mezcle con la nuestra, que Su personalidad se mezcle con la nuestra y que Su elemento se mezcle con el nuestro. Él desea mezclarse con nosotros a tal grado que resulte difícil poder decir si Él es Dios o es hombre o si nosotros somos hombres o somos Dios. Cuando esto ocurra, Dios y el hombre, y el hombre y Dios, serán inseparables e incluso indistinguibles. La naturaleza de Dios llegará a ser la naturaleza del hombre, y Dios y el hombre, una vez que lleguen a ser uno y se mezclen mutuamente, ya no podrán separarse.
Nosotros no tenemos suficiente conocimiento del Señor, pues ni siquiera sabemos contestar a la pregunta de si el Señor es Dios o hombre. Pero un día Dios nos mostrará que Cristo es Dios hecho carne, Dios manifestado en la carne y Dios mezclado con el hombre. Una vez que recibamos esta visión, diremos llenos de júbilo: “Del Señor en quien creemos se dice que es Dios, y ciertamente lo es. También de Él se dice que es un hombre, e indudablemente Él es un hombre. Él es Dios y a la vez hombre, y hombre y a la vez Dios. Hoy en día Él está en el cielo como Aquel que es Dios y a la vez hombre, y hombre y a la vez Dios, esto es, como Aquel que es la mezcla de Dios con el hombre. Él no sólo es simultáneamente Dios y hombre, sino también la mezcla de Dios y el hombre. Dios y el hombre no son dos personas separadas; al contrario, los dos han llegado a ser uno solo. Es difícil decir si Él es solamente Dios o solamente un hombre, pues los dos han llegado a ser uno solo”.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.